Donald Trump
| Faustino Vilabrille
La elección de Donald Trump puede traer detrás de sí, importantes acontecimientos mundiales y mucho sufrimiento para los más empobrecidos del planeta, que son los que siempre llevan las de perder. Puede afectar muy duramente a los emigrantes, a organismos como la OMS, la ONU, LA FAO, LA UNESCO, LA RETIRADA DEL ACUERDO DE PARIS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO, LA OTAN, LAS RELACIONES COMERCIALES CON LA UE, ETC.
Las líneas políticas programáticas de Trump apuntan claramente a la potenciación del neoliberalismo más radical, y en consecuencia al aumento de la desigualdad entre ricos y pobres en el mundo que es cada vez más grande, porque cada vez hay más riqueza en las carteras de los más ricos y más pobreza en los bolsillos de los más empobrecidos.
El poder económico y su dinero se quieren apoderar cada vez más del mundo: el 1% más rico posee más riqueza que el 95 % de la población mundial en conjunto (Fuente Intermon-Oxfan).
Los países en subdesarrollo del planeta, que suman unos 6500 millones de habitantes solo posen el 31% de la riqueza mundial, mientras que los 1700 millones de los países desarrollados poseen el 79% de la riqueza mundial.
Estos son los 5 hombres más ricos del mundo, según FORBES:
1º Elon Musk: Patrimonio neto: 243.700 millones de dólares
2º Jeff Bezos: Patrimonio neto: 197.000 millones de dólares
3º Bernard Arnault: Patrimonio neto: 189.700 millones de dólares
4º Mark Zuckerberg: Patrimonio neto: 180.500 millones de dólares
5º Larry Ellison: Patrimonio neto: 174.700 millones de dçolares
Total: 985.600 millones de dólares.
Si les sumamos los otros 5 siguientes más ricos, que suman 687.100 millones, entre los 10 ya pasan de los 1,6 billones de euros.
Pues bien, desde 2020, la fortuna conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo citados se ha disparado un 114 %, mientras que la riqueza en manos del 60% más pobre de la población del mundo ha venido disminuyendo desde el inicio de la década.
Los ultrarricos y sus megaempresas están dictando a su medida las reglas del juego de la asamblea General de la ONU, a costa del resto de la población mundial. En los últimos años, los ultrarricos y las empresas con mayor poder han utilizado su enorme influencia para frenar los esfuerzos para resolver los principales problemas del planeta, como la lucha contra la evasión fiscal, o que las vacunas contra la COVID-19 sean accesibles para todas las personas, o cancelar las deudas insostenibles de los países pobres del Sur”, (Fuente: Oxfam), de tal manera que los países de renta baja destinan casi el 40 % de sus presupuestos anuales a pagar la deuda, lo que supone un 60 % más de lo que destinan de manera conjunta al gasto en educación, salud y protección social.
Las grandes empresas farmacéuticas quieren seguir con monopolios sobre las tecnologías de vacunas contra la COVID-19. Tan solo en 2021, los siete mayores fabricantes tuvieron unos beneficios netos de aproximadamente 50.000 millones de dólares con la venta de vacunas contra la Covid-19, que a su vez ha dejado a unos 67 millones de niños en el mundo sin vacunar contra otras enfermedades.
Entre tanto cada vez son más los milmillonarios que hay en el mundo: en el año 2000 eran 470 y en 2024 ya son 2781. El nuevo presidente de EE.UU. invitó a su toma de posesión a tres de los más grandes ricos del mundo. A este ritmo tan asimétrico no tardaremos muchos años en tener a un billonario en el mundo.
El Presidente republicano se apresuró a utilizar sus nuevos poderes para firmar acciones ejecutivas, memorandos presidenciales y órdenes ejecutivas sobre una serie de prioridades políticas, una de ellas especialmente lesiva contra los inmigrantes, como cerrar fronteras, cancelar las solicitudes de asilo y reanudar la construcción del muro que inició en su primer mandato.
A la vez que hace esto se declara creyente en Dios, y que “Dios salvó mi vida para hacer a EE.UU. grande nuevamente”. Aquí venimos a caer en la misma ideología megalómana de otros presidentes de EE.UU., pues eso mismo pensaron, creyeron y publicitaron los EE.UU. en tiempos de Nixon, Rockefeller, Reagan y Bush, creyendo que ellos eran unos elegidos y privilegiados de Dios, y que por tanto tenían derecho a creerse superiores a los demás e incluso escogidos y destinados por Dios para salvar el mundo, y que todos los demás eran en todo inferiores a ellos, considerándose los portavoces de los designios de Dios para el resto de la humanidad, y por tanto legitimados para su expansión económica por el mundo, preciándose de tener el monopolio de Dios para la humanidad.
Así John Ashcroft, fiscal general de EE.UU. y secretario de justicia, decía en 1999: “Única entre las naciones, EUA (Estados Unidos de América) tiene carácter divino y eterno”. "EUA se sitúa más cerca de Dios que cualquier otro país. No puede haber nadie entre Dios y EUA. Es el instrumento de Dios, el Mesías salvador. Este papel “sagrado” que los EUA han de cumplir les obliga a saberlo todo, a ejercer el castigo donde haga falta. EUA solo tiene que dar explicaciones a Dios. El eje del bien son los países que reconocen la bondad intrínseca de los principios económicos, políticos y culturales de los EUA y su papel de supremo interlocutor con Dios. Los EUA son moralmente superiores a todos los demás pueblos". “La ONU tiene intenciones imperdonables por interponerse entre Dios y los EUA. La ONU no quiere entender que los EUA tienen el monopolio del ejercicio legítimo del poder en el mundo por designio de Dios”. El Dios de Bush se expresa a través del poder y la extensión continua del poder.
Es un Dios que "a través de los EUA domina al mundo, lo castiga con su ejército. Todos los medios de comunicación, de noticias, la televisión, las emisoras de radio, el cine, las artes, el gobierno, las empresas, las finanzas, serán nuestras: Dios las dará a su Pueblo elegido, los EUA. Tenemos que prepararnos para reinar en el mundo y gobernarlo juntamente con Jesucristo".
Con Trump y sus electores, los EE.UU. se enrocan en al más puro y duro capitalismo, pero no van a encontrar la connivencia que tuvieron antaño con Juan Pablo II, pues el Papa Francisco ya le mandó este mensaje: “para construir una sociedad más justa, en la que no haya cabida para «el odio, la discriminación o la exclusión», y sobre las deportaciones masivas de inmigrantes irregulares le dice que “serían una vergüenza y una desgracia porque hará pagar la cuenta del desequilibrio a los pobres desgraciados que no tienen nada”.
A su vez, Trump oyó lo que no quería de la Obispa de la catedral Washington:
“ En el nombre de Dios, le pido que tenga misericordia para gente en nuestro país que tiene miedo ahora. Hay niños gays, lesbianas y transexuales, y familias demócratas y republicanas e independientes, algunas de las cuales temen por sus vidas. Tenga misericordia con los inmigrantes, «no son criminales», ya que «pagan impuestos y son buenos vecinos”. Trump manifestó claramente que este reclamo de la religiosa fue desafortunado.
El Evangelio de hoy no puede ser más claro, pues Jesús dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque El me ha ungido y me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, dar a los ciegos vista, para dar libertad a los oprimidos. Esto se cumple hoy en mi”. ¿Cuándo podrá la Iglesia Católica decir esto de si misma?
La educación política y crítica de toda la ciudadanía es cada vez más urgente y necesaria, para que no se deje manipular por nadie y sea cada más dueña de su propio destino.
Feliz fin de semana.-Faustino