Este comentario va a ser muy breve. Porque hay cosas que se comentan solas. No es necesario añadir nada. Los dinosaurios quieren morir matando. A los suyos. El último cadaver es el del jesuita Masiá.
La Asociación de Teólogos Juan XXIII, perdón, y de teólogas, ha respaldado en una nota a este jesuita rebelde y cabreado. No me extraña nada y lo daba por seguro. Los viejos dinosaurios, que hoy preside mi paisano Julio Lois, hacen lo esperado. Y terminan de hundir al exprofesor de Comillas. Algo así como si la junta directiva del Barcelona publicara una declaración identificándose con Ronaldo y exigiendo que fuera titular en todos los partidos que vaya a jugar el Real Madrid.
Y, a lo de siempre. Lo que diga Tamayo, o Miret, o cualquier cura secularizado y casado, lo respeto. Dicen lo que quieren. Lo que sigo sin entender es que esas cosas también las digan quienes están sometidos por obediencia a sus superiores religiosos o a sus obispos.A los rebeldes también puedo entenderles. A quienes no puedo entender es a sus superiores. Sean obispos o religiosos. ¿Se me entiende? Creo que sí.