“Iniciativa audaz y valiente de denuncia en un lugar público y significativo como es la iglesia de la Virgen Blanca” Elizalde preside una misa por Venezuela en la diócesis de Vitoria
Algunos de los asistentes portaban un lazo negro en memoria de las personas asesinadas por el régimen de Maduro y por las que se ha pedido en la celebración
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Este año la festividad de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, ha tenido una doble celebración cargadas de simbolismo.
Por un lado, y como viene siendo ya tradición desde hace años, la parroquia de Santa María, centro espiritual del Programa Berakah, acoge la fiesta mariana de los venezolanos, que son protagonistas con sus trajes típicos, sus banderas, sus cantos y, sus plegarias en la diáspora obligada.
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Pero la dura e injusta situación provocada por Nicolas Maduro tras el no reconocimiento de los resultados legítimos de las últimas elecciones ha llevado a la comunidad venezolana en Vitoria-Gasteiz a solicitar al obispo una misa donde exponer sus plegarias a la patrona de Venezuela y también a la patrona de la ciudad, la Virgen Blanca, en su casa, en la iglesia de San Miguel, donde se guarda su capilla y en cuyo pórtico la imagen de la patrona es testigo de la vida de esta ciudad.
Con el reconocimiento de Edmundo Gonzalez como el legítimo presidente por parte de las Cortes españolas esta semana como telón de fondo y la esperanza del mismo reconocimiento en el Parlamento europeo, la comunidad venezolana mostró su fe y su preocupación por el país y los suyos en aquellas tierras. Con la esperanza viva pero el miedo a la resistencia violenta chavista.
Un significativo grupo de venezolanos se hizo presente en la misa presidida por el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, quien comenzó su homilía dando los datos que ACNUR ha facilitado sobre la diáspora de venezolanos que alcanza los 7 millones y los más de 9 millones que sufren pobreza y vulnerabilidad en el país. Se hizo eco de la denuncia que tanto la oposición como los obispos venezolanos han dejado patente tras las elecciones del 28 de julio. “Se ha de respetar la voluntad popular” dijo Elizalde. “Hoy se encarcela y se mata al que pide justicia, paz y verdad” ha seguido diciendo. “La democracia puede ser frágil y estar amenazada por los totalitarismos” dijo el obispo ante un templo en el que había fieles vitorianos de toda la vida, representantes de cofradías de la ciudad y miembros de la clase política, que, a título personal también quisieron sumarse a la misa.
“El pueblo ha tenido un comportamiento cívico antes, durante y después de las elecciones” ha dicho el obispo, quien ha recordado algunas frases del Papa Francisco como las dichas en su regreso del último viaje: “Todas las dictaduras suelen acabar mal”.
Elizalde ha calificado la propuesta de esta misa por el pueblo de Venezuela como una “iniciativa audaz y valiente de denuncia en un lugar público y significativo como es la iglesia de la Virgen Blanca”.
Elizalde, que gusta de citas y sentencias ha recordado la que dice que “hace falta más valor para la paz que para la venganza” y ha concluido diciendo que “queremos como iglesia diocesana de Vitoria apoyar este proyecto porque está en juego la dignidad del pueblo de Venezuela”, a cuyos representantes en Vitoria ha agradecido su presencia rejuvenecedora de la feligresía alavesa.
Algunos de los asistentes portaban un lazo negro en memoria de las personas asesinadas por el régimen de Maduro y por las que se ha pedido en la celebración.
Non solum sed etiam
Representantes del Partido Popular en Álava como son Iñaki Oyarzabal y Javier De Andrés han estado presentes en la misa, el segundo por motivos de lazos familiares también. Al finalizar la celebración comentaba, “he visto mucho dolor”. Considera importante los reconocimientos públicos que se están haciendo a Edmundo González pero reconoció que el actual gobierno venezolano está salpicado de crímenes y criminales y eso dificultará una pacífica transición.
Entre los asistentes estaban también un grupito de religiosas, ermitañas de la eucaristía, las cuatro procedentes de Venezuela desde donde llegaron hace dos años para instalarse en la localidad cercana a Vitoria-Gasteiz de Legutiano, donde colaboran en la pastoral junto a un sacerdote colombiano.
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