Carta abierta al cardenal Omella, presidente de la CEE Aradillas: "Que Nuestra Señora de Guadalupe deje su exilio actual en tierras toledanas y pertenezca, con todas sus consecuencias, a Extremadura"
"¿Consideraría posible que, por ejemplo,, la Virgen de Monserrat, perteneciera eclesiásticamente a cualquier otra diócesis, no catalana, como, Huesca, Zaragoza, Barbastro, o Teruel-Albarracín?"
“Después de revolver -sin acento de violencia en la “o”,- Roma con Santiago”, en conformidad con el evangelio, los buenos modales y por los caminos oficiales y oficiosos establecidos por los cánones, le dirijo a usted esta carta, en su condición de Presidente elegido democráticamente por el resto de obispos de la Conferencia Episcopal Española –CEE- . Motiva su envío, entre otras razones saber de muy buena tinta, avalado además por hechos concretos, que usted encarna el más fiel “franciscanismo”, hoy al servicio del pueblo, ejercido por el papa desde la sede romana.
Se trata del sempiterno problema social-político y sobre todo eclesiástico, único en el orbe católico, que se vive en tierras extremeñas, de que su Patrona, civil y religiosa, Nuestra Señora la Santísima Virgen de Guadalupe, con su inexcusable proyección pastoral hacia las tierras hispanoamericanas, deje su exilio actual en tierras toledanas y pertenezca, con todas sus consecuencias pastorales y de las otras, a la provincia eclesiástica de Extremadura, Comunidad Autónoma constitucionalmente distinta a la de Castilla -La Mancha,
Los en pasados tiempos imperiales, todopoderosos arzobispos primados de Toledo, aunque hoy despojados, por desuso y comportamientos de sus privilegios y “armas”, conquistaron “manu militari” la franja de tierras extremeñas en las que se ubican el santuario y el monasterio de Guadalupe –nada menos que “Patrimonio de la Humanidad” , y así, “reconquistadas” siguen las cosas, sin que las gestiones de los obispos extremeños y sus autoridades políticas de cualquier signo, sigla y condición, junto con instituciones y organismos provinciales y locales, hayan logrado que la Iglesia oficial dé un solo paso a favor de la “redención” de su Patrona, que también lo es de la Hispanidad. El camino de las gestiones efectuadas por las referidas “fuerzas vivas” extremeñas, tuvo sus correspondientes “estaciones” en la misma Roma, en la CEE, y en entidades relacionadas de alguna manera con el tema.
Pero antes de seguir con mi exposición, le formulo esta inocente pregunta: ¿Consideraría posible que, por ejemplo,, la Virgen de Monserrat, perteneciera eclesiásticamente a cualquier otra diócesis, no catalana, como, Huesca, Zaragoza, Barbastro, o Teruel-Albarracín?. En tan inédito caso, ¿no hubiera sido la primera de sus reivindicaciones pastorales a las que entregara su tiempo y capacidad de influencias divinas y humanas lograr borrar del mapa de los absurdos históricos barbaridad tan ofensiva para esa parte del pueblo de Dios que peregrina por las depauperadas tierras extremeñas?
Pero lo que más hiere y confunde a los extremeños, católicos, apostólicos, romanos y marianos de toda la vida, es la inexistencia de razones y de catequesis que caracteriza a la jerarquía eclesiástica al solicitarle las explicaciones a la continuidad de la situación actual.
La de que “se trata de un capricho del ya emérito don Braulio, carecía de consistencia, dado que, siendo este substituido por otro, todo sigue exactamente igual. Además, lo de “capricho” como norma canónica, pastoral y de convivencia, ni siquiera como “para andar por casa, no parece ni serio ni formal.
La explicación de que la solución ha de venir de Roma, se califica de solemnísima tontería y más en la actualidad, cuando es proclamado y demostrado que “de Roma viene lo que a Roma va” ( y si es con denarios, más presto será), principio que constituye uno de los objetivos reformadores de la ardiente tarea-ministerio en la que está empeñado el papa Francisco.
La razón de que “doctores tiene la Iglesia…” está más que superada, entre otras cosas porque el número de seglares –ellos y ellas- está ya a la par, o supera, al de los mismos obispos, con títulos universitarios en Ciencias Sagradas y aún con notas académicas superiores, con inclusión de los doctorados “in utroque”.
Culpar de “desaguisado antieclesiástico” el que provocó el arzobispo toledano Ximénez de Rada al frente de su ejército reconquistador, “vía Cruzada”, de las tierras moras, no parece congruente en estos tiempos de comprensivos saludos y fraternales abrazos islámicos.
Quede constancia, señor Cardenal Presidente de la CEE., que en el proceso del desolador e internacionalmente reconocido subdesarrollo de Extremadura, la Iglesia participó y participa, dado que aún religiosamente la tiene sin “Patrona”, según el sentir del pueblo….
Por favor, y tal y como ha acontecido hasta ahora, no nos dé usted, señor Cardenal, “la callada por repuesta”, aunque el tema no sea de su plena competencia canónica. La caridad cristiana, el sentido jerárquico, la educación y la cortesía –que hasta el presente “brillaron por su ausencia”- exigen explicaciones claras y, a ser posibles, convincentes, además, por supuesto, de las puramente administrativas, que “de todo hay en la Viña –turismo- del Señor”.
Las Casas Regionales de Extremadura- también las catalanas- están a la espera de que pasen cuanto antes los nefastos tiempos coronavíricos en los que vivimos, para organizar una peregrinación masiva ante el palacio “primado” de Toledo, y volver a exponer sus santas, legítimas y devotas reivindicaciones marianas. Y es que, como siempre, la solución habrá de venir en la Iglesia con la activa participación de los laicos y, si son “laicas”, mejor que mejor.
Admira y sorprende a estas alturas extremeñas, que el arzobispo de Toledo y de Guadalupe –“paraíso de Isabel la Católica”- celebre y aplique misas solemnes a favor de la azarosa y discutible beatificación de la Reina, esposa de Fernando, tan católico como ella, y no resuelva, ya y perentoriamente, el patronazgo “administrativo” de la Virgen de Guadalupe… ¡Muchas gracias¡
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