"Existe confusión: el Real Decreto permite el culto, pero no la asistencia al templo" Luis Argüello, portavoz de la CEE: "La actuación policial , legítima en la calle, ha sido desmedida en los templos"
El secretario general y portavoz de la CEE admite que la Iglesia debe "contar mejor y buscar la manera de atravesar los prejuicios propios y ajenos" en su relación con los medios
"Nuestra asignatura pendiente sigue siendo la presencia en medios nacionales generalistas en la aportación de lo que la Iglesia anuncia, vive y hace. No pasamos de los “sucesos” o a lo sumo alguna experiencia más o menos curiosa"
"En la aplicación de la normativa ha habido algún conflicto aislado, pero en otros muchos campos, buena colaboración"
"El art 11 del Decreto permite el culto, pero el art. 7 del mismo no reconoce explícitamente la asistencia al templo como un motivo para salir de casa. Por ello nosotros hemos sugerido a los fieles “quédate en casa”"
"En la aplicación de la normativa ha habido algún conflicto aislado, pero en otros muchos campos, buena colaboración"
"El art 11 del Decreto permite el culto, pero el art. 7 del mismo no reconoce explícitamente la asistencia al templo como un motivo para salir de casa. Por ello nosotros hemos sugerido a los fieles “quédate en casa”"
El obispo auxiliar de Valladolid, y portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, ha vivido la Semana Santa "con hondura y dolor", con el peso de la ausencia de los fieles. En un momento en el que la labor de la Iglesia no es suficientemente reconocida, por desconocida, entre la sociedad española, el secretario general de la CEE admite, en entrevista con RD, que "el contar mejor y buscar la manera de atravesar los prejuicios propios y ajenos es nuestro territorio para la autocrítica".
Donde sí se muestra crítico es con la actuación policial en casos como la interrupción de los Oficios de Viernes Santo en la catedral de Granada. Para Argüello, "la actuación policial, legítima en la calle, desde mi punto de vista, ha sido desmedida en los templos, sobre todo cuando se ha interrumpido una celebración ya comenzada, pues no ha tenido en cuenta el citado articulo 11 del Decreto que estableció 'estado de alarma', no de excepción". En conversación con RD, el prelado afirma que "existe confusión y no solo en este tema, lo hemos visto con la publicación en el BOE de las diversas normas".
¿Cómo ha vivido esta atípica Semana Santa, marcada por el confinamiento, sin procesiones ni fieles en las iglesias?
Con hondura y dolor por los acontecimientos y por la ausencia de pueblo congregado. En una experiencia singular de comunión y cercanía en la distancia. En el Hogar sacerdotal donde vivo pudiendo celebrar la Liturgia con unos cuantos sacerdotes, religiosas y trabajadores. Ha sido una gracia extraordinaria.
Jesús, Cristo y Señor, ha resucitado y, en la tierra de tránsito entre la vida ya regalada y la Vida Plena, peregrina en su Pueblo Santo, encabezando su marcha y su descenso a los subsuelos, hacia la Tierra donde se cumplen las promesas. Peregrinamos hasta que Él vuelva.
— Mons. Luis Argüello (@MonsArguello) April 12, 2020
¿Cómo es su día a día en tiempos de pandemia?
Con fuerte disciplina horaria dedico el tiempo a: la oración y lectura a lo largo del día en tres momentos; el trabajo de animación y coordinación pastoral a través de los actuales medios digitales con reuniones por videoconferencia; ejercicio físico tareas domésticas y ordenación de libros y papeles; celebración litúrgica; conversación telefónica con familiares y sacerdotes; saludos desde la ventana, un solo telediario al día y selección de podcast de noticias de radio, repaso de la prensa a la que estoy suscrito, un capítulo de una serie, descanso.
¿Cuál es la presencia de la Iglesia en esta crisis?
Desde mi apreciación esta presencia puede agruparse en tres niveles: a) ciudadano, llamando a los fieles a quedarse en casa y reavivar su conciencia de Iglesia doméstica. b) eclesial, con la oración en soledad, en familia y también en la celebración de la Eucaristía del sacerdote “sin pueblo” y, a veces, con una pequeña presencia de creyentes que mantiene viva la fuente de comunión, amor y esperanza que es la celebración de la muerte y resurrección de Jesucristo. La comunión orante con las diócesis españolas y con el papa y la Iglesia universal. La llamada a la caridad que expresa la fraternidad de los que formamos parte del Cuerpo de Cristo. c) testimonial, de la cercanía y de la caridad con múltiples iniciativas vecinales, de las caritas parroquiales y diocesanas; la escucha, la presencia y la creatividad pastoral de muchos sacerdotes, la presencia del servicio religioso en los hospitales y en los cementerios en la despedida consoladora y esperanzada de lo difuntos; la puesta a disposición de inmuebles para la acogida en este tiempo.
¿Por qué no se conoce suficientemente qué hace la Iglesia? ¿Hay algo de autocrítica?
En estas semanas ha crecido enormemente la comunicación intraeclesial, también ha sido buena la presencia en los medios generalistas locales y regionales, el esfuerzo de COPE y 13TV encomiable y también el reflejo en medios habituales de información religiosa. Nuestra asignatura pendiente sigue siendo la presencia en medios nacionales generalistas en la aportación de lo que la Iglesia anuncia, vive y hace. No pasamos de los “sucesos” o a lo sumo alguna experiencia más o menos curiosa. En realidad es un desafío previo a la pandemia y que ahora se ha agudizado. Se ha llegado a decir ¿Dónde está la Iglesia? En un momento de centenares de iniciativas que no hemos sabido contar o que no nos han querido acoger, el contar mejor y el buscar la manera de atravesar los prejuicios propios y ajenos es nuestro territorio para la autocrítica.
En líneas generales, no ha habido conflicto Iglesia-Estado por el tema de las misas. Sin embargo, sí se han dado algunas polémicas, la última de ellas con el arzobispo de Granada como protagonista. ¿Qué opina de la actuación policial en algunos templos? ¿Ha habido o habrá alguna protesta?
La Iglesia española ha mantenido estos dos criterios básicos: - Acogiendo la propuesta “quédate en casa” que se hace norma en el Real Decreto que establece el estado de alarma, no convocar al pueblo de Dios al culto público, por ello cada Obispo ha dispensado de la obligación eclesial de participar en la Eucaristía dominical. – Celebrar la Eucaristía el sacerdote solo, en el templo más próximo al domicilio, en o en su casa, “sin pueblo”, con la posible participación de alguna persona que viva cerca, siguiendo las indicaciones de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y el Real Decreto que en su número 11 autoriza el culto (una Orden del Ministerio de Sanidad posterior prohíbe los funerales, pero no dice nada del resto del culto)
Nuestra celebración es sin pueblo pero no clandestina, si en algún caso, dejamos la puerta del templo abierta es como signo de esperanza y evocación a la transcendencia, ambas experiencias hoy muy convenientes.
La actuación policial, legítima en la calle, desde mi punto de vista, ha sido desmedida en los templos, sobre todo cuando se ha interrumpido una celebración ya comenzada, pues no ha tenido en cuenta el citado articulo 11 del Decreto que estableció “estado de alarma”, no de excepción. En la aplicación de la normativa ha habido algún conflicto aislado, pero en otros muchos campos, buena colaboración.
¿Está claro lo que se puede y lo que no se puede hacer?
Creo que existe confusión y no solo en este tema, lo hemos visto con la publicación en el BOE de las diversas normas. El art 11 del Decreto permite el culto, pero el art. 7 del mismo no reconoce explícitamente la asistencia al templo como un motivo para salir de casa. Por ello nosotros hemos sugerido a los fieles “quédate en casa” y Obispos y presbíteros celebra la fuente de la caridad y la esperanza por el pueblo y en favor del pueblo. Especialmente de los difuntos que no han podido ser despedidos en unas exequias cristianas.
¿Cómo cree que saldremos de esta crisis como sociedad? ¿Y como Iglesia?
No lo sé, lo que parece cierto es que nos está haciendo reflexionar, eso espero, sobre la fragilidad-humildad de nuestro ser, sobre la importancia de tantas pequeñas cosas y grandes que disfrutamos sin agradecer; también sobre el drama de la forma de morir y el acompañamiento en ese trance. La familia, el cuidado a los mayores, los ritos fúnebres y el duelo, la alegría y la esperanza en medio del dolor, han marcado siempre a las civilizaciones, más aún, son origen de civilización. El servicio a los descartados va a ser también una piedra de toque.
Seremos mejores si damos pasos, personales, relacionales e institucionales en estos campos. Se produce ahora una situación paradójica: confiamos en la ciencia y técnica para salir adelante, disfrutamos estos días en casa de muchos recursos tecnológicos, y, al mismo tiempo, anhelamos la humanidad que el paradigma tecnocrático ha puesto en segundo plano.
La Iglesia sigue llamada a vivir y anunciar lo esencial: Anunciar el kerigma de la salvación en un momento de desconcierto y búsqueda: Jesucristo ha vencido a la muerte y a expresar ese anuncio en una mayor fraternidad y servicio en medio de la extraordinaria crisis económica a la que nos vemos abocados.