En vida hermano, en vida…
Cuando se pierde a alguien querido nos planteamos muchas preguntas, la mayoría de ellas sin respuesta, entonces recordamos el poema que todos conocemos: en vida hermano… ¡en vida!
Somos seres limitados, lo natural es nacer y morir, pero parece que nunca estamos preparados para ello, es como si fuese algo que nunca nos fuese a ocurrir, pero pasa y a todos nos llegará, aunque siempre será de manera injusta e inesperada…
Nuestra cultura lo silencia procurando hacerlo lo más invisible posible, es como si no supiéramos qué hacer con ella, porque la muerte es un misterio en sí. No tenemos experiencia de lo que es morir, ni de estar muerto, ni del más allá, pero ¿Qué queremos decir cuando hablamos del final de la existencia en el mundo? Solo los vivos hablan de la muerte, nadie cree en su propia muerte, siempre pensamos que le sucederá a los demás, pero es algo ineludible y difícil de asumir en una sociedad en la que lo único que le importa es el placer, el éxito o el poder. Para esta sociedad que se cree omnipotente, la única solución que tiene es ignorarla u ocultarla, aunque todos nos preguntamos en algún momento de nuestra vida: ¿Quién soy, o qué será de mí? Una respuesta que desde la fe, la llamamos Dios.
No hay duda que tras la muerte para las grandes personas, están reservados los grandes lugares y es el permanecer en los corazones de los que te han querido. Eso significa ser eterno ¡y la eternidad es inmortal!...
Si deseas hacer felices a quien amas
Díselo hoy
Si deseas dar una flor
No esperes a que se muera
Mándala hoy con amor
Si deseas decir Te quiero
No esperes a que muera
Para hacerle sentir tú afecto.
¡Tú serás feliz, si aprendes hacer felices a los demás!
(Poema de Ana Mª Rabatte)