La teóloga, uno de los platos fuertes del Foro Krisare (14-16 de marzo) en Vitoria Mónica Díaz Álamo: "El camino sinodal nos puede ayudar a avanzar, no solo a las mujeres, sino a toda la Iglesia Pueblo de Dios"
"La sinodalidad supone viajar juntos y en el modo de hacerlo está también el reto que, como Iglesia Pueblo de Dios, tenemos porque en este viaje, no solo debemos reconocer la dignidad de todos y cada uno de los miembros, o las diferentes sensibilidades dentro de la Iglesia, sino también, saber que no todos viajamos del mismo modo"
"Debemos de ser conscientes que existen estructuras de pecado que condenan a una gran parte de la humanidad a la pobreza y la miseria y convierten los derechos, no en una ética de mínimos que todos deberíamos respetar, sino en un horizonte al que tenemos que tender siendo conscientes de las dificultades, no solo sociales y estructurales, sino también, personales porque respetar los derechos humanos de todas las personas pasa también por cuestionar los privilegios de los que disfrutamos muchos y muchas"
| Equipo Asociación KRISARE
Mónica Díaz Álamo, quién participará como ponente en el próximo Foro KRISARE Foroa “Demokrazia: ¿Derechos Humanos en juego?”, que tendrá lugar los días 14 a 16 de marzo en el Palacio de Congresos Europa de Vitoria-Gasteiz, nos guiará con su conferencia "Sinodalidad o viajar en común, una práctica que plenifica los Derechos Humanos". Este Foro está promovido por personas cristianas que necesitamos poder ir más allá, poder ensanchar nuestra tienda para seguir creciendo y desarrollando una Iglesia diversa, plural, feminista, insertada en la sociedad y en el mundo actual.
De la mano de Mónica, en este 8 de marzo, invitamos a reflexionar, reivindicar e implicarnos por los derechos de la mujer en la Iglesia. Licenciada en Sociología y en Teología Fundamental se encuentra actualmente realizando el doctorado en Teología en la línea de investigación: "Espiritualidad en el ámbito público", en la Universidad de Deusto. Es profesora de la titulación DECA (Declaración Eclesiástica de Competencia Académica) en la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Ha editado junto con María Belén Brezmes: "¿Eres tú o esperamos a otro? La salvación en la que creemos las mujeres" y ha publicado el libro "El carisma profético en la Iglesia de hoy. Madeleine Delbrêl y Oscar Romero". Es miembro de la Junta Directiva como vicepresidenta de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE), y a su vez participa en la Revuelta de mujeres en la Iglesia de Madrid y Bilbao, y en el movimiento internacional Catholic Women Council.
¿Qué está aportando este camino sinodal al lugar que tenemos las mujeres en la Iglesia?
El camino sinodal parte de la común dignidad de varones y mujeres hechos a imagen y semejanza de Dios y reconoce la misma dignidad bautismal y la variedad de los dones del Espíritu (cf. Ga 3,28). Este camino nos hace ver que es necesaria una renovación de las relaciones y de cambios estructurales, porque reconoce la diversidad de situaciones y de las injusticias que sufren muchas mujeres en el mundo; además, propone y anima a escuchar y acompañar a las que peor lo están pasando; a que las mujeres participen en las decisiones y en la asunción de roles de responsabilidad en el cuidado pastoral y el ministerio; así como a seguir avanzando para solventar la discriminación que viven en la Iglesia. Creemos que este modo de caminar nos puede ayudar a avanzar, no solo a las mujeres, sino a toda la Iglesia Pueblo de Dios.
Si podemos entender que la sinodalidad es una invitación a caminar junt@s, a vivir conjuntamente, ¿qué actitudes debemos desarrollar o fomentar para llevar a cabo esta invitación? ¿no te parece que en este momento hay voces de mujeres en la iglesia pero no hay votos?
En una Iglesia sinodal debemos escuchar juntos la Palabra de Dios, reconociendo la gracia de la palabra que todos los miembros del Pueblo de Dios tenemos y trabajar nuestras relaciones para transformarlas. Además, una Iglesia sinodal supone trabajar la humildad dejando espacios a las mujeres para que puedan participar y liderar, no por su sexo, sino porque tenemos distintas inteligencias y habilidades que podemos poner al servicio del Reino y enriquecer la diversidad de dones dentro de la Iglesia.
La sinodalidad es tratar de construir una eclesiología de comunión o, en consonancia con la Laudato si (137-162), una comunidad ecológica integral comprometida que respete la autonomía de las personas y reconozca diferentes liderazgos para hacer posible una “saludable descentralización” a la que apunta el papa Francisco (Evangelii Gaudium 16).
¿Qué papel crees que jugarán, o deberían jugar, de aquí en adelante las mujeres dentro de la Iglesia teniendo presente de modo efectivo los DDHH? “¿Quién ha de mover la piedra del sepulcro?” (Mc. 16, 3), ¿cuáles van a ser las piedras más difíciles de mover en la Iglesia? ¿en nuestras Diócesis? ¿en nuestras comunidades? ¿en nosotras mismas?
La Iglesia, y las mujeres como bautizadas, debe practicar la equidad desde este camino sinodal emprendido y también desde la práctica del respeto a los derechos humanos. Equidad supone: valorar a cada persona desde su singularidad, aceptando la diversidad de experiencias de fe y de manera de expresarlas; tratar equitativamente a los miembros de la comunidad valorando las vocaciones diferentes, las capacidades y abogando por la igualdad de oportunidades, ejerciendo liderazgos desde el principio de autoridad en la comunidad.
La sinodalidad supone viajar juntos y en el modo de hacerlo está también el reto que, como Iglesia Pueblo de Dios, tenemos porque en este viaje, no solo debemos reconocer la dignidad de todos y cada uno de los miembros, o las diferentes sensibilidades dentro de la Iglesia, sino también, saber que no todos viajamos del mismo modo: unos y unas lo hacen en avión, otros y otras en coche y muchos y muchas andando. Planteo esta comparación para ser conscientes de la diversidad de situaciones y problemáticas de las cristianas y cristianas en el mundo, lo que condiciona nuestra manera de viajar en esta Iglesia sinodal.
Invitamos a revisar la continuación de la cita bíblica Mc. 16, 4. Y seguimos, para la sociedad los DDHH son un referente. Sin embargo ¿realmente lo son para quienes gobiernan, los son para la clase política, los son para la Iglesia?
Los derechos humanos son un referente válido para construir un mundo más justo y humano, sin embargo, debemos de ser conscientes que existen estructuras de pecado que condenan a una gran parte de la humanidad a la pobreza y la miseria y convierten los derechos, no en una ética de mínimos que todos deberíamos respetar, sino en un horizonte al que tenemos que tender siendo conscientes de las dificultades, no solo sociales y estructurales, sino también, personales porque respetar los derechos humanos de todas las personas pasa también por cuestionar los privilegios de los que disfrutamos muchos y muchas.
¿Qué opinas del Foro KRISARE Foroa?
El foro es una invitación a reflexionar, escuchar y dialogar que nos ayuda a construir una Iglesia sinodal en nuestro ámbito más cercano, y a poner nuestro grano de arena en el trabajo por un mundo más justo y humano que haga realidad el respeto a los Derechos Humanos.
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