No Casaldáliga, la Iglesia. No la Juan XXIII, la Iglesia. No Masiá, la Iglesia. No Samuel Ruiz, la Iglesia. Tantas veces como lo he dicho siempre alguien me ha replicado que la verdadera Iglesia, la de Cristo donde de verdad estaba era en esos individuos singulares, en esos grupos pintorescos y contestatarios, en la desobediencia, en la rebelión Ayer mismo el Papa dijo en la audiencia de los miercoles todo lo contrario. Exactamente lo que venía repitiendo yo.
"Los doce Apóstoles son el signo más evidente de la voluntad de Jesús respecto a la misión de su Iglesia. Entre el Hijo de Dios hecho carne y su Iglesia no hay contraposición sino una profunda y misteriosa continuidad. Por eso no tiene sentido una frase que se ha difundido durante algún tiempo: "Jesús sí, la Iglesia no". Cristo está presente hoy en su pueblo y, de modo particular, en aquellos que son los sucesores de los Apóstoles".
En aquellos. No en uno o en tres insolidarios con el resto. La Iglesia es apostólica. No de grupos contestatarios separados de los Apóstoles. Y al que no le guste pues, puerta. Ya está bien de tanta tabarra diaria que además no tiene el menor éxito. Porque, quiéranlo o no, estas son lentejas: las tomas o las dejas.
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