16.4.23. Dom 2. Pascua de Tomás: Ser iglesia en comunión, "tocar" las llagas de los crucificados
El domingo 1 fue pascua de Magdalena: tocar a Jesús amigo, realizar su misión (no me sigas tocando...). Este domingo 2 es pascua de Tomás (crear iglesia, compartir la vida con los crucificados).
El doble relato de Tomás (Jn 20, 19-31) ofrece con Jn 21 el epílogo y mensaje final del evangelio, contra una “gnosis” de sabios engañosos que van por libre, con mística falsa y poca iglesia (no comparten vida ni curan las llagas de los crucificados).
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Introducción.
Éste es un evangelio y programa de Iglesia “de carne” (comunidad real: compromiso por los crucificados y vinculación “carnal” entre los creyentes) que ha de interpretarse a partir de los grandes textos anti-gnósticos de Juan, empezando por las bodas de Caná (Jn 2), siguiendo por el sermón del pan de vida (Jn 7) y culminando en el Sermón de la Cena (Jn 13-17).
Este programa anti-gnóstico de Juandesemboca en el epílogo pascual (Jn 20-21), con Magdalena “tocando” en amor a Jesús y la “gran pesca” con el pacto/complementariedad de Pedro y el Discípulo, amado, en el que, como testigo y compañero “de carne” de la iglesia, emerge Tomás, con Natanael, los zebedeos y dos discípulos más. Éstos son son los siete u ocho fundadores de la iglesia (si el discípulo amado es uno de los dos discípulos innominados del finson siete; si es distinto son ocho).Divido mi exposición en 4 partes
(1) Jn 20,19‒23. La Pascua es comunión de vida, creación de una comunidad de discípulos/amigos comunión, que se expresa en forma de paz, presencia activa acción del Espíritu Santo y perdón mutuo.
(2) Jn 24,31. La pascua es redención/liberación de los crucificados Sólo resucita aquel que mete su mano y toca (cura) las heridas de los crucificados de la historia para compartir con ellos el dolo y el amor, la redención de Jesús crucificado.
(3) Visión de conjunto de Tomas, apóstol de la pascua en los evangelios canónicos. Pablo no le cita entre los testigos de Jesús, (Pedro, los Doce) Santiago…: 1 Cor 15, 3-9), pero él es con Magdalena y las demás mujeres el representante más significativo de la Pascua cristiana.
(4) Contrapunto. El Tomás gnóstico del evangelio apócrifo de Tomas. Todo lo anterior se entiende y sitúa desde la perspectiva de ev.Tomás (apócrifo). En esa línea podemos decir que el Cuarto evangelio es el primero y más fuerte de todos los librosnti-gnósticos del NT, y eso aparece de un modo especial en nuestro pasaje.
1) JN 20,19‒23. PASCUA:PRESENCIA DE JESÚS EN LA COMUNIÓN DE SUS DISCÍPULOS
María Magdalena había “tocado a Jesús”, que le dijo “deja ya de tocarme” (noli me tangere), vete y diles a mis hermanos… (Jn 20, 17). Ahora es Tomás el que toca a Jesús, un apóstol a quien la tradición concederá gran inmensa importancia (como indica el evangelio de su nombre, no incluido en el canon). Parece formar parte de un tipo de “gnosis” (cristianismo sin comunidad/iglesia ysin presencia liberadora en los heridos y crucificados). No vive en comunión de iglesia (de vida compartida con los hermanos); no puede haber visto a Jesús resucitado. Así comienza el texto:
A la tarde de aquel día primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde estaban los discípulos, por el medio a los judíos, vino Jesús y se colocó en medio de ellos diciendo:- ¡La paz con vosotros! Y diciendo esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Y les dijo de nuevo: - ¡La paz con vosotros! Como me ha enviado el Padre os envío también yo. Y diciendo esto sopló y les dijo:- Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados; y a quienes se los retengáis les serán retenidos (20, 19-23).
Tomás andaba a lo libre y no podía “ver” al resucitado, pues en soledad espiritual, sin iglesia (sin amor mutuo,) no hay salvación, ni hay pascua… porque la pascua y salvación de Jesús es comunión de vida entre los creyentes… Pero los otros cristianos le invitan y él viene, y de esa forma, en unión con los hermanos, ve y toca a Jesús.
La iglesia, reunida aquí en comunidad, está formada por un grupo extenso de creyentes; no son sólo los Doce apóstoles, sino más, hombre y mujeres, reunidos en oración y amor En este contexto se inscribe la experiencia de pascua. Tomás, que anda por libre, no puede ver/tocar a Jesús resucitado.
Estos discípulos no son iglesia por estar sometidos a una autoridad superior, sino por ser todos hermanos en comunión de vida y perdón. Por eso se han separado de un tipo de judaísmo de ley; ellos mismos son ley de vida en amor, pro tienen miedo, cierran las puertas, esperando y amando a Jesús en su amor.
Tienen miedo y Jesús les conforta con su palabra y su presencia sensible (manos y costado), su envío y su poder de perdón. Es el Jesús “real” que vive en ellos, no una fantasía. Ésta son las notas de su experiencia de resurrección.
La Pascua es ante todo paz, vivir en comunión.Jesús saluda a sus discípulos dos veces, con la misma palabra: paz a vosotros (Eirênê hymin: 20,19.21). Sobre un mundo atormentado por la guerra y la violencia, dividido, enfrentado en odios, ofrece Cristo paz entre y para todos. Sobre una comunidad encerrada por el miedo extiende el Cristo pascual la gracia de su vida hecha principio de misión universal, una vida que se abre a todos en perdón y resurrección. Jesús es paz para aquellos que le reciben y para todos. Eso es pascua.
La pascua es presencia gloriosa del crucificado. El Señor resucitado es el mismo Jesús que se entregó por los hombres. Como señal de identidad, como expresión de permanencia de su pasión salvadora, Jesús mostró a sus discípulos las manos con la llaga de los clavos y el costado herido por la lanza (20, 20). Jesús resucitado no es tipo de idea espiritual intimista, sino experiencia y principio de comunión de amor, desde los perseguidos y crucificados. La iglesia no empieza con los triunfadores o jerarcas de la ley, sin con los perseguidos, conforme a la palabra clave del evangelio: ¡Era necesario que el Cristo fuera perseguido y muriera...! (Lc 24, 26.46). Sólo los perseguidos, los humillados y crucificados pueden ser principio de la iglesia de pascua de Cristo.
La pascua se vuelve así Pentecostés: A través de los heridos y crucificados se hace presente en el mundo el Espíritu Santo, el camino de la nueva humanidad.. Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos diciendo recibid el Espíritu Santo (Jn 20,22), en gesto que evoca sin duda una nueva creación. El mismo Dios había soplado en el principio sobre el ser humano, haciéndole viviente (Gen 2, 7). Ahora sopla Jesús, como Señor pascual, para culminar la creación que en otro tiempo había comenzado.
Ésta es la nueva creación que comienza con los perseguidos y los crucificados… La pascua se vuelve así Pentecostés: aquel que muere por los demás abre un camino de amor y de transformación en esta misma tierra. Éste es el don de Pascua: tener el mismo Espíritu de Jesús, vivir de su aliento.
La pascua es finalmente misión: ¡como el Padre me ha enviado así os envío yo! (20, 21). A lo largo de todo el evangelio, Juan ha presentado a Jesús como enviado de Dios: misión es toda su existencia. De ahora en adelante, los cristianos son enviados de Jesús. Realizan una obra que es propia del Señor resucitado: expanden y despliegan su camino, realizan su misterio sobre el mundo. Están cerrados por miedo, tienen que abrirse. Están a la defensiva: tiene que ofrecer su testimonio a todos, generosamente.
El texto de pascua y la pascua de Jesús culmina en un signo de perdón. Según el Padre nuestro, las notas de los creyentes (de la pascua) son el pan nuestro y el perdónanos como nosotros perdonamos… Juan insiste en el perdón de todos, para todos… Este es a los ojos de Jn el gran problema del mundo: no hay perdón, los hombres se encuentran divididos, destruidos; carecen de medios para expresar el perdón, no hay para ellos sacrificios que puedan transformarles. Ha perdido su sentido el sacerdocio de Jerusalén, no consigue perdonar el templo. Pues bien, sobre esa violencia y guerra de pecado (falta de perdón), Juan ha interpretado la pascua como experiencia transformante de perdón.
Éste no es el perdón que unos jerarcas de ley imparte sobre otros inferiores, no es el perdón que unos sacerdotes de templo declaran sobre los legos del pueblo, sino el de todos los creyentes. Todos los cristianos de la pascua son sacerdotes y mediadores del perdón, de manera que si no hay perdón y comunión de vida no hay Pascua (perdónanos como nosotros perdonamos). Esta experiencia de gracia pascual pertenece al conjunto de la comunidad. El perdón de la resurrección no está reservado a los Doce, ni a presbíteros, ni a varones, sino a todos. En este texto pascual no se distinguen ni mujeres, pues todos son creyentes, todos con la misma experiencia, todos con la misma tarea. Jesús confía su palabra y obra de perdón pascual a todos… de forma que si ellos no se perdonan no puede expresarse y realizarse en el mundo el perdón de Dios en Cristo.
2. PASCUA ES “TOCAR” LAS LLAGAS DE JESUS EN LOS CRUCIFICADOS, ACOMPAÑARLES Y CURARLES (Jn 20, 24-29).
El texto sigue diciendo que faltaba Tomás, precisamente uno de los Doce. No es un cristiano normal el que ha dejado de participar en la asamblea, sino uno de los antiguos compañeros de Jesús, de sus Doce seguidores. Precisamente Tomás, uno de los líderes de la iglesia primitiva, corre el riesgo de entender la resurrección de un modo espiritualista, individualista, sin comunión mutua, sin compartir la vida con los crucificados. fuera de la comunidad.
Éste Tomás es un seguidor "especial" de Jesús, máxima autoridad en plano espiritualista, pero sin “carne y sangre”, es decir, sin compromiso social. Los otros discípulos le dicen hemos visto al Señor de las llagas, al Señor del Perdón para todos los pueblos (Jn 20, 25). Pero él duda, tiene su Jesús interior, no quiere otro. Por eso pide un signo (si no veo en sus manos la huella de los clavos...). No es un signo más, sino el signo y verdad de la resurrección en la carne, como principio de misión y perdón universal. Pide un signo y Jesús se lo concede, en eta bellísima parábola pascual:
Y ocho días después, estaban de nuevo sus discípulos en casa y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando las puertas cerradas,se puso en medio y dijo:- ¡Paz a vosotros!Luego dijo a Tomás: - Trae tu dedo aquí y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel! Respondió Tomás y dijo:- ¡Señor mío y Dios mío!Y Jesús le dijo: - Porque has visto has creído. ¡Felices los que no han visto y han creído! (Jn 20, 26-29).
Tomás es como el dicho un cristiano espiritual, un tipo de gnóstico-líder separado del pueblo)… un pretendido cristiano, pero sin resurrección, es decir, sin verdadera comunión de iglesia, sin auténtico servició liberador, que empieza desde los crucificados y oprimidos.
Probablemente cree en Jesús, pero en un Jesús espiritual (puramente interior), sin compartir la vida con los hermanos y con los crucificados. Cree en un Cristo glorioso, pero desligado de la de amor y sufrimiento de los hombres. Pues bien, ese Tomás, sólo puede ver/tocar al Cristo resucitado si vive en comunión con los hermanos, si toca y ayuda a los perseguidos, a las víctimas.
La resurrección es por tanto una experiencia comunitaria (compartir la vida con los hermanos) y liberadora (compartir la vida con los crucificados). La pascua es tocar a Jesús, como Magdalena, compartiendo la vida con los hermanos de comunidad y con los expulsados y oprimidos del mundo.
En ese aspecto podemos y debemos afirmar que los cristianos tocamos a Jesús resucitado con las manos de la fe, en un espacio nuevo de corporalidad comunitaria y liberadora La pascua no una pura experiencia interior, una idea de superioridad espiritual, que nos pone en contacto con fantasmas, sino una comunión concreta con los hermanos y una ayuda liberadora dirigida a los crucificados del mundo.
Al encontrarnos con Jesús hallamos (tocamos y palpamos) la vida del Mesías que transforma (fortalece) nuestra vida. La fe pascual viene a expresarse de esa forma como experiencia mística del sufrimiento y muerte del Mesías. Pero se trata de una experiencia mística encarnada en las manos llagadas, en el costado rodo, es decir, en la historia del sufrimiento de los hombres. Los mismos signos de muerte (clavos que han atado a Jesús de pies y manos al madero, lanza que ha cortado su costado) vienen a mostrarse ya como señal de vida. La mism cruz del mundo (de todos los que sufren en la tierra, del camino de cruz de la historia) se vuelve lugar de pascual.
Jesús ha respondido mostrando la herida: mete tu dedo aquí, mete tu mano... (Jn. 20, 27). Sólo así, en contacto de corporalidad a corporalidad, en encuentro con la Vida triunfante del Cristo, puede realizarse la experiencia de la pascua. Lo que importa de verdad no es el aspecto externo de la herida, la forma en que Jesús ofrece pecho y manos en nivel de carne antigua.
El centro de la experiencia pascual es un tipo de más alta comunión (iglesia) y de más honda acción trasformadora, a partir de las llagas de los crucificados Frente a los riesgos de un falso espiritualismo gnóstico que quiere olvidarse de la carne, frente a todos los intentos de entender el mesianismo como puro cambio de conciencia (algo que sucede en el nivel interna de la transformación mental), este evangelio de Tomás querido explicitar poner de relieve aquello que el credo romano ha llamado siempre la resurrección de la carne, que en el fondo se identifica con la vida eterna..
Tocar las llagas es comenzar por realidad histórica de Jesús, por su “oficio” de acoger a todos en comunión y de curar/consolar a los heridos de la vida. Cristo no ha venido sólo en forma de ideas superior, no es sólo un mero espíritu (cf. 1 Jn 4, 2-3), sino que ha venido en la carne, en la vida concreta de los hombres y mujeres que se aman, perdonan y curan unos a los otros. Por eso, la pascua de Jesús es inseparable de su muerte por amor, para reunir a los hermanos y para iniciar con ellos un camino de transformación (resurrección) de la vida humana.
(3) TOMAS EN LOS EVANGELIOS CANÓNICOS
Tomás es uno de los primeros apóstoles de Jesús, cuyo nombre propio ignoramos, pues Tomas significa en arameo «el Mellizo» y es, evidentemente, un sobrenombre o mote. Ningún texto nos dice de quien era mellizo, lo cual ha llevado más tarde a muchas elaboraciones, llegándose a decir que era mellizo (espiritual) del mismo Jesús e identificándole incluso con uno de los «judas» cuyo nombre aparece en algunas variantes de las listas de los doce en los sinópticos.
(1) Tomás, un iniciado, cercano a Judas Tadeo.Los sinópticos le incluyen con el nombre de Tomas, sin ninguna especificación ulterior, en las listas de los evangelios (Mt 10, 3; Mc 3, 8; Lc 6, 15) y lo mismo hace Hech 1, 13. Por el contrario, Juan le presenta tres veces como «Tomás, llamado el mellizo» (cf. Jn 11, 16; 20, 24; 21, 2) y le concede un papel especial entre los personajes del evangelio.
Tomás aparece, en primer lugar, como el discípulo valiente, que anima al resto de los discípulos, a fin de que superen su miedo y suban con Jesús a Jerusalén, dispuestos a morir con él (Jn 11, 16). En la última él aparece como uno de los «discípulos mistagogos», que plantean a Jesús las preguntas básicas sobre el sentido de su entrega y de su gloria (los otros son Felipe [Jn 13, 8], Judas [Jn 13, 22]). «Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas ¿Cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto» (Jn 13, 5-7). Este es el tipo de preguntas y respuesta características de los libros de revelación, que serán dominantes en los evangelios gnósticos posteriores. Eso significa que Tomás es para Juan un iniciado, algo que ha penetrado en el conocimiento del Mesías.
(2) Tomás, el incrédulo creyente.Quizá para contrapesar esa imagen, el evangelio de Juan ha incluido otro pasaje sobre Tomás, ya en un contexto directamente pascual. Jesús se ha aparecido a los discípulos, ofreciéndoles su Espíritu y concediéndoles poder para perdonar los pecados. «Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Y ocho días después, estaban de nuevo sus discípulos en casa y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros! Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo aquí y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel! Respondió Tomás y dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: Porque has visto has creído. ¡Felices los que no han visto y han creído!» (20, 26-29).
El en el fondo de ese texto puede haber un recuerdo histórico, vinculado a Tomás, «uno de los doce». Pero el pasaje puede ser también una parábola con dos finalidades específicas, propias del evangelio de Juan:
(a) El grupo de los Doce no es garantía de fidelidad pascual, pues Tomás, uno de sus componentes, no estaba presente en la experiencia básica de la pascua.
(b) La experiencia pascual es inseparable de la afirmación de la corporalidad de Jesús, es decir, de la identidad entre el crucificado y el resucitado. Este Tomás puede ser un signo de aquellos adversarios de del evangelista Jn, que creen en la gloria de Jesús, pero separada de su «carne», es decir, de su historia. Todo el relato habría sido compuesto para indicar la necesidad de conversión de Tomás y de aquellos proto-gnósticos que creían en la gloria de Jesús, pero sin llagas, es decir, sin muerte.
(3) Conversión de Tomas. El riesgo de Tomás y de otros consiste en interpretar la pascua como una idea o experiencia interior, sin comunidad creyente, sin las llagas de los crucificados . En contra de eso, el Señor pascual de la iglesia es alguien a quien se puede palpar: sigue siendo el mismo Jesús crucificado, como sabe ya Mc 16, 6 y como resalta Lc 24, 40, donde se dice que Jesús mostraba a sus discípulos pascuales las manos y el costado (lo mismo que Jn 20, 20). Pues bien, el evangelio de Jn ha querido insistir, por medio de Tomás, en la corporalidad de Jesús, de forma que podamos ver y tocar su cuerpo crucificado.
La fe pascual viene a expresarse de esa forma como experiencia mística de identificación con el sufrimiento y muerte del Mesías. Los mismos signos de muerte (clavos que han atado a Jesús de pies y manos al madero, lanza que ha cortado su costado) vienen a mostrarse ya como señal de resurrección. De esa forma ha combatido Jn la herejía de aquellos que afirmaban que Cristo no ha venido en carne, sino que es sólo un mero espíritu (cf. 1 Jn 4, 2-3). Sólo por haber aceptado a este Cristo carnal, Tomás puede formar parte de los siete misioneros, creadores de la iglesia (Jn 21, 2)
(4) ANEJO. APOCRIFO DE TOMÁS. RIESGO Y SUPERACIÓN DE UNA GNOSIS ANTI-CARNAL
El evangelio de Tomás, descubierto en la biblioteca de Nag Hammadi, el año 1947, como traducción copta de un original griego, forma parte de los apócrifos del Nuevo Testamento y constituye uno de los testimonios más significativos de la literatura cristiana primitiva.
(1) Origen y mensaje básico.Consta de 114 logia o dichos, que tienen cierta semejanza con el Q (fuente evangélica de los Dichos), pero aún más con algunos papiros antiguos, como el de los Logia de Oxirrinco. Se ha discutido su origen y algunos piensan que muy primitivo, más antiguo incluso que Lc y Mt. Pero la mayoría de los investigadores piensan que es posterior y que deriva básicamente de los evangelios sinópticos o de alguna redacción hoy desconocida del documento Q.
Habría sido escrito en Siria, hacia el año 140, en círculos cristianos de tendencia gnóstica, cuando todavía las línea de la gnosis y la gran iglesia no se habían separado plenamente. Influyó de un modo especial en las comunidades de Egipto, donde fue traducido al copto y se ha conservado. Sea como fuere, este evangelio contiene textos de tradición venerable que provienen del mismo Jesús o de comunidades cristianas antiguas (especialmente la portadora de los Dichos, es decir, del Q).
Más aún, este evangelio puede apelar y apela a la tradición de los dos hermanos de Jesús: Judas-Tomás, el Mellizo, en cuyo nombre se inscribe (cf. EvTom, Inscriptio y num 13), y Santigo, el Justo, «por quien fueron hecho el cielo y la tierra» (EvTom 12).
Esto significa que al menos una parte de la iglesia representada por estos hermanos de Jesús ha desembocado en un tipo de gnosis, pasando del más estricto legalismo a una experiencia de interioridad mística, donde la ley se interpreta en forma de símbolo de autenticidad.
Por otra parte, el EvTom está cerca del evangelio de Juan, pero con una diferencia básica: superando una visión gnóstica (de pura interioridad personal de la fe), el evangelio de Juan apela a la carne de Jesús y puede elaborar una teología de carácter histórico; por el contrario, el EvTom tiende a dejar a un lado la carne (con la muerte de Jesús), de manera que resulta difícil defender en su nombre una teología que apele de un modo consecuente con la carne de Jesús, relacionada con su madre histórica. Desde este fondo, teniendo en cuenta la importancia que la mujer (y en especial la madre) ha tenido para los gnósticos, tomando como referencia la figura de la madre de Jesús, presentamos y comentamos algunos de los textos y temas básicos del Evangelio de Tomas.
(2) Soledad con Dios. El ideal gnóstico. El EvTom devalúa, por tanto la vida carnal de los hombres, el nacimiento concreto en amor de familia (de mujer). El evangelio gnóstico de Tomás quiere una vida de pura infancia, sin cuerpo sexuado, masculino o femenino, como puros niños espirituales (cf. EvTom 21, 37). De esa forma, los cristianos gnósticos tienen que hacerse pequeños, pero no en la línea de los evangelios sinópticos (en humildad, en acogida, en servicio…), sino superando el sexo, con el amor concreto de seres humanos maduros (cf. EvTom 46). El ideal es vivir en soledad, sin verdadero amor mutuo: «¡Bienaventurados los solitarios y elegidos, porque encontraréis el Reino. Como habéis salido de él, a él volveréis!» (EvTom 49).
La soledad define al hombre por su relación con lo divino: los gnósticos provienen de la luz, son como chispas que brotan de Padre viviente y que vuelven de nuevo al descanso del Padre (cf. EvTom 50). Este mundo es para ellos un cadáver, es muerte, es sepultura (cf. EvTom 56); quien lo sepa, quien se sepa muerto por su cuerpo, ha superado ya al mundo (cf. EvTom 86). Por eso puede añadir: «Los cielos y la tierra se enrollarán delante de vosotros, pero el que vive del Viviente no verá la muerte», pues ha superado el nivel de perecimiento de este mundo (cf. EvTom 111).
Aquí no hay lugar para la madre carnal que da vida, para los amigos y esposos que comparten el camino concreto de los amores y pesares del mundo… no hay servicio mutuo, no hay liberación social de los oprimidos y crucificados. Hay una pascua interior, intimista, no una pascua social, real, comunitaria.
(3). Bodas interiores, espiritualistas, con un Dios sin carne ni historia, en contra de las boda de Caná, que son bodas reales, en la misma historia, con vino de vida… compartida. En Jn s, 1-11 (la Madre pedía a Jesús que convirtiera el agua de las purificaciones judías en vino de bodas). Pues bien, Tomás descubre y presenta unas bodas donde no existe lugar para la Madre, ni para unos esposos de carne y sangre, nipara un vino de transformación, pues «son los solitarios (que renuncian a toda relación sexual o maternidad del mundo), no los que curan a los llagados, los que entrarán en la cámara nupcial (lugar de bodas)» (cf. EvTom 75).
Estas son las bodas interiores, donde se supera toda dualidad, de manera que el varón no sea ya varón, ni la hembra sea hembra, de manera que puedan superarse ya todas estas diferencias (cf. EvTom 22, en contra de Gal 3, 28 que habla de comunión corporal en igualdad). Todo nos permite suponer que estas bodas constituyen una experiencia de identificación interior con Dios y de superación de las dualidades somáticas y personales (cf. ApTom 106). En este contexto se puede hablar de una eucaristía espiritual y sapiencial, que consiste en comer de la boca de Dios (cf. EvTom 108).
(4) Un evangelio concreto de hombre y mujeres, de madres e hijos, de esposos…de servidores de los otros. El Tomás de la gnosis que según el evangelio de Juan tiene que convertirse por la pascua, era un solitario…dedicado a la boda interior con Dios, no a las bodas reales, concretas, sociales de la historia humano. Por eso puede identificarse conSalomé (que aparecía en la pasión de Mc 15, 40 y 16, 1) que se sitúa ante Jesús y le pregunta: «¿Quién eres tú, hombre y de quien procedes? Has subido a mi lecho y has comido en mi mesa. Jesús le dijo: Yo soy el que procede del que es igual... Salomé le dijo: yo soy tu discípula» (EvTom 61).
Ser discípula o discípulo, como la gnóstica Salomé o como el gnóstico Tomás, antes de su conversión, significa identificarse interiormente con Jesús, pero un Jesús sin carne, sin historia, sin amor llagado, sin ayuda social a los pobres y crucificados. El mayor de los riesgos de la gnosis (propia de un Tomás no convertido) ha sido (y sigue siendo) una exaltación del «espiritualismo», entendido como negación de la carne real (de la madre, de los hombres y mujeres concreto)… como experiencia de pura soledad y silencio ante Dios. Pero Cristo se ha mostrado a Tomás, le ha mostrado sus llagas, le he hecho volver a la comunidad concreta de madres e hijos, de amigos y compañeros… y de comunión con los crucificados.
(Desarrollo del tema en Pikaza, Gran Diccionario de la Biblia; sobre el “celibato” de Jesús y sobre una “vida religiosa” celibataria y comunitaria, que sea gnóstica en la línea de un Tomás gnóstico, sino en la línea del Tomás de Jn 20, cf. Pikaza, Historia de Jesús).