"Intensifiquemos la oración en Semana Santa para comprender" Cristo es nuestra esperanza. La misericordia, el amor entrañable y gratuito
"Hoy, domingo de Ramos, hago mía y os traslado una petición del papa Francisco en su mensaje de Cuaresma de este año: 'No nos cansemos de orar'"
"El Santo Padre nos recuerda que con la pandemia hemos palpado nuestra propia fragilidad y esto puede ayudarnos a unirnos interior y espiritualmente a la experiencia de fragilidad y abandono en Dios, vivida por Jesús durante su Pasión"
"Este año celebramos el domingo de Ramos leyendo el relato de la Pasión del Evangelio según San Lucas, calificado como el Evangelio de la misericordia de Dios"
"Jesús, con su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, se hace solidario con todos los hombres y mujeres que sufren y mueren. Jesús glorioso viene para comunicar gracia y perdón a todo el mundo"
"Este año celebramos el domingo de Ramos leyendo el relato de la Pasión del Evangelio según San Lucas, calificado como el Evangelio de la misericordia de Dios"
"Jesús, con su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, se hace solidario con todos los hombres y mujeres que sufren y mueren. Jesús glorioso viene para comunicar gracia y perdón a todo el mundo"
Hoy, domingo de Ramos, hago mía y os traslado una petición del papa Francisco en su mensaje de Cuaresma de este año. Es una petición que nos servirá de preludio de la Semana Santa. Así nos pide: «No nos cansemos de orar. Jesús nos ha enseñado que es necesario orar siempre sin desanimarse (Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa».
Tengamos en cuenta esta petición. Es necesario que intensifiquemos la oración durante la Semana Santa, especialmente a partir de la contemplación de los misterios centrales de la fe. Estos días la celebración comunitaria de estos misterios nos ayudará a profundizar en nuestra fe.
El Santo Padre nos recuerda que con la pandemia hemos palpado nuestra propia fragilidad personal y social, y podemos añadir que, con la presencia de la guerra en Ucrania, hemos tomado conciencia de la fragilidad de la paz en Europa. Esta fragilidad puede ayudarnos a unirnos interior y espiritualmente a la experiencia de fragilidad y abandono en Dios, vivida por Jesús durante su Pasión.
El Papa reflexiona y nos dice que «nadie se salva solo, porque estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia; pero, sobre todo, nadie se salva sin Dios, porque solo el misterio pascual de Jesucristo nos concede vencer las oscuras aguas de la muerte. La fe no nos exime de las tribulaciones de la vida, pero nos permite atravesarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que no defrauda y cuya prenda es el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo (cf. Rom 5,1-5)».
Jesucristo es nuestra esperanza, para nosotros y para todo el mundo. Este año celebramos el domingo de Ramos leyendo el relato de la Pasión del Evangelio según San Lucas, calificado como el Evangelio de la misericordia de Dios. El Profeta poderoso en obras y palabras es condenado a muerte en Jerusalén. Y podemos verlo de manera especial en el precioso diálogo que tiene Jesús con el buen ladrón. Os invito a releerlo y a meditarlo. Este relato nos hace sentir cerca del corazón de Jesús lleno de misericordia, lleno de amor entrañable y gratuito.
La Muerte y la Resurrección de Jesús aparecen profundamente unidas en el Evangelio según san Lucas, que escribe, sobre todo, para los no judíos, para el mundo de los griegos. En su Resurrección, Jesús se presenta como el Viviente que comunica el Espíritu de Dios tanto a judíos como a griegos, es decir, a todos nosotros. Y, con el Espíritu, Cristo nos comunica la paz, el perdón de los pecados, la esperanza, la libertad de hijos, la reconciliación y la capacidad de amar hasta el fin.
De esta manera, Jesús, con su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, se hace solidario con todos los hombres y mujeresque sufren y mueren. Jesús glorioso viene para comunicar gracia y perdón a todo el mundo. Por eso, era necesario que Jesús muriera y resucitara en Jerusalén, para que su gloria fuera nuestra justicia y nuestra esperanza, puesto que Dios Padre quiere que «seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías» (Ef 1,12).
Queridos hermanos y hermanas, a todos, os deseo una santa Semana.
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