¿Es posible hacer las cosas de otra manera? ¿Un nuevo modelo de elección Papal más sinodal y participativo?
En estos tiempos que se empieza a especular en torno a una posible lista de cardenales para completar el número de “electores papales”es interesante que lancemos alternativas a cuestiones que parecen “fosilizadas”, y que nos preguntemos si hay alguna posibilidad que se hagan de otra manera.
Si se fomenta la Sinodalidad hay que llegar hasta el final, sino estamos jugando con el Pueblo de Dios. Una Sinodalidad con sordina, limitada y descafeinada puede desanimar a mucha gente. No pueden pesar más en el presente y futuro de la Iglesia Católica los que no quieren cambiar nada, sino retroceder a épocas pasadas.
| José Luis Ferrando Lada
En estos tiempos que se empieza a especular en torno a una posible lista de cardenales para completar el número de “electores papales”es interesante que lancemos alternativas a cuestiones que parecen “fosilizadas”, y que nos preguntemos si hay alguna posibilidad que se hagan de otra manera.
Cuentan que el “cónclave cardenalicio”, que elige al Papa, es una de las Instituciones más antiguas y selectas, por eso entrar en ella es abrirse a la posibilidad del Papado, o al menos, preciarse de haber elegido al sucesor de Pedro. Por eso esta manera de elegir al Papa se mantiene durante siglos y permanece inamovible, y al parecer sin que nadie la cuestione, y eso que no hablamos de una dogma de fe, sino de una costumbre, que en cierto modo justifica y bendice la existencia de los “cardenales”. Aunque en la Iglesia demasiadas cuestiones se convierten en cuasi “dogmas de Fe”.
¿Sería posible otro modelo de elección Papal más sinodal y participativo? ¿Sería deseable? ¿Habría voluntad política de llevarlo a cabo? En cuanto a la primera pregunta por supuesto, pero está vinculada a la tercera. Técnicamente se podrían articular procedimientos para que en cada país, por medio de las Conferencias Episcopales, pudieran participar desde las Diócesis los obispos, sacerdotes y laicos designados. La primera tarea del Cónclave sería designar una terna de candidatos para que fuera votada por todo el mundo. Un par de días, teniendo en cuenta los diferencias horarias serían suficientes. A partir de ahí se podría establecer un voto ponderado de esta opción, que junto al voto final de los cardenales daría como resultado al “elegido”. La Iglesia Católica tiene medios suficientes para que un proceso de este tipo pudiera desarrollarse con toda tranquilidad, discreción y garantías. Ahora bien, el problema es la voluntad política. A la Iglesia le cuesta adaptarse a los nuevos tiempos y tiene miedo a la claridad y la transparencia. Por eso el Cónclave está rodeado de un secretismo, que al final explota, y siempre hay “gargantas profundas”, generalmente interesadas. Evidentemente, nadie pone en duda la legitimidad de la elección Papal en cualquiera de los modelos , pero por supuesto para los tiempos que corren una mayor participación de todo el Pueblo de Dios podría ser deseable. Why not?
Si se fomenta la Sinodalidad hay que llegar hasta el final, sino estamos jugando con el Pueblo de Dios. Una Sinodalidad con sordina, limitada y descafeinada puede desanimar a mucha gente. No pueden pesar más en el presente y futuro de la Iglesia Católica los que no quieren cambiar nada, sino retroceder a épocas pasadas.
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