El Papa denuncia las "tres lepras del alma": "Miedo, prejuicio y falsa religiosidad" Francisco, abrazado a Milei tras la canonización de Mama Antula
La canonización se produjo ante la atenta mirada del nuevo presidente del país, Javier Milei, a quien saludó en la sacristía, antes del inicio de la misa y al que situó en lugar preferencial, a la derecha del Papa, y con quien al término de la misma se fundió en un abrazo
El Papa denunció el miedo y el prejuicio, el "si tiene una enfermedad tan horrible seguramente es porque Dios lo está castigando por alguna culpa que haya cometido; y entonces, claramente, se lo merece”
¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, “lepras” que sanar"
¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, “lepras” que sanar"
María Antonia de Paz y Figueroa, 'Mama Antula', ya es santa. La primera santa de Argentina, en una emotiva ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro y presidida por otro argentino, Jorge Mario Bergoglio (ante la atenta mirada del nuevo presidente del país, Javier Milei, a quien saludó en la sacristía, antes del inicio de la misa y al que situó en lugar preferencial, a la derecha del Papa, y con quien al término de la misma se fundió en un abrazo), quien reivindicó el ejemplo de esta mujer, "tocada" por Jesús y que "se desgastó en primera persona, en medio de mil dificultades, para que muchos otros pudieran vivir su misma experiencia".
Una homilía en la que Francisco glosó el Evangelio de este domingo, en el que vinculó "lepra y marginación", dos de los males de la época de Jesús, y que tienen su traslación en al época actual. El leproso de hoy, como los de antes, es "abandonado a su suerte, y se le hiere aún más con el alejamiento y el rechazo". ¿Por qué? "Ante todo, por miedo, por el miedo a ser contagiados y terminar como él", lamentó el Papa, quien también denunció el miedo y el prejuicio, el "si tiene una enfermedad tan horrible seguramente es porque Dios lo está castigando por alguna culpa que haya cometido; y entonces, claramente, se lo merece”.
Junto a ellos, "la falsa religiosidad", que afirmaba, y afirma, que rozar a los enfermos "significaba volverse impuros como ellos. Esta es una religiosidad distorsionada, que crea barreras y sepulta la piedad".
"Miedo, prejuicio y falsa religiosidad, he aquí tres causas de una gran injusticia, tres “lepras del alma” que hacen sufrir a una persona débil descartándola como un desecho", denunció Francisco, trayendo a la actualidad este drama. "¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, “lepras” que sanar".
Jesús "toca y sana", "no cura a distancia"
¿Cómo? Como siempre, siguiendo los pasos de Jesús, que "realiza dos gestos: toca y sana". En primer lugar, Jesús, al ver al leproso, "siente compasión, se detiene, extiende la mano y lo toca, aun sabiendo que, haciéndolo, se convertirá a su vez en un 'rechazado'". No quiso "curarla a distancia", porque "su camino es el del amor que se acerca al que sufre, que entra en contacto, que toca sus heridas".
"Nuestro Dios, queridos hermanos y hermanas, no permaneció distante en el cielo, sino que en Jesús se hizo hombre para tocar nuestra pobreza. Y frente a la “lepra” más grave, la del pecado, no dudó en morir en la cruz, fuera de los muros de la ciudad, repudiado como un pecador, para tocar nuestra realidad humana hasta lo más hondo", recalcó el Papa, quien presguntó a los cristianos si "¿sabemos hacer nuestro su “toque”?".
"No es fácil. Por eso debemos vigilar cuando en el corazón se asoman los instintos contrarios a su “hacerse cercano” y a su “hacerse don”. Por ejemplo, cuando tomamos distancia de los demás para centrarnos en nosotros mismos, cuando reducimos el mundo a los recintos de nuestro “estar bien”, cuando creemos que el problema son siempre y solamente los demás", insistió, diagnosticando esta actitud como "lepra del alma", una "enfermedad que nos hace insensibles al amor, a la compasión, que nos destruye por medio de las “gangrenas” del egoísmo, del prejuicio, de la indiferencia y de la intolerancia".
Dejarnos tocar por Jesús
Es segundo gesto de Jesús, es la sanación, el "toque de Jesús" que cura. "Es dejándonos tocar por Jesús que sanamos por dentro, en el corazón. Si nos dejamos tocar por Él en la oración, en la adoración, si le permitimos actuar en nosotros a través de su Palabra y de los sacramentos, el contacto con Él nos cambia realmente, nos sana del pecado, nos libera de las cerrazones, nos transforma más allá de cuanto podamos hacer por nosotros mismos, con nuestros propios esfuerzos", explicó el Santo Padre.
"¿Hago que Jesús toque mis “lepras” para que me sane?", preguntó el Pontífice. Hagámoslo, pues al 'toque' de Jesús "renace lo mejor de nosotros mismos. Los tejidos del corazón se regeneran; la sangre de nuestros impulsos creativos vuelve a fluir cargada de amor; las heridas de los errores del pasado se curan y la piel de las relaciones recupera su consistencia sana y natural".
Santa Mama Antula 🙏 pic.twitter.com/8H3T45rufD
— Guillermo Karcher (@karcher_karcher) February 11, 2024
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