Cuaresma... Jonás
Dios ha movido el corazón de los habitantes de la gran ciudad de un modo distinto de cómo Jonás había imaginado.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
El pequeño libro de Jonás recoge en un breve relato muchas reacciones que todos podemos tener ante el querer de Dios.
Jonás es enviado por Dios a predicar la necesidad de la conversión a unos hombres que viven en la gran ciudad, seguramente atareados con muchas cosas, pero que han olvidado la distinción entre el bien y el mal.
Parece imposible que nadie escuche sus palabras, Jonás tiene la conciencia de que sus palabras son inútiles, nadie le hace caso. Él cruza la ciudad y está tan convencido de que nadie presta atención a cuanto les dice que no puede darse cuenta ni captar que hay entre esta gente un movimiento creciente de deseo de conversión y penitencia, incluso el rey se siente movido a la oración y ordena que todos, incluso los animales, hagan lo mismo.
Jonás, cuando ha cruzado la ciudad no ha captado ningún cambio en la gente y por eso busca un ricino para sentarse y ver el actuar de Dios. Dios ha movido el corazón de los habitantes de la gran ciudad de un modo distinto de cómo Jonás había imaginado.
¿No soy a veces yo como este Jonás que no capta el deseo de bien y de conversión que crece en los demás?
Ahora en esta cuaresma que parece absorbida por los problemas del virus que nos cambia la vida, ¿cómo hallamos caminos nuevos hacia la Pascua?, si esperamos que todo se mueva de acuerdo con parámetros habituales no podremos descubrir la novedad del Resucitado.