Polarización en América Latina Cuando doy comida a los pobres me llaman santo
En Colombia según informes de entes oficiales de control, anualmente la corrupción roba al país 50 billones de pesos aproximadamente
Los programas sociales son tachados inmediatamente de comunismo
Permanentemente se llama al diálogo, a la reconciliación a base de oración en la espera de que Dios calme los ánimos y se vuelva a la institucionalidad
Las demandas del paro nacional van más allá de las discusiones ideológicas, algunas son reclamos por el respeto de los derechos humanos
Permanentemente se llama al diálogo, a la reconciliación a base de oración en la espera de que Dios calme los ánimos y se vuelva a la institucionalidad
Las demandas del paro nacional van más allá de las discusiones ideológicas, algunas son reclamos por el respeto de los derechos humanos
A propósito de la polarización política que campea en América latina la frase más celebre del obispo brasileño Helder Cámara es más actual que nunca: “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Y cuando pregunto por qué no tienen comida, me llaman comunista”. En Colombia, por ejemplo, entre tanta polarización sigue ganando descaradamente la corrupción, porque los programas sociales son tachados inmediatamente de comunismo y son sistemáticamente descalificados por el Estado y por líderes religiosos, algunos con curules en el Congreso. Según informes de entes oficiales de control, anualmente la corrupción roba al país 50 billones de pesos aproximadamente (un dólar cuesta 3.654 pesos colombianos)[1]. Paradójicamente, venezolanos, inmigrantes en Colombia, advierten contra una alternativa política distinta aunque aquí estén sucediendo fenómenos similares por los que tuvieron que abandonar su país.
Mantener el statu quo parece ser la norma en los sistemáticos comunicados del episcopado aunque de vez en cuando algún obispo salga del coro a denunciar la problemática social de su jurisdicción eclesiástica. Permanentemente se llama al diálogo, a la reconciliación a base de oración en la espera de que Dios calme los ánimos y se vuelva a la institucionalidad, al respeto por los poderes legalmente establecidos en “doscientos años de independencia”. Esa promesa de un mundo feliz sin violencia, sin desórdenes ni levantamientos sociales es curiosamente la misma en el discurso de los líderes religiosos evangélicos. Según estos últimos existe una profecía de paz y bienestar a la vuelta de la esquina para América Latina.
Mientras los líderes religiosos llaman a la reconciliación y al desarme de corazones el levantamiento social continúa en las calles de Colombia luego de más de cuarenta días de protestas con un saldo grave de muertos y heridos que la Corte Interamericana de Derechos Humanos investiga.
Al mismo tiempo que obispos católicos renuevan la consagración del país al Sagrado corazón de Jesús pidiendo el regreso de la paz y el orden al país[2], sacerdotes católicos desde los púlpitos a título personal aprovechan la homilía para pronunciarse a favor[3] o en contra[4] de las manifestaciones sociales en el país. Una muestra clara de la polarización incluso dentro de las filas del clero colombiano. Nada nuevo si se lee por ejemplo el artículo “Clero insurgente y clero realista en la Revolución colombiana de la Independencia”.[5]
En ese escenario también han resultado ahora grupos contrarios al paro nacional y a los bloqueos marchando esporádicamente y vistiendo camisetas blancas. Según Luis Fernando Escobar Duque director ejecutivo del Centro Cultural Cruzada[6] que promueve estas marchas, “los colombianos de bien, hijos de esos abuelos de pasta no vamos a permitir que nos hagan trampa; no queremos ni la horca ni la guillotina; queremos una Colombia libre y católica. El Ejército y las Fuerzas armadas nos enseñan a amar la patria; y esta patria no la vamos a entregar al comunismo. Este paro, esta marcha mostró que Colombia está de pie y que no va a permitir que una parranda de vándalos, de vagabundos y de delincuentes quieran tomar cuenta de mi patria… viva Colombia católica”.[7] Nuevamente se usa el catolicismo como sinónimo de mantenimiento del orden establecido.
Diversos sectores de opinión, por su parte, avanzan teorías para explicar lo que está pasando. En ese abanico de análisis Cayetana Álvarez de Toledo, parlamentaria española en un conversatorio transmitido por diversas redes sociales el 9 de junio, comentó que no se trata de polarización sino de democracia vs. Populismo; entendido el populismo como “el impúdico culto al pueblo con espurios fines antidemocráticos” [8]. Según la parlamentaria, el populismo quiere derrotar "el orden liberal" colombiano que promueve la libertad del individuo, igualdad ante la ley, sentido de derecho, separación de poderes, seguridad jurídica, pluralismo político, clase social media fuerte, mercado libre.[9] Sorprende sin embargo que esos supuestos logros de la democracia liberal en Colombia forman parte de los reclamos que piden los manifestantes en las calles.
De acuerdo con Álvarez de Toledo, para los "populistas" los términos significan otra cosa, la paz es impunidad; el diálogo es claudicación; el progreso es gran involución. Descalifica de esa forma cualquier intento de negociación puesto que significaría el fin de la democracia en un país “importante en el contexto latinoamericano”.
En el análisis del paro nacional en Colombia que hacen diversos sectores de opinión, el comunismo parece ser el enemigo a derrotar en discursos que recuerdan los conflictos latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX en plena guerra fría.
No obstante esa catalogación del paro nacional como estrategia de la izquierda con fines políticos, las demandas del paro nacional van más allá de las discusiones ideológicas, algunas son reclamos por el respeto de los derechos humanos:
Garantías para la protesta pacífica, desmonte del ESMAD (Escuadrón móvil antidisturbios), reforma de la policía, “Retiro del proyecto de reforma tributaria. Retiro del proyecto de ley de reforma a la salud y fortalecimiento del plan de vacunación contra el covid-19. Renta básica de emergencia de al menos un salario mínimo mensual vigente (unos 243 dólares mensuales). Defensa de la producción nacional (agropecuaria, industrial, artesanal, campesina). Subsidios a las pequeñas y medianas empresas y empleo con derecho y una política que defienda la soberanía y seguridad alimentaria. Matrícula gratis en entidades públicas y no a la alternancia educativa. No discriminación de género, diversidad sexual y étnica. Rechazo de las privatizaciones de empresas públicas y derogación del decreto 1174 de 2020, que según las centrales obreras, afecta el sistema general de pensiones para los trabajadores informales. Detener erradicaciones forzadas de cultivos de uso ilícito y aspersiones aéreas con glifosato. Retiro de la reforma al Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior, Icetex, que es la entidad que financia estudios a población de escasos recursos”.[10]
A este propósito es saludable recordar que la doctrina social de la Iglesia en principio no apoya ni el comunismo ni el liberalismo para ser fermento en la masa. Baste recordar una frase de Pablo VI (que visitó Colombia en 1968) al respecto en la Octogesima Adveniens nro. 26. “El hombre o la mujer cristiana que quieren vivir su fe en una acción política concebida como servicio, no pueden adherirse, sin contradecirse a sí mismos, a sistemas ideológicos que se oponen, radicalmente o en puntos sustanciales, a su fe y a su concepción de la persona humana. No es lícito, por tanto, favorecer a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al ser humano y a su historia personal y colectiva. Tampoco apoya la comunidad cristiana la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social”.[11]
[1] https://www.portafolio.co/economia/lo-que-nos-roba-la-corrupcion-en-colombia-520437
[2] https://www.youtube.com/watch?v=3ZK5_V51Nig
[3] https://www.youtube.com/watch?v=3IBCnBOg-N0
[4] https://www.youtube.com/watch?v=fcv5ldHt34U
[5] https://revistas.unav.edu/index.php/anuario-de-historia-iglesia/article/view/9974
[6] https://www.cruzada.co/
[7] https://www.youtube.com/watch?v=kG-RU_I_FgE
[8] https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/06-10-2021-en-colombia-se-juega-el-futuro-de-la-democracia-en-america
[9] https://www.youtube.com/watch?v=Eb_Li0RkXd4
[10] https://cnnespanol.cnn.com/2021/05/17/peticiones-paro-nacional-colombia-orix/
[11] https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/apost_letters/documents/hf_p-vi_apl_19710514_octogesima-adveniens.html