Crónicas desde la JMJ (I) Mochilas preparadas. Destino: Cracovia 2016

(Francisco Javier Garrido Hernández, MJS, peregrino de Cracovia 2016).- Sin duda alguna uno de los pasajes evangélicos que más me gustan y me llenan de tranquilidad el corazón es aquel que nos narra la transfiguración del Señor en el Monte Tabor. Me gusta imaginar ser uno de los tres apóstoles que subieron con Él a tan bello monte y ser el que le pida a Jesús construir allí tres cabañas, y quedarnos con Él en esa tranquilidad infinita en mitad de la naturaleza.

Hola a todos, soy Javier Garrido, Javi para los amigos y voy a tener la suerte de compartir con todos vosotros mi experiencia más personal durante esta Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Cracovia a partir del martes 26. No pretendo en este espacio narraros una perfecta crónica de lo que suceda cada día en esta ciudad polaca. Lejos de eso, quiero aprovechar este espacio para abriros mi corazón, para compartir con vosotros todo lo que mis ojos y oídos sean capaces de recoger.

Viviré esta experiencia desde el grupo del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) de España, en total unos 60 españoles, acompañados de cinco salesianos. En concreto, pertenezco a la casa salesiana de la Santísima Trinidad de Sevilla, y vamos un total de veinte animadores de esta casa. Los preparativos han sido ilusionantes, al igual que agotadores durante todo este año, pero todo el trabajo ha merecido la pena y hoy por fin partimos hasta Varsovia para mañana lunes juntarnos en Czestochowa con todos los españoles que han viajado a esta JMJ.

Me pidieron que estos espacios que vamos a compartir, como os he dicho, sean un encuentro muy personal, y en fin, ¿por qué no empezar ya a compartir? Mirad, llego a esta JMJ cansado, la verdad. He estado de campamento hasta el pasado jueves 21, con chavales de lo que nosotros llamamos ADS2, chavales de 14 años. Ha sido una semana preciosa, en la que dentro de nuestras limitaciones, el equipo de animadores hemos intentado orientar un poco más estos chavales a Cristo. Han sido diez días intensísimos y preciosos, pero imaginaros cómo de agotadores. El día de irme al campamento me preguntaron que cómo iba a hacer para preparar la maleta a Cracovia en tan poco tiempo, y en fin, tuve que dar gracias de nuevo por esa madre que tengo que sabía que nada más llegar del campamento iba a estar ahí lista para que todo estuviera listo hoy. Qué bonito es abandonarnos en las manos de nuestras madres siempre.

Con lo que no podía abandonarme en ella era en la otra maleta, en la maleta que no podía preparar en dos días y que sí llevaba haciéndolo prácticamente ya desde hace un año. Para esa otra maleta decidí desde el momento en que me hicieron esa pregunta abandonarme en las manos de mi otra Madre, esa que es Auxiliadora y Esperanza nuestra todos los días de nuestra vida. Recé por ser la boca y las manos de su Hijo durante los próximos diez días que iba a vivir de campamento, y así poder llenarme de fuerza para esta JMJ.

Ninguna de las dos madres me ha fallado, estaba claro. Mi maleta esta lista, solo falta meter el cepillo y la pasta de dientes. Y la otra maleta está a punto de explotar, rebosante del amor que estos chavales de Don Bosco me han devuelto, rebosante de todos los juegos que en este Valdocco antequerano hemos realizado y de la felicidad que ha sido compartir con estos jóvenes la experiencia de Cristo durante diez días. Ahora toca abrir estas dos maletas en Cracovia y compartir con todo el mundo estas ganas de anunciar a Cristo, porque este mundo enfermo necesita de nosotros, los jóvenes católicos, para llenarlo de amor y vida.

Empezaba este artículo diciéndoos cual es uno de mis textos favoritos del evangelio. Ahora me gustaría desvelaros que realmente este texto es precioso para mí por lo que viene después. El mismo día que terminaba el campamento, con los autobuses listos en la puerta para llevarnos a nuestros lugares de origen tuvimos la obligatoria oración de envío. En ella Jesús nos habló bien claro: ‘Id y anunciad el evangelio'. Y es por esto que amo el momento vivido por los apóstoles en el Monte Tabor. Los cristianos no podemos vivir en una tienda de campaña permanente, sin incomodidades y sin dificultades, Cristo no quiere esto de nosotros. Pero al fin y al cabo, también necesitamos de estos momentos para coger fuerzas en nuestro viaje de la vida.

Cracovia será una nueva tienda de campaña en mi Monte Tabor, pero no quedará ahí, quedará en mi corazón (y espero que también en el vuestro) lleno de experiencias, miradas, momentos, gestos, oraciones, sonrisas, lágrimas... y esto nos servirá para llevar a cabo nuestra razón de ser: anunciar a Cristo.

Espero no defraudaros en estas líneas que comartiremos estos días.
Rezo por todos vosotros.

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