Cuando la Biblia deja de ser arqueología, objeto de curiosidad para eruditos, y se convierte en palabra viva El Génesis con ojos laicos

Adam; Eve  - Giuliano di Piero di Simone Bugiardin
Adam; Eve - Giuliano di Piero di Simone Bugiardin MET

Acostumbramos a dar por sentado que Adán y Eva comieron una manzana prohibida. Pero, si acudimos a los textos, comprobaremos enseguida que no hay ninguna mención sobre qué tipo de fruta fue la responsable del pecado original

Los editores de El libro del Génesis liberado (Blackie Books, 2021) han puesto un cuidado exquisito en poner la historia de nuestros padres, y de sus descendientes, al alcance de todo tipo de público

Mucha gente supone que la lectura de la Biblia debe ser un asunto exclusivo de creyentes y olvidan así que nos hallamos ante un clásico imprescindible, tanto como la Ilíada o la Odisea

Acostumbramos a dar por sentado que Adán y Eva comieron una manzana prohibida. Pero, si acudimos a los textos, comprobaremos enseguida que no hay ninguna mención sobre qué tipo de fruta fue la responsable del pecado original. Suponemos también que los antiguos hebreos creían en un solo Dios. Pero, si esto es así, ¿Por qué encontramos referencias a lo que parecen dos divinidades distintas, Elohim y Yahvé? Tampoco podemos estar seguros, además, de que Eva surgiera de una costilla. Ni nos atrevemos afirmar que Esaú vendiera su primogenitura por un plato de lentejas. Lo que se puso a devorar, tras un día agotador de trabajo en el campo, era un “guiso rojo”.   

Este tipo de sorpresas es perfectamente corriente: las fuentes directas acostumbran a dinamitar muchas de las cosas que creíamos saber. La Biblia no es, por supuesto, ninguna excepción. Mucha gente supone que su lectura debe ser un asunto exclusivo de creyentes y olvidan así que nos hallamos ante un clásico imprescindible, tanto como la Ilíada o la Odisea. Su conocimiento, por tanto, tiene que ver con la cultura general con independencia de que cada uno de nosotros tengamos o no principios religiosos. Es por eso que los editores de El libro del Génesis liberado (Blackie Books, 2021) han puesto un cuidado exquisito en poner la historia de nuestros padres, y de sus descendientes, al alcance de todo tipo de público. La idea era presentar esta narración, una de las más antiguas, sin dejarse llevar por prejuicios a favor o en contra de la fe. 

Noah leaving the Ark.
Noah leaving the Ark.

Gracias a esta original iniciativa ha llegado nuestras manos un volumen editado con auténtico primor, lleno de abundantes explicaciones en los márgenes de las páginas y de numerosas ilustraciones. Los cincuenta capítulos se presentan sin la división tradicional en versículos. Esta decisión tal vez provoque extrañeza aunque lo cierto es que, de esta forma, se gana mucho en agilidad. 

Las notas nos permiten introducirnos en el tremendo impacto que el primer libro bíblico tuvo a lo largo de los siglos. Las mejores inteligencias lo estudiaron desde todos los puntos de vista, en ocasiones a la búsqueda de datos que hoy nos parecen inverosímiles. El arzobispo anglicano James Ussher, en el siglo XVII, llegó al extremo de proponer una fecha demasiado exacta para el origen del mundo, el domingo del 22 de octubre de 4.004 a.C., a las 18.00 horas. Tampoco faltó quien pretendiera averiguar cuál fue el idioma original de la humanidad, el que se hablaba antes de la torre de Babel. Para los vascos Manuel Larramendi, Juan de Perocheguy o Juan Bautista de Erro, estaba claro que tal idioma había sido el euskera. 

Estos y otros autores se perdieron en los detalles, en simples minucias a las que concedieron una importancia desorbitada. Otros, en cambio, se preocuparon de cuestiones mucho más trascendentes. Para el filósofo Immanuel Kant, el momento en que el primer hombre y la primera mujer cubrieron sus cuerpos significó el triunfo de la razón sobre el instinto. La humanidad, en adelante, nunca volvería a ser la misma. A si vez. Leonardo de Pisa, en el siglo XIII, hizo avanzar las matemáticas mientras intentaba calcular cuantos conejos nacieron de la pareja que se hallaba en el arca de Noé durante el tiempo que duró su navegación.   

Aproximaciones diversas

Las aproximaciones al Génesis resultaron muy diversas. Unas se hicieron con voluntad de conocimiento, otras con sed de dominio. Para los partidarios de la esclavitud, la servidumbre de los negros se justifica por su supuesta procedencia de los preadamitas, la gente que existía antes que Adán y Eva. ¿Seres humanos anteriores a la creación? Esta hipótesis permitía rellenar algunos huecos de la explicación bíblica porque, si al principio solo existió una pareja y esta pareja tuvo hijos, ¿de dónde surgió la esposa que encontró Caín después de asesinar a Abel y cómo es que el fratricida fundó una ciudad?  

Después de la traducción del Génesis, el volumen se compone de una segunda parte con una recopilación de textos, de distintos autores y épocas. La escritora Sara Mesa, por ejemplo, nos cuenta las razones para leer el libro bíblico con nueve años. A esa edad, uno se deja fascinar por las aventuras y toma a sus protagonistas por “personajes”. A continuación, Stephen Hawking nos explica por qué carece de sentido hablar de tiempo antes del inicio del universo. Hallamos, asimismo, una disertación de dos ilustrados, Diderot y D’Alembert, sobre la construcción del Arca de Noé, su capacidad y la alimentación de los animales. 

Aunque los editores han trabajado con una gran ecuanimidad, en algún punto las introducciones se dejan llevar por prejuicios presentistas. Como cuando nos dicen que el relato de la creación fue creído por millones de personas, al pie de la letra, aunque se distingue por su falta de verosimilitud. En realidad, lo que es creíble o increíble depende la época en la que viva el lector. Si pudiéramos explicar a un judío del siglo X a.C. la teoría del Big Bang, sin duda la rechazaría por estrafalaria. Para la mentalidad propia de su tiempo resultaba mucho más convincente que bastaran seis días para originar todo lo que hay en la Tierra y el Universo. 

No obstante, otras interpretaciones laicas poseen una gran fuerza. En un mundo como el nuestro, en el que las guerras, el hambre o las devastaciones generan más de ochenta millones de refugiados, presentar a Adán y Eva como los primeros desplazados nos permite reencontrarnos, seamos o no creyentes, con una fuente inagotable de solidaridad. La Biblia deja de ser entonces arqueología, objeto de curiosidad para eruditos, y se convierte en palabra viva que nos empuja a no ser espectadores sino agentes en la lucha contra la injusticia. 

Display dish with the Temptation of Adam and Eve, Delftware (tin-glazed earthenware), British, probably London

Primero, Religión Digital

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