Sor Paz, mano derecha de la ex abadesa, hace un mes que abandonó el cenobio La comunidad de exmonjas de Belorado se desangra: Sin vicaria, sin obispo fake, sin aprobación gubernamental y sin vulnerabilidad

Parece haber sonado el principio del fin en la comunidad de exclarisas de Belorado. En los últimos tiempos se han quedado sin la vicaria, Sor Paz, se les ha ido el obispo fake, Ribeiro, el ministerio del Interior les ha denegado la constitución de una asociación civil y la diputación provincial acaba de comunicar al arzobispado que las ex monjas no son vulnerables, requisito previo para poder comenzar el proceso de desahucio.

En primer lugar, el bloque de las monjas cismáticas se resquebraja por dentro. Y empieza a hacerlo por la parte más inesperada, la cabeza. En efecto, Sor Paz, la mano derecha de Sor Isabel, la exabadesa de Belorado, hace un mes que se ha salido del convento, aunque sólo ahora se ha podido confirmar la noticia.

Fuentes consultadas por RD aseguran que se ha ido “por desavenencias” con Laura García de Viedma a nivel personal, religioso  y procedimental. Sor Paz no quiere hablar ni salir en los medios y ni siquiera se ha puesto, por ahora, en contacto con el arzobispado de Burgos. “Quiere pasar desapercibida”, nos dicen.

Lo que sí nos confirman es que no comulgaba con las decisiones y la forma de ejecutarlas de la superiora, tanto a nivel religioso (con la deriva sedevacantista, con la que no estaba de acuerdo del todo), como a nivel de gestión de la crisis por parte de Sor Isabel.

En el antiguo organigrama de las clarisas, Sor Paz no era una monja más, sino la segunda de a bordo, la vicaría general. Una monja discreta, delgada, con gafas, siempre en segunda línea y muy reservada. Precisamente por eso, en las comparecencias públicas de las exclarisas no intervenía, desplazada por el desparpajo de Sor Sión, la auténtica mano derecha de Sor Isabel, y, entre las dos, las cabecillas reales del caso del cisma de Belorado.

En el arzobispado de Burgos no sólo confirman la noticia, sino que están intentando ponerse en contacto con la ex monja a través de un sacerdote burgalés amigo suyo. Eso sí, quieren dejar bien claro que las puertas del arzobispado están absolutamente abiertas para ella, para ayudarla en su camino de regreso a casa, asi como a sanar la situación.

También se marchó la semana pasada el obispo fake, Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, que al olor de un eventual negocio, les había prometido el oro y el moro, pero,al ver las dificultades de la comunidad para poder reclamar la posesión de los monasterios, puso pies en polvorosa.

Desasistidas espiritualmente, las ex monjas volvieron a ponerse en manos del cura argentino sedevacantista, que ya las atendió en el intervalo entre el obispo Rojas y el obispo Ribeiro. Pero, ahora, pretende hacerlo de una forma más estable, pues fuentes del ayuntamiento de Belorado nos confirman que, hace unos días, solicitó empadronarse en el pueblo.

Por otra parte,el ministerio del Interior, en un documento ben trabado, les comunicó a las exmonjas y al arzobispado de Burgos que no es posible jurídicamente transformar una entidad católica en una asociación civil, como pretendían las cismáticas, primer paso para poder reclamar la propiedad de los monasterio de Belorado, Derio y Orduña.

Y la puntilla de las exmonjas también acaba de llegar al arzobispado de Burgos: la Diputación provincial le ha comunicado que varias monjas no han querido colaborar con los asistentes sociales, que muchas ni se presentaron y que, por lo tanto, no se sienten vulnerables y, por consiguiente, son autosuficientes.

Ante esta situación, las autoridades eclesiásticas están preparando el proceso de desahucio, que podría incoarse en una o, como mucho, dos semanas, porque va quedando claro que están ocupando los monasterios de forma ilegal.

Más aún, en la sede arzobispal burgalesa esperan que cunda el ejemplo de Sor Paz entre las monjas cismáticas y acaben arrepintiéndose y volviendo a casa, como el hijo pródigo. Y sólo entonces podría pararse el proceso de desahucio y readmitir de nuevo a las ex monjas en la comunidad de Belorado. Cerrando el cisma, quizás no para todas ellas.