"El principio que desarrolla Francisco evita que el directivo se quede en la parte y pierda la mirada del todo" Gestionar las crisis de la escuela desde Evangelii Gaudium

Escuela
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No en pocas oportunidades he escuchado decir a los directivos de las escuelas que están desbordados por las crisis, que viven apagando incendios, que lo urgente les quita por sobre lo importante…

¿Cómo hacer que quien dirige no termine ahogado en la coyuntura o atrapado en una “jaula de hierro" weberiana que representan los requerimientos administrativos en la que las personas se ven asfixiadas por la burocracia que les cercenan la libertad y autonomía?

Evangelii Gaudium del Papa Francisco nos da algunas pistas

No en pocas oportunidades he escuchado decir a los directivos de las escuelas que están desbordados por las crisis, que viven apagando incendios, que lo urgente les quita por sobre lo importante, que están abrumados y atrapados por los problemas y dificultades tanto con alumnos, docentes y familias, o que los requerimientos administrativos no les dejan espacio para ocuparse de lo pedagógico.

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Quien conduce se ve atrapado, cada vez más, en alguna de las circunstancias que les compartí en el primer párrafo. Entonces, ¿cómo hacer que quien dirige no termine ahogado en la coyuntura o atrapado en una “jaula de hierro" weberiana que representan los requerimientos administrativos en la que las personas se ven asfixiadas por la burocracia que les cercenan la libertad y autonomía?

Escuela en llamas
Escuela en llamas

¿Cómo gestionar los conflictos y las crisis de la escuela?

Evangelii Gaudium del Papa Francisco nos da algunas pistas:

Es parte de la tarea del directivo, la fundamental, ser directivo y pastor de su comunidad educativa. El directivo pastorea, y intenta iluminar desde la Fe, “fiel al modelo del Maestro, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo” (EG 23). Sin temor y sin lentitud de hablar de Jesús, siempre y en toda circunstancia, ahí es cuando el directivo ayuda a levantar la mirada, orientar a las personas, despertar la Vida en Abundancia en los demás. El directivo puede preguntarse en su discernimiento antes de obrar: “¿Qué pensaría, que sentiría, que haría hoy Jesús en mi lugar?”. A la vez puede hacer que otros se hagan esa triple pregunta: sus alumnos, sus docentes, las familias del colegio. Esa triple pregunta nos posiciona frente a Jesús y es “la alegría del Evangelio que es para todo el pueblo, y no puede excluir a nadie” (EG 23).

Otras pistas para gestionar las crisis, muchas veces incendiarias, que tenemos en las escuelas nos las da el Papa con algunos principios y coordenadas que desarrolla en el capítulo cuarto, tercera parte cuando habla del Bien Común y de la Paz Social.

El Papa nos dice “que el tiempo es superior al espacio” es decir, “hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite” (EG 222). Lo que implica la capacidad de aceptar lo límites de la propia realidad sin precipitarse ansiosamente en querer solucionarlo todo de manera cortoplacista. El Papa nos dice que “este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad. Es una invitación a asumir la tensión entre plenitud y límite, otorgando prioridad al tiempo” (EG 223). Son más importantes los procesos que generan cultura a lo largo del tiempo que los resultados inmediatos pero que se secan rápido y son pan para hoy hambre para mañana. Hay que apostar a engendrar procesos más que al resultadismo exitista con la paciencia del sembrador que siembra sabiendo que no todo se pierde y que dará fruto a su debido tiempo.

Otra pista nos lleva a sobrevolar los conflictos y a no librar pequeñas batallas, como el avión sobrevuela la tormenta para no quedar atrapado en ella. A veces, como directivos, el tiempo se nos va en “chiquitajes” y perdemos de vista el objetivo mayor y el horizonte. Esto sucede con los conflictos, por eso el Papa nos dice: “El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad” (EG 226).

El Papa nos señala distintas actitudes que suelen ocurrir ante el conflicto: “algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. «¡Felices los que trabajan por la paz!»” (EG 227).

La tercera actitudimplica gestionar el conflicto ni esquivarlo ni barrerlo debajo de la alfombra ni pateárselo a mi sucesor (cosa que ocurre con directivos pronto a dejar la escuela). Si la gestión educativa es hacer que las cosas sean, una de las cosas es transformar el conflicto en una ocasión de aprendizaje y crecimiento. Hay ríos de tinta sobre resolución de conflictos, pero lo fundamental es pensar muy bien la comunicación en tiempos de crisis, dejándose asesorar y buscando buenos consejos y consejeros. ¡Cuántos conflictos mal encarados inicialmente hicieron de una chispa un incendio de toda la comunidad educativa! Como recuerda el proverbio latino: “Parvus error in principio magnus est in fine”.

La comunicación es generadora de Esperanza, porque en medio de la crisis, aun incendiaria, apacigua la incertidumbre, pone “el gesto y la palabra oportuna” que muestra a la comunidad que quienes conducen están con las manos en el timón, saben a dónde quieren ir, y como llegar. La comunicación nos posibilita tener un oído en el Pueblo y el otro en el Evangelio escuchando desde arriba y desde abajo la voz de Dios que guía nuestro peregrinar escolar.

Generar procesos

El directivo está llamado a ser magnánimo y a mirar más allá y a ayudar a mirar más allá, en sentido inmanente y transcendente, esto ayuda a relativizar los conflictos y a minimizarlos o darles su justa medida. Por el eso el principio que desarrolla el Papa Francisco evita que el directivo se quede en la parte y pierda la mirada del todo, entonces se preocupará por una parte de la escuela. Por ejemplo, en complacer a los maestros y cuidarlos paternamentemente, o aún más como un amigo y no como un directivo. “El todo es superior a la parte” (EG 236), ese principio ayudará al directivo a pensar en grande, superando los “chiquitajes” que se presentan en la vida cotidiana escolar, y pudiendo aunar como en un poliedro “todas las parcialidades que en él conservan su originalidad” (EG 236).

Por último, no debemos olvidar nunca que “la realidad es más importante que la idea” (EG 231) para no caer en la gestión desde los escritorios, con ideas de escritorio, con decisiones de escritorio, el directivo debe caminar la escuela, escuchar y dialogar sinodalmente. Las ideas no están mal, sino como señala el Papa Francisco “entre la idea y la realidad (. . .) se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad” (EG 231). Ese diálogo constante genera una cultura del encuentro por parte del directivo que al “pasillar” y “patear” (disculpen los neologismos) la escuela se detiene a escuchar fomentando la comunicación abierta y el trabajo en equipo.

El diálogo sinodal es visto por el Papa Francisco como un medio para trabajar colaborativamente, promover la paz, la justicia y el respeto mutuo.

Cultura del encuentro
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