Supuestas defensas de la fe evidencian graves vacíos en muchos pastores Carta a Munilla y a otros obispos que evidencian ligereza en asuntos de interreligiosidad y mística
"Siempre he profesado el debido amor y respeto a mi obispo, y en general, al episcopado. Pero hoy, escribo las siguientes palabras dirigidas a Mons. José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante, España, y en él, me dirijo también hacia aquellos prelados que reiteran sus intentos fallidos en la defensa de la fe, dejando más dudas que certezas, generando más conflictos que armonía y sembrando más confusiones que claridad"
"Monseñor Munilla usted, y otros prelados sin saber qué es la noble tradición Zen, lo descalifican; por favor no hablen de esto, so pena de quedar muy mal. El Zen es una tradición que exige cierto nivel de práctica para darse cuenta de lo que es; no se puede describir con la liviandad de un youtuber"
"Hablar sobre tradiciones religiosas distintas a la propia, y criticarlas como si fuesen ‘asuntos simples’, no hace parte de las formas de la Iglesia. Es poco prudente, además de atrevido y riesgoso. Quien lo hace, expone el propio parco camino espiritual, la superficialidad de los propios estudios"
"Hablar sobre tradiciones religiosas distintas a la propia, y criticarlas como si fuesen ‘asuntos simples’, no hace parte de las formas de la Iglesia. Es poco prudente, además de atrevido y riesgoso. Quien lo hace, expone el propio parco camino espiritual, la superficialidad de los propios estudios"
Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de Orihuela y Alicante, España:
Siempre he profesado el debido amor y respeto a mi obispo, y en general, al episcopado. Pero hoy, escribo las siguientes palabras dirigidas a Mons. José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante, España, y en él, me dirijo también hacia aquellos prelados que reiteran sus intentos fallidos en la defensa de la fe, dejando más dudas que certezas, generando más conflictos que armonía y sembrando más confusiones que claridad.
1. Los asuntos teológicos que exigen delicado discernimiento, profundidad y solidez, tienen sus propios escenarios, tales como las facultades de teología, los congresos de profundización y actualización, los sínodos, etc. Las redes sociales no lo son, dada su ligereza, el tipo de comunicación, su papel social y carencia de lenguaje y herramientas. Elegir frases aisladas y descontextualizadas de una conferencia para hacer un juicio sobre un autor, quita seriedad a la reflexión.
2. El derecho que le asiste a hacer defensa de la fe, exige también delicada pericia. Solo por ser obispo no tiene el dominio de todas las áreas teológicas ni pastorales. Con humildad, es importante consultar, escuchar, aprender, y evitar pronunciarse con ligereza. Las oleadas apologéticas, sobre supuestos ataques a la fe, se han de evitar. Es sabido que detrás de estos afanes apologéticos se suele esconder un tufillo de soberbia. Se evitan declaraciones explosivas y aplastantes, más aún, contra otros clérigos.
3. Cuando un obispo continuamente pontifica de lo uno y de lo otro, comienza a perder credibilidad. Las comisiones, los equipos de expertos y las voces autorizadas en la amplitud de temas eclesiales, pueden ser debidamente delegadas para pronunciarse sobre los asuntos que les atañen. Se evidenciará así, la sinodalidad, comunión y capacidad de escucha del Espíritu.
4. La importancia de la defensa de la fe de los sencillos no riñe con el camino de aquellos que profundizan en el Camino; va acompañada de la promoción de su profundización en el conocimiento del Misterio, que no deja de revelar su Verdad. Quienes ya han pasado de la fe sencilla a una visión más robusta, también necesitan del respaldo del obispo. Santa Teresa aseguraba que algunos prelados, aunque no conocieran esta profundidad, si permitían que otros se adentraran en esos caminos, porque allí hablaba el Espíritu. Un buen obispo agradecerá tener tal profundidad entre algunos de sus clérigos.
5. La utilización de un texto bíblico, sin contexto, es un pretexto que se presta para defender posturas ideológicas. La utilización de textos bíblicos no es suficiente, porque el texto es siempre susceptible de interpretación, y no existe una manera exclusiva y excluyente de interpretar algunos textos. Para un feligrés poco formado puede sonar suficiente. En teología eso es insuficiente. Jesús no vino a revelar mensajes doctrinales. Él mismo se revela como el mensaje del Padre. Y con Él nos ha mostrado cuál es la vida del Hijo de Dios.
6. Hablar sobre tradiciones religiosas distintas a la propia, y criticarlas como si fuesen ‘asuntos simples’, no hace parte de las formas de la Iglesia. Es poco prudente, además de atrevido y riesgoso. Quien lo hace, expone el propio parco camino espiritual, la superficialidad de los propios estudios y la falta de respeto a tradiciones en las que el Espíritu de Dios ha hablado. Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica Romana, reconoce la santidad, sabiduría y riquezas de otras tradiciones espirituales. A algunos autores de cultura occidental les parecen ateas -nada más lejano de la realidad-. Existen otras formas de conocimiento humano y de revelación divina. Un obispo, de una sola cultura, no es el juez de todas las visiones de la humanidad.
Aquellos que aún no han descubierto la amplia familia de Dios Padre, aún están muy lejos de ver a los demás hombres como sus hermanos
7.Todo obispo diocesano está llamado a la promoción del diálogo interreligioso e intercultural. Si el obispo es prudente, se sentirá movido a estudiar y profundizar en la diversidad de las tradiciones, que esconden una milenaria sabiduría del Espíritu. El sentido y el valor de las respetables tradiciones orientales, le pueden servir para descubrir otros caminos del Espíritu divino. Aquellos que aún no han descubierto la amplia familia de Dios Padre, aún están muy lejos de ver a los demás hombres como sus hermanos.
8. El camino de los sabios y de los místicos incluye la duda de la propia visión, para dejarse sorprender por la liberalidad del Espíritu de Cristo. Nuestro Maestro, Jesús de Nazaret, superó los límites del judaísmo de la Judea y la Galilea. Esta es una delicadísima tarea de discernimiento con la escucha del otro, en silencio y con la capacidad de maravillarse, tal como lo hace la sinodalidad. En Él vivimos, nos movemos y existimos,¿Por qué algunos prelados hablan como si fueran los propietarios del Misterio divino?
9. El conocimiento que tenemos de Cristo siempre está abierto a su novedad. El Cristo, en el que creemos, del cual soy sacerdote, como usted, no es propiedad de los cristianos. Él nos desborda. ¿Quién puede acaso encerrar en su pequeñez el Misterio del Cristo Total? Otras tradiciones también lo conocen, aunque utilicen expresiones culturales, lenguajes y cosmovisiones diversas. ¿A caso la Catolicidad de la Iglesia no ha crecido con la inclusión de estas diversidades?
10. Se dice que el cristiano del siglo XXI o será místico o ya no podrá llamarse cristiano. Los dogmatismos han cumplido su misión, ahora es el tiempo del conocimiento místico, directo, pleno e integral. La experiencia de unidad con el cosmos que reconocemos en san Francisco, la hermandad de Charles de Foucault y la profundidad en las nadas de las que habla san Juan de la Cruz, están más allá de los dogmatismos en los que se suelen encerrar algunos prelados. Los nuevos místicos huyen de tal dogmatismo eclesial.
Los pastores han de ir adelante en ese camino, ayudando a explorar, con una vida espiritual exigente, más allá de la devoción común. Movidos por la sed, en medio de la noche, para abrir caminos a quienes tienen la responsabilidad de guiar
11. Los pastores han de ir adelante en ese camino, ayudando a explorar, con una vida espiritual exigente, más allá de la devoción común. Movidos por la sed, en medio de la noche, para abrir caminos a quienes tienen la responsabilidad de guiar. En ese camino místico el lenguaje mítico se supera; otros lenguajes emergen, y se vuelve a tener místicos sustentando, con su experiencia, el itinerario espiritual de una diócesis. No todo de pende de los libros, la experiencia directa del Misterio que se tiene en la Mística es un tesoro inigualable para una diócesis.
12. Las experiencias iluminativas de los místicos son verdaderas revelaciones, que le permiten descubrir el Misterio de Dios que los habita, y que solo conocían por palabras de otros. Es importante conocer lo reveladora que es una experiencia mística. Allí se cae en cuenta de lo que se es. Las palabras hasta entonces conocidas se quedan cortas, tornándose la experiencia en una verdadera revelación. Eso la hace trascendente, poque descubre que lo más íntimo de sí mismo es Dios, como decía san Agustín. Es Él quien revela desde la propia interioridad.
13.Si la visión antropología es deficiente, no se pueden entender las experiencias místicas en las que una persona descubre que el Espíritu de Dios guía desde dentro. Un maestro ayuda a descubrir su presencia; eso es así. Los místicos dan testimonio de esto, porque han superado la visión mítica de la fe. Dentro del hombre no solo hay pensamiento y reflexión. Lo que hay dentro del ser humano es la fuerza y la vida divina ¿por qué extrañarse del camino interior? De nuevo san Agustín dice: no vayas fuera, Él está dentro. Eso no es subjetividad. La sabiduría que procede del Padre, es la sabiduría a la que accede un místico. Por tanto, el asunto de la sabiduría procedente del Padre remite a las prácticas contemplativas, que también el hombre puede conocer.
14. La visión personalista de cristianismo es un invaluable aporte a la humanidad: el encuentro del tú del hombre con el Tú de Dios hasta llegar al matrimonio espiritual, como bien lo relató santa Teresa, es la vía que encuentra la mayoría de los creyentes, -y no solo cristianos-. Pero esa visión no excluye otras formas de descubrimiento de la presencia divina. Existe también la relación con Dios en tercera persona, como cuando se descubre en la creación, como san Francisco, o en quien sufre, como san Juan de Dios. Y aún hay otra forma de espiritualidad: la del descubrimiento del ‘Yo soy’. En la que ya no es relación de tu a Tú, ni del tú al Ello de Dios, sino que es aquella en la que el místico descubre el ‘Yo soy’ de Dios en su propia existencia; descubre que el Camino la Verdad y la Vida están presentes él. Que Dios es su ser esencial sin que el hombre sea Dios. Esta experiencia mística, propia de la nada y del vacío, no es suficientemente comprendida por aquellos que solo enfatizan en el Tú de Dios.
Es necesario recordar que la unidad con el Padre es la vocación definitiva de la humanidad. Los seres humanos tienen su propio nivel de percepción, ninguno es superior al otro, simplemente es diferente
15. Es necesario recordar que la unidad con el Padre es la vocación definitiva de la humanidad. Los seres humanos tienen su propio nivel de percepción, ninguno es superior al otro, simplemente es diferente. ¿Quién fue más santo, santa Teresa o san Juan de Dios o san Juan de la Cruz? No valen las comparaciones. ¿solo quien cree en un Dios personal cree en Dios? No toda experiencia mística es dual. Existe la experiencia que supera la dualidad, sin ser monista, es a-dual. A este paso van los grandes místicos, como el Maestro Eckhart.
16. Finalmente, el silencio no es solo cerrar los labios. El silencio es la oración más alta, es el nivel de unión; Dios es el Silencio como se puede traducir del encuentro de Elías con el silencio en el monte de Dios. El silencio no es una técnica, pues pone en evidencia la sacralidad de Dios. Quien se ha sumergido en esa dimensión humana, descubre que siempre está en silencio, siendo habitada por el Misterio Divino. Allí el diálogo es el del mismo silencio. No se dice, no se siente, no se busca, no se quiere nada, tal como lo indica san Juan de la Cruz, en la Subida al Monte Carmelo.
17. Este 1º de febrero, por ejemplo, el papa Francisco acogió, con respeto y sabiduría, la visita de unos maestros Shaolín, custodios de las raíces zen en China, mientras, algunos prelados, como usted, parecen manifestar desprecio por ellos. Ya sabemos que no todos los obispos en su pía, como en nuestras tierras latinoamericanas, y colombianas, aún no digieren las palabras del papa Francisco. Monseñor Munilla usted, y otros prelados sin saber qué es la noble tradición Zen, lo descalifican; por favor no hablen de esto, so pena de quedar muy mal. El Zen es una tradición que exige cierto nivel de práctica para darse cuenta de lo que es; no se puede describir con la liviandad de un youtuber.
Y finalmente, si van a citar documentos eclesiales, por favor léalos y estúdielos primero. Es un desacierto citar Jesucristo portador del agua de la vida, como si fuera un documento doctrinal, cuando nadie lo firma, e incluso en su tercer renglón advierte que tan solo es un ‘informe provisional’. Documento bien intencionado pero cuya sustentación dejó mucho que desear.
Acompaño esta carta con mi práctica contemplativa en favor de todos los pastores de nuestra Iglesia. Siempre en obediencia y respeto a mi obispo. Filialmente,
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