Dichosos los que eligen ser pobres...

No es una opción fácil y menos en una sociedad consumista como la que vivimos y en la que nos movemos, donde lo único que vale es tener una buena imagen y dinero (tanto tienes, tanto vales).
En el evangelio de Mt 6,25-34 se nos invita a no preocuparnos en demasía por el vestido o alimento diciéndonos algo así como: “Mirad los pájaros, ellos no siegan, ni almacenan y sin embargo, Dios los alimenta cada día”.
Nos encontramos con personas que sienten y piensan así. Saben que la felicidad pasa por el amor y las bienaventuranzas abren horizontes sobre nuestra manera de pensar y actuar. El dinero y el poder van dejando paso a la paz y al amor. Nuestros valores empiezan a cambiar a “re-formularse”.
Todos somos conscientes que el dinero es necesario para vivir, y más en estos tiempos de crisis, pero no es la prioridad absoluta.
Es difícil, ante una sociedad que ha decidido hacer de lo superfluo una necesidad, no dejarse llevar por el consumismo y buen vivir, pero seguro que algunos conocemos personas en el ámbito donde nos movemos donde su manera de ser y sentir es diferente. Ahí sí que podríamos decir: ¡dichosa esa pobreza escogida, dichosas las gentes de misericordia, sencillez y humildad porque no dejan de sembrar esa semilla de sabiduría en nuestro mundo!
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