Las renuncias de dos obispos y las protestas por el traslado del administrador diocesano a 2.000 km El ‘avispero’ de Mar del Plata: las razones que han llevado a Francisco a fulminar al arzobispo Mestre
Una situación que comenzó con el nombramiento por parte del Colegio de Consultores de un administrador diocesano de la entera confianza de Mestre, Luis Albóniga, y que, al parecer, estimaba que podría ser su sucesor al frente de la diócesis marplatense y que acabó de manera rocambolesca con dos nombramientos de obispos que al final renunciaron días antes de la toma de posesión
La gota que colmó el vaso de la paciencia el Papa fue una protesta con carteles y pancartas de apoyo a Albóniga que los fieles exhibieron puestos en pie al paso de la procesión de entrada de los sacerdotes y del administrador apostólico impuesto por el Papa durante la misa cristal en la catedral en la pasada Semana Santa
“Tenemos que estar unidos y serenos, tanto pastores como laicos, peregrinando por el camino pastoral que venimos transitando”. Ese es el ruego que, a través de una carta a los fieles, les ha hecho el recién nombrado administrador apostólico “sede vacante” de la arquidiócesis de La Plata, Alberto Germán Bochatey, después de que ayer el papa Francisco aceptase la renuncia del arzobispo Gabriel Mestre tan sólo ocho meses después de que hubiese tomado posesión de esa sede argentina.
“Es mucho lo que hay para hacer. Los pobres quieren ‘escuchar’ nuestras obras y no nuestras palabras”, añadió en su saludo el religioso agustino, en lo que parece una alusión a la grave situación de enfrentamiento entre fieles y pastores tras la marcha de Mestre de la diócesis de Mar del Plata -de la que era obispo- para asumir como arzobispo de La Plata en septiembre pasado, tras el nombramiento de su entonces titular, Víctor Manuel Fernández, como nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Una situación que comenzó con el nombramiento por parte del Colegio de Consultores de un administrador diocesano de la entera confianza de Mestre, Luis Albóniga, y que, al parecer, estimaba que podría ser su sucesor al frente de la diócesis marplatense, y que acabó de manera rocambolesca con dos nombramientos de obispos que al final renunciaron y una manifestación de fieles en la catedral en plena misa crismal la pasada Semana Santa.
Esa fue la gota que colmó la paciencia Jorge Mario Bergoglio y la petición de que se trasladase al Vaticano donde, como reconoce el propio Mestre en su carta de despedida, “en la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”.
Dos renuncias en tres meses
Todo empezó tras la salida de Mestre de obispo de Mar del Plata -diócesis en la que nació en 1968 y que pastoreó desde 2017- y el nombramiento como administrador diocesano de la misma de quien había sido su vicario general durante los seis años que duró allí su ministerio, Luis Albóniga, un sacerdote muy querido por los fieles.
El 21 de noviembre se hizo público el nombramiento como nuevo obispo marplatense de José María Baliña, entonces auxiliar de Buenos Aires, aunque el 13 de diciembre (tres semanas después) presentó su renuncia por “problemas de salud”.
Ese mismo día, el Vaticano nombró a su sucesor, el religioso claretiano Gustavo Manuel Larrazábal, auxiliar entonces de San Juan de Cuyo, y que también renunciaría tres días antes de su toma de posesión prevista para el 20 de enero) después de una presuntas denuncias de una mujer por supuestos casos de acoso y abuso de poder que habrían tenido lugar entre los años 2007 y 2013.
“Les comparto que luego de un proceso de discernimiento y oración realizado muy a conciencia, he llegado a la conclusión de que no es oportuno asumir el gobierno pastoral de las diócesis de Mar del Plata”, escribió Larrazábal a los que iban a ser sus nuevos fieles explicó Larrazábal en una carta. “Le he presentado mi renuncia al Papa Francisco, quien con mucha comprensión la aceptó”.
Francisco toma las riendas
Pero la respuesta de Roma estaba también ya tomada. De hecho, a través de la Nunciatura en Argentina rechazó las acusaciones contra Larrazábal, que consideró “sin fundamento”. De hecho, el obispo claretiano siguió siendo obispo auxiliar de la arquidiócesis de San Juan de Cuyo. Junto con eso, Bergoglio dio un primer paso para revertir lo que estaba causando que en menos de tres meses le renunciasen dos obispos y nombró a un nuevo administrador diocesano de su confianza, el también jesuita y auxiliar de Buenos Aires, Ernesto Giobando.
Y dos semanas después, vino el golpe de mano: el traslado a 2.000 kilómetros de allí de quien en todo ese período había llevado las riendas de Mar del Plata, Luis Albóniga. “La Santa Sede a través del Administrador Apostólico informa que el Pbro. Luis Albóniga fue trasladado por un tiempo a la Diócesis de Jujuy, debido a que se realizará un procedimiento canónico relacionado a esclarecer su actuación durante su tarea de administrador diocesano”, informaba un comunicado de la propia diócesis fechado el 30 de enero.
"Tremenda consternación" en la diócesis
La noticia cayó muy mal en sectores del clero, de los fieles y otras fuerzas sociales y políticas y, a través de escritos en la prensa, grupos de fieles mostraban su una tremenda consternación, además de -hay que decirlo- desagrado por la decisión adoptada y por la forma en que fue ejecutada” de lo que consideraban “un destierro” del P. Albóniga.
“Se ganó el respeto por su carisma, inteligencia, humildad y cultura, que atrae a feligreses de otras parroquias, en particular por sus homilías, que son de inusual calidad, tanto en lo religioso como en lo espiritual, además de engalanarlas con un uso impecable de la retórica y del lenguaje. Muestra de ello es que en las misas la parroquia desbordaba y se colmaba sobradamente su capacidad”, señalan los fieles en su escrito de protesta por el traslado del sacerdote que hubieran visto como un gran obispo de Mar del Plata.
Pero el rechazo no acabó ahí y durante la misa crismal de la pasada Semana Santa, con la catedral repleta de fieles, dieron un paso más al protagonizar una protesta con carteles y pancartas de apoyo a Albóniga, que exhibieron puestos en pie al paso de la procesión de entrada de los sacerdotes y del administrador apostólico impuesto por el Papa.
Pocos días después, Gabriel Mestre viajaría al Vaticano, de donde regresó con su renuncia bajo el brazo.
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