Levítico 18, 22: Uno de los textos bíblicos que más se emplean para condenar la homosexualidad Lo “abominable” es la idolatría, no las relaciones sexuales entre personas gays que se aman

"Traduciendo equivocadamente e interpretando de manera descontextualizada este versículo, el judaísmo fundamentalista y algunas iglesias cristianas, entre ellas la católica, justifican sus posturas homófobas e intransigentes contra las personas LGBTIQ+"

"El término abominación, en el versículo de Lev 18, 22 (y en su paralelo de 20, 12), hace referencia a la prostitución abusiva y esclavizante que se practicaba entre varones en los templos religiosos paganos de los pueblos limítrofes a Israel"

"Seguir utilizando en el siglo XXI este versículo para condenar la homosexualidad y perseguir a las personas LGBTIQ+, es manipular la palabra de Dios en vistas a intereses ideológicos extremistas y discriminatorios"

Uno de los textos bíblicos que más se emplean para condenar la homosexualidad y estigmatizar a las personas gays, es el que encontramos en el libro del Levítico capítulo 18, 22, y su paralelo de Lev 20, 12. Traduciendo equivocadamente e interpretando de manera descontextualizada este versículo, el judaísmo fundamentalista y algunas iglesias cristianas, entre ellas la católica, justifican sus posturas homófobas e intransigentes contra las personas LGBTIQ+. Leen e interpretan este pasaje como si contuviera una enseñanza clara y explícita contra la homosexualidad, cuando en realidad no es así. Cuando acudimos al texto primitivo escrito en hebreo, descubrimos que se trata de un versículo muy difícil de traducir e interpretar. Esto se debe a la complicada estructura gramatical y redaccional que posee en su lengua primitiva. Traducirlo de manera unívoca, afirmando que condena las relaciones homosexuales, es un verdadero despropósito filológico, exegético y redaccional.

La traducción más habitual que se suele hacer de este versículo del Levítico, y que encontramos en la mayoría de las biblias modernas, es la siguiente: No te acostarás con varón como con mujer; es abominación. Su paralelo de Lev 20, 12, suele traducirse: Si uno se acuesta como se hace con mujer, ambos hacen cosa abominable y serán castigados con la muerte; caiga sobre ellos su sangre.

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Una traducción incorrecta

Pero, ¿es adecuada y correcta esta traducción al español que se ha popularizado y que tanto daño hace a las personas LGBTIQ+? ¿Es cierto que en el texto primitivo hebreo se condena a las personas homosexuales? ¿Es verdad que en él se rechazan las relaciones homoeróticas? Cuando acudimos a los textos primitivos escritos en hebreo, ¿encontramos en ellos los mismos términos y vocablos que aparecen en las traducciones modernas, con los que se condenan las relaciones homosexuales? La respuesta es categórica: no.

Para James Cannon y Daniel Helminiak, no es posible entender adecuadamente la enseñanza de Lev 18, 22, si no contextualizamos este versículo al interno del libro del Levítico. Al hacerlo, descubrimos que se trata de un texto jurídico que forma parte de la amplia ley hebrea, compuesta de una ingente cantidad de normas, preceptos, ritos, ordenanzas y costumbres, dirigidas a los varones circuncisos que conforman las doce tribus de Israel. En este libro del Testamento Hebreo encontramos preceptos de todo tipo. Por ejemplo, se regula cómo tiene que arreglarse la barba el judío (sin cortar los bordes de la misma), cómo tiene que cortarse el pelo (en redondo) o qué tipo de dieta ha de seguir (prohibido comer carne). También aparecen normas que prohiben sembrar en un mismo terreno dos tipos de semillas distintas, se prohíbe usar ropa con dos clases de tejidos diferentes, e incluso se castiga con pena de muerte la idolatría.

El objetivo del libro del Levítico es mantenerse en guardia frente a las prácticas idólatras y las costumbres paganas de los pueblos que rodean a Israel, cananeos, babilonios, egipcios, etc. Por tanto, Israel crea estas leyes y establece un sistema legal tan férreo, puritano y severo para protegerse de las ideas y costumbres paganas

Cuando contextualizamos histórica, social, cultural, religiosa y literariamente este versículo, descubrimos que está inserto en el contexto de la pureza legal que han de practicar los judíos para no contaminarse de la idolatría pagana. Para mantenerse apartado de toda cultura pagana y creencia ajena a su fe, el pueblo de Israel ha establecido una serie de normas legales y rituales muy estrictas y tajantes. Un código de santidad que le permite conservar su identidad y diferenciarse del resto de los pueblos de la tierra. El objetivo del libro del Levítico es mantenerse en guardia frente a las prácticas idólatras y las costumbres paganas de los pueblos que rodean a Israel, cananeos, babilonios, egipcios, etc. Por tanto, Israel crea estas leyes y establece un sistema legal tan férreo, puritano y severo para protegerse de las ideas y costumbres paganas.

leviticos
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En este contexto jurídico y de pureza legal se encuentra inserto el versículo de Lev 18, 22. En él, encontramos una expresión formada por dos vocablos hebreos que debemos contextualizar e interpretar de manera adecuada, ya que esta expresión hebrea nos indica a qué categoría pertenece la transgresión condenada en el versículo. Me refiero a la expresión: tohebah hì. Literalmente significa: abominación esa. Aunque, al castellano solemos traducirlo como: una abominación es. Encontramos este término en muchos textos del Testamento Hebreo, y en todos los casos, el abominable es la persona que incurre en la idolatría, fundamentalmente el varón judío que practica la idolatría. En tales pasajes bíblicos, el término abominación se refiere a todo aquello que, perteneciente a los ídolos o a la idolatría en general, es detestable, repugnante y contradice la ley de Dios (R. LINGS, El corazón al descubierto. Reflexiones sobre el Levítico, en «Homosexualidades y cristianismo en el S.XXI», Dykinson S.L., Madrid 2020, 35; Cf. R. LINGS Amores bíblicos bajo censura. Sexualidad, género y traducciones erróneas, Dykinson S.L., Madrid 2021, 101-112).

Uno de los autores sagrados que emplea el término abominación para referirse a la idolatría es el profeta Ezequiel. En su libro, una y otra vez, habla de los abominables ídolos adorados por el pueblo de Jerusalén mediante orgías sagradas en templos paganos. Dirigiéndose al pueblo de Israel en nombre de Dios, dice Ezequiel: En ti se descubre la desnudez del propio padre, en ti se hace violencia a la mujer en estado de impureza. Uno comete abominación con la mujer de su prójimo, el otro se contamina de manera infame con su nuera, otro hace violencia a su hermana, la hija de su propio padre; en ti se acepta soborno para derramar sangre; tomas a usura e interés, explotas a tu prójimo con violencia, y te has olvidado de mí, oráculo del Señor Yahveh (Ez 22, 10-12).

Así pues, el término abominación, en el versículo de Lev 18, 22 (y en su paralelo de 20, 12), hace referencia a la prostitución abusiva y esclavizante que se practicaba entre varones en los templos religiosos paganos de los pueblos limítrofes a Israel. La sociedad judía de aquel tiempo era patriarcal, machista y misógina, y en ella, la mujer era considerada propiedad del hombre y estaba totalmente dominada por él en todos los ámbitos de la vida, también en el de las relaciones sexuales, en el que se encontraba totalmente subordinada al varón. Una sociedad en la que las prácticas sexuales abusivas y esclavizantes que los hombres empleaban con las mujeres, también las utilizaban con los prostitutos en los templos sagrados y en las orgías sexuales con las que adoraban a Baal ya tantos otros ídolos paganos. De ahí, el sentido de esta ley que encontramos en el libro del Levítico 18, 22. Una idea que se corrobora cuando se analizan los textos de Pablo, en los que el apóstol de los gentiles emplea la misma expresión pero en griego, arsenokoitos, para referirse a los hombres que se acostaban con jóvenes prostitutos. Probablemente Pablo conocería el Levítico y se remitiría a él cuando condena las prácticas sexuales, abusivas y esclavizantes que se practicaban en los templos sagrados. Unas orgías sagradas idolátricas de las que el pueblo de Israel debía guardarse y que el autor sagrado del Levítico calificó como abominables.

Citando a Daniel Helminiak, diría que el código de santidad del Levítico prohíbe los actos sexuales entre hombres por razones religiosas y no por razones sexuales. La preocupación se centra en conseguir que Israel siga siendo un pueblo diferente a los pueblos gentiles. Los actos homosexuales están prohibidos porque se asocian con la identidad gentil, pagana, impura… La única razón para la prohibición del sexo hombre-hombre está relacionada con la pureza y la santidad (D. A. HELMINIAK, Lo que la biblia realmente dice sobre la homosexualidad, Egales, Madrid-Barcelona 2011, 93). Por eso, la enseñanza que el autor sagrado quiere transmitir en este pasaje es la necesidad que el pueblo de Israel tiene de mantener la fuerte identidad judía, que le caracteriza como pueblo elegido por Dios. Lo que significa que, en ningún momento, el escritor sagrado se está refiriendo a las relaciones entre personas del mismo sexo basadas en el amor y en el compromiso. Y mucho menos, a lo que hoy día entendemos como relaciones entre personas homosexuales que se aman.

Seguir utilizando en el siglo XXI este versículo para condenar la homosexualidad y perseguir a las personas LGBTIQ+, es manipular la palabra de Dios en vistas a intereses ideológicos extremistas y discriminatorios. Algo que la legislación civil debe perseguir y condenar, incluso en el seno de comunidades cristianas que tanto daño hacen a quienes poseemos una orientación sexual e identidad de género diversa.

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