Crónicas desde la JMJ (II) Destino Cracovia 2016: sin mochilas

(Javier Garrido).-  Nada más lejos de lo que leéis en el título. Por fin llegamos a Polonia, hoy dormimos en Varsovia y sí, estamos sin maleta alguna. Un total de 36 maletas de nuestro grupo se han quedado en Madrid. Toda la preparación que os contaba ayer desvanecida en una cinta de aeropuerto de la que no salía absolutamente nada.

Pero bueno, el día empezaba bien temprano cogiendo mi AVE destino Madrid a las 9 de la mañana. Pronto y a tiempo nos reunimos todo el grupo del MJS en la T2 de Barajas y las sensaciones eran preciosas: te sentías de nuevo en casa, de nuevo con tus hermanos, algunos nuevos y otros tan cercanos que acababa de compartir ese campamento que ayer os contaba.

En fin, un grupo en el que al fin y al cabo se respiraba comunidad, salesianidad; un grupo que te hacía sentir de nuevo en casa, con tus hermanos.

Entre besos, abrazos y las primeras risas fuimos facturando, dándonos cuenta de que
tendríamos una compañía muy especial en nuestro vuelo: la mitad de la Conferencia
Episcopal Española venía con nosotros en nuestro vuelo
. Ha sido esta una magnífica introducción de lo que serán estos días: una comunión entre mayores y jóvenes; entre la experiencia y el entusiasmo; una experiencia en resumen de auténtica Iglesia.

La cercanía de nuestros obispos en las distancias cortas es asombrosa, enamora, atrae, gusta. Hoy doy gracias a Dios por tantas conversaciones preciosas con ellos. En concreto me gustaría plasmar en estas líneas la experiencia de mi hermana, pues creo
que nunca había tenido una así.

Se ha sentado al lado de uno de estos obispos, él llevaba ventanilla y ella en medio. En mitad del vuelo me ha llamado para presentarmelo y yo, inocente de mí, le he dicho que me llamaba la atención verles en esta situación (la mayoría de ellos iban completamente dormidos). El buen hombre entre risas me respondía que ellos
eran personas normales que también dormían
. No he podido evitar la carcajada y admitirle que a veces nos costaba verles así, y que por eso mi JMJ no podía haber empezado mejor.

El abrazo de mi hermana y él se dieron a despedirse fue conmovedor. Pero bueno, volvamos a los inicios del vuelo. Nada más despegar veíamos como nuestras
maletas se quedaban en tierra desde la ventanilla.

El vuelo ha sido una incertidumbre constante: llegarán o no llegarán; seguro que van en otro vuelo; estará todo previsto. Muchas teorías nos surgían, a cual más graciosa pero por supuesto todas de lo más coherentes para nuestra desesperación. Pero no, ni han llegado, ni estaban en otro vuelo, ni había nada previsto.

Las primeras reacciones, como es lógico, han sido los cabreos, los agobios, las malas
caras, la soledad... pero pronto han empezado a surgir las primeras risas, abrazos, e
incluso cánticos. Puedo deciros que la pena no ha durado más de 15 minutos. Hemos
asumido rápido que teníamos que ponernos manos a la obra para recuperar nuestras pertenencias y así empezar cuanto antes nuestra peregrinación.

Parece mentira, pero mientras escribo este artículo mis amigos están aquí al lado riéndose, cantando, contando chistes... en fin parecemos 60 locos riendo sin sentido en el hall de un hotel polaco perdido de la mano de Dios.

Qué bonita lección hemos recibido este primer día de nuestra JMJ. Lo material siempre quedará que al fin y al cabo somos afortunados de poder afrontar esta dificultad. Pero con Cristo vivido en comunidad todo es mucho más sencillo, porque cada cosa adquiere la importancia que verdaderamente tiene, simple pérdida de algo material no iba a desaparecer la ilusión acumulada durante un año. Y creedme cuando os digo que escribo estas últimas líneas entre unas leves lágrimas de alegría.
Por cierto, ¿sabíais que Don Bosco cuantos más problemas tenía más alegría mostraba?

Francisco Javier Garrido Hernández, peregrino de Cracovia 2016 @MJS_es

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