Atributos nocivos de las religiones falsas (1).

No hablemos del catolicismo, que para todos nosotros es la religión verdadera y sin mácula. Hablemos de cuantas en la historia han surgido y han fenecido y también de aquellas que hoy día tiranizan y esclavizan cuerpos, mentes y haciendas de sus prosélitos y les sumen en la opresión y la paranoia. Prototipo, el Islam.

Todas sin excepción pecan de características inasumibles por una persona normal y, sobre todo, por cualquier persona que piensa por sí misma.

Respecto al estado actual de las religiones, recojo lo que dice este ENLACE y cito:
Se puede afirmar con seguridad que nadie sabe con exactitud cuántas religiones hay, aunque la mejor estimación es 4.200”, señala el filósofo estadounidense Kenneth Shouler en su libro The Everything World’s Religions Book


Respecto a las religiones más extendidas, cualquiera podría citarlas porque de algún modo todas son conocidas: Cristianismo, Islam, Hinduismo, Budismo, Judaísmo, Sintoísmo, Confucianismo… Respecto a las religiones que han existido, y desaparecido, a lo largo de la historia dice el citado artículo:

¿Se podría calcular cuántas religiones se han extinguido a lo largo de la historia? “Es una pregunta difícil”, responde Abrams. “Debería ser posible obtener una estimación aproximada del orden de magnitud. El problema es que incluso esa estimación sería subjetiva, porque no hay una manera aceptada mundialmente para determinar si dos sistemas tienen suficientes elementos en común como para constituir una sola religión”, matiza. “Se parece bastante a intentar contar el número de especies que han vivido en algún momento en el planeta, pero es incluso más complicado”.


Podemos aplicar el título del artículo a una de las falsas religiones, el credo islamista. Pero daría igual hablar de cualquier religión enquistada en la vida social y política de cualquier pueblo y de cualquier momento de la historia de la humanidad, por ejemplo la religión egipcia, donde el faraón venía a ser otro dios más, primado de ella. Y con todo rigor podemos deducir elementos negativos en ellas, salvando sin embargo otros aspectos asumibles por cualquiera, sea persona religiosa o no. El orden de los aspectos nocivos es lo de menos, porque no se pretende dar más importancia a uno sobre otro de sus aspectos dañinos.

1. Institucionalización, estatalización, burocratismo. Todas las religiones del pasado terminaron en ser una organización más del estado, si no la más importante. No deja de ser una traición a los principios éticos de cualquier religión, cuando de salvar y no tiranizar al individuo se trata.

El Islam, desde sus inicios, ha buscado hacerse con el poder, conquistarlo… Cuando no ha sido así, el poder político se ha servido de ella, de todas las religiones, de las falsas, por supuesto. Y casi siempre tal alianza ha sido beneficiosa para ambos, pero no para las personas que son sus fieles: lo que ha devenido ha sido la conquista o alianza con el poder para, de este modo, poder oprimir al pueblo y exprimirle.

Las religiones comenzaron siendo intérpretes de los fenómenos naturales y del cosmos además de creadoras de todo un corpus de principios morales para organizar, mejorar y controlar las relaciones entre los hombres… Sin embargo acabaron, todas, convirtiéndose en instrumentos del poder en manos de unos pocos. Estos pocos adujeron ser los intérpretes y canalizadores de la “voluntad de Dios” como medio para otros fines inconfesables. Siempre ha sido así y así continúa siendo.

2. Fanatismo. Podríamos decir que contraría las consideraciones anteriores, pero no es así: institucionalización del aparato rector (v.g. colonización de América), fanatismo inducido en las bases crédulas (v.g. el Islam de hoy). Las creencias paralizan, cortocircuitan, reprimen el pensamiento, especialmente en aquellas personas menos dotadas de cualidades intelectuales y poco dadas a ejercer el pensamiento crítico.

Fanatismo en su doble vertiente: proselitismo de quienes pretenden extender su fe sin permitir oposición alguna, fanatismo cuando las creencias se sienten amenazadas por enemigos exteriores. ¡Cuántos males ha acarreado a lo largo de la historia! El fanático está convencido de que su verdad, lo que él cree, es “la” verdad. Es incapaz de someter a juicio crítico, juicio personal aquello que cree.

Debe defender esa verdad en la que cree la por los medios que sean: nadie debe poner en duda ni menos socavar sus creencias. Hoy asistimos a otro elemento añadido: el terror en que vive aquél que se ve obligado a defender las creencias impuestas por sus mentores.

Al fanático le han convencido de que su causa es justa por ser la “causa de Dios”. De ahí que se niegue a cualquier tipo de razonamiento. De ahí que tenga que usar cualquier medio, aunque en su mente pueda considerar injusto, para defender la honra de Dios.

(Continúa mañana)
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