Continuando con nuestra Lectio Divina desde el compartir de la Sabiduría de Dios de las compañeras que vienen enriqueciendo el espacio de reflexión a partir de su experiencia de encuentro con Jesús, el Nuevo Templo, que nos acompaña en cada una de nuestras realidades existenciales, les compartimos la reflexión en su sentirpensar de Beatriz Mejía Llano profesional en psicología y docente que se ha vinculado con su experiencia de Fe a este espacio de meditación.

Llegamos al Tercer domingo de Cuaresma del Ciclo B, para encontramos con el Evangelio de Juan conocido como la Purificación del Templo donde Jesús quiere anunciar, proféticamente, una religión nueva y personal. Jesús propone una religión humana, liberadora, espiritualmente comprometida a favor de las hermanas y hermanos más vulnerables. Él estaba hablando de cambiar una religión de culto por una religión donde lo más importante es tener gestos que generen vida en nuestra propia vida y con quienes compartimos en el día a día. Por ello somos invitadas a limpiar todo aquello que nos causan las emociones negativas y a tratar de sanar todas las heridas que tenemos en nuestros corazones para darle entrada a la dinámica de vida de la presencia de Jesús. Susan Rakoczy en su capítulo sobre una ética feminista comenta que “Una mujer libre, una mujer sanada, puede actuar de manera justa con el poder de afectar su propia vida y la vida de los otros, cerca o lejos” (s, f).

Cuando nos purificamos, podemos abrirle espacio a Dios para que habite dentro de nosotras como Él ha querido hacerlo desde que soñó con Crearnos en el seno materno. Ante la propuesta de Jesús podemos preguntarnos: ¿Qué obstaculiza nuestro camino para ser más íntimas y cercanas a Jesús en nuestras vidas diarias? ¿Qué mesas tengo que voltear en mi vida para poder amar a los demás como Dios nos los ha confiado?  

Mirando lo que hizo Jesús ese día, también nos podemos preguntar cómo podríamos voltear algunas de las mesas de algunas instituciones a las que pertenecemos y que no aceptan que las mujeres tengamos igualdad. Todas podríamos unirnos, sin temores, para poder lograr los cambios que queremos y para glorificar a Dios. Esta semana, podemos tomar como ejemplo lo que Jesús hizo en el Templo cuando vio que las prácticas litúrgicas y religiosas iban en contra de la vida y la justicia donde se estaba perdiendo el significado mismo de tener un lugar sagrado para Adorar a Dios. 

Esto mismo lo podemos aplicar a nuestras vidas diarias cuando vemos que hay reglas establecidas que no permiten a las mujeres tener un lugar de igualdad. 

Nosotras, sin temor, debemos ser valientes y empezar nuestra labor de exponer estas desigualdades, tratando de purificar nuestro mundo de hoy aprovechando la riqueza donde “Dios nos otorga a cada persona un don que debemos poner al servicio de la comunidad, los carismas” (Antonia Ceballos 2020) que nos capacitan para salir al encuentro de otras hermanas que necesitan ayuda para purificar sus rincones cotidianos, al fin y acabo las mujeres somos la otra mitad de la Creación. No podemos continuar en nuestro silencio aceptando lo que ya está establecido y aceptarlo calladas. Debemos unirnos y siempre ayudar a sus causas, aunque nos toque voltear algunas mesas como lo hizo Jesús en el Evangelio. Es de aclarar que se ha empezado a sentar la voz de mujeres a favor de la vida de mujeres vulneradas en sus derechos. Hoy nos reconocemos mujeres que habitamos en el Nuevo Templo de Jesús, para ver y vivir una espiritualidad que nos moviliza a situaciones en las que debe haber cambios y actuar para el bien de todas y aun así debemos ser valientes y actuar.

Referencia Bibliográfica

A, C (2020). Periodismo Feminista Andaluz.

S, R.(s,f). Ética Feminista.