XIX Domingo del Tiempo ordinario

Texto evangélico 

Los judíos murmuraban de Él porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?

Jesús les dijo: “Yo soyel pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soyel pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo” (Jn 6, 41-42. 48-51). 

Comentario 

No es indiferente el uso del pronombre personal “yo”, en la frase “Yo soy el pan de vida”. En el contexto bíblico resuena la voz que Moisés escuchó en la zarza ardiente, cuando Dios le comunicó su nombre: “Yo soy”. Jesús, al pronunciar estas palabras, revela su identidad divina.

Israel guarda memoria del sustento que le mantuvo a lo largo de la travesía del desierto. Jesús toma esa referencia para presentarse Él mismo como el verdadero maná. La Eucaristía es el sacramento de nuestra fe, se exclama en la Liturgia, que nos permite vivir de forma plena, por la entrega total. 

Participar en la mesa del Señor significa comunión con Él y con la Iglesia. Comulgar exige disposición interior de creer en el sacramento y de acercarse a él con limpio corazón. San Agustín afirma: “al comulgar recibimos el Cuerpo de Cristo, en la medida en que lo somos”. Comulgar sin fe y sin las debidas condiciones es un contratestimonio. “En este sacramento está Cristo, porque es el Cuerpo de Cristo. No es, por tanto, un alimento material, sino espiritual” (San Ambrosio). 

Propuesta 

¿Crees en la Eucaristía? ¿Participas en ella? ¿Adoras el Sacramento?