"Eso que a algunas personas les puede parecer demasiado, no es sino la punta del iceberg" "Buenas personas a las que el tema de los abusos los pone a la defensiva"
"Escribo este artículo pensando en esas personas que son gente buena, pero a la que el tema de los abusos les parece ya un tema recurrente, cansino, exagerado, como si ya se le hubiera dedicado demasiado tiempo"
"Y sin embargo, no hay día en que no salga a la luz un caso de abuso, ya sea de poder, de conciencia, sexual o espiritual"
"Como adultos creyentes, tenemos que darnos cuenta de que no exageramos cuando hablamos de abusos y que decir: 'ya está bien, qué pesados sois', no ayuda a las víctimas, sino a los victimarios"
"Como adultos creyentes, tenemos que darnos cuenta de que no exageramos cuando hablamos de abusos y que decir: 'ya está bien, qué pesados sois', no ayuda a las víctimas, sino a los victimarios"
| Juan Carlos Estévez
“Ahora todo es abuso”, me decía un amigo hace unos días, ante una noticia sobre abuso de poder en la Iglesia y que narraban los medios de comunicación, sobre el cuestionado arzobispo de Quito.
Pero es que ese mismo día, otro amigo, religioso, después de leer mi artículo sobre el abuso espiritual, me dijo: “es cierto, pero deberías hablar también de lo bueno que hace la Iglesia”.
Estos dos amigos son buenas personas, creyentes, comprometidos socialmente y con una conducta ética. Y sin embargo, algo en ellos hace que el tema de los abusos los ponga a la defensiva. Escribo este artículo pensando en esas personas que son gente buena, pero a la que el tema de los abusos les parece ya un tema recurrente, cansino, exagerado, como si ya se le hubiera dedicado demasiado tiempo.
Y sin embargo, no hay día en que no salga a la luz un caso de abuso, ya sea de poder, de conciencia, sexual o espiritual. La semana pasada conocíamos la expulsión de Figari del Sodalicio. Y ayer, las muchas situaciones de acoso, irregularidades y abusos acontecidos en el monasterio benedictino de El Rosal.
A esta gente buena, lo que les ocurre es que les duele lo que oyen y ven. Hasta ahí, todo bien. Pero cuando las noticias son malas, la solución no es matar al mensajero, es decir, negar la realidad. Entiendo que puede ser un mecanismo de defensa que nos ayuda a mitigar el dolor, pero como adultos, y como adultos creyentes, tenemos que darnos cuenta de que no exageramos cuando hablamos de abusos y que decir: “ya está bien, qué pesados sois”, no ayuda a las víctimas, sino a los victimarios.
No es verdad que ahora todo sea abuso. Eso que a algunas personas les puede parecer demasiado, no es sino la punta del iceberg. Un iceberg que, gente de iglesia, no quiere ver y se defiende echando balones fuera.
El problema ya no es sólo lo que han hecho los abusadores y quienes los han encubierto, sino también ese número de personas buenas pero negacionistas; entre unos y otros, relegan a las víctimas al silencio, al ocultamiento, cosa que revictimiza y genera aún más daño y sufrimiento.
Pues déjenme decirles que no hay nada más antievangélico que la oscuridad. Pienso ahora en el lema del periódico The Washington Post, que dice La democracia muere en la oscuridad. Un lema que refleja el compromiso del periodismo con la verdad. Si ese es el empeño de un diario, cuál debería ser el de quienes siguen a Aquel que es la Verdad.
Etiquetas