La risa es buena, pero…

Enfermos y Debilidad

La risa es buena, pero…

risa

(Aula  de la farmacia)

Me dijeron de un hombre muy mayor, muy grueso y muy enfermo del corazón que se marchó de este mundo después de un ataque de risa provocada por alguna ocurrencia de un visitante. Me impresionó. ¿Cómo es posible? Y sin embargo, la risa es un remedio de lo mejor para sanar de muchas dolencias. También ha llegado a mis oídos un dicho: “Si la risa se pudiera comprar en las farmacias, todos los médicos recetarían unas cuantas carcajadas diarias”.

 Porque la risa ejercita el diafragma, tan difícil de mover como no sea por medio de la respiración. Mientras reímos, la sangre se combina de una forma más espontánea y fácil con el oxígeno del aire inspirado. Por eso muchos médicos afirman que la salud está en proporción directa con la risa. Pocos ejercicios producen en el alma una sensación de serenidad y de paz tan completa como unas risotadas en un clima de sana alegría. La risa tiene la facultad de bajar la tensión arterial, favorecer la digestión, amortiguar el estrés. Además, mientras estamos en un ambiente de jolgorio sereno, los pulmones expulsan con mayor facilidad el aire viciado. Lo mismo que con  el deporte, se cumple con la risa aquello de “mente santa en un cuerpo sano”.

 También algunos aromas disfrutan de efectos saludables. Afirman quienes saben mucho de esto, que el olorcillo del coco es bueno para estimular el apetito, evita la apatía e incluso favorece la curación de la anorexia y bulimia. El aroma de espliego nos relaja en estados de ansiedad y de insomnio; también llega a quitar el mal humor. Todos saben desde muy antiguo que los efluvios de eucalipto siempre se han empleado para aliviar el catarro y la gripe; siempre despeja las  vías respiratorias.

Me decía un amigo andaluz que “El aroma de la manzana tira al médico por la ventana”, en el sentido de que en la casa donde abunda este fruto difícilmente se contraen enfermedades. Además, favorece la memoria, ayuda a la función biliar y a los riñones.

 Es bueno descubrir cada día distintos remedios para nuestros males. Pero me da la impresión de que muchos tan solo se fijan en los padecimientos corporales. También el espíritu necesita aromas nobles que le estimulen a la santidad, pero esto no se consigue por medio de plantas ni de frutos del campo, sino por ambientes selectos, compañías de personas de gran virtud, acercamiento a hombres de Dios. En lo que coinciden tanto el cuerpo como el alma es el aprecio de la alegría: la risa franca para el organismo, la sonrisa suave para la virtud. Existen refranes muy conocidos que lo afirman. Siempre es bueno cuidar el cuerpo. Pero muy por encima de ello está el cuidado de nuestra alma.

José María Lorenzo Amelibia

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