Hermosísima procesión del Corpus.
En varias ocasiones había estado en el Corpus toledano. Pero hasta hoy no la había visto con tanto detalle. La televisión tiene algunas ventajas. Sólo me faltó ese olor penetrante del tomillo y del romero como para hacer presente, y tanto, el buen olor de Cristo.
Yo, que soy declarado defensor de las procesiones, pienso que no hay ninguna como ésta. En la que Cristo, real y verdaderamente presente, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, recorre nuestras calles y recibe el homenaje y la adoración de sus hijos. Y no individualmente, que también, sino de la sociedad. Aunque esté tan descristianizada como la de hoy.
Allí estaban el clero y el pueblo. Y las autoridades. Civiles y militares. Las corporaciones, la Universidad, las cofradías... No entiendo como a algunos les puede molestar que al Rey de Reyes y Señor de los Señores se le reciba en la calle con la marcha real y que los soldados le presenten armas. Si es Aquel ante quien debe doblarse toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo.
De todo lo que vi apenas me disgustó que la gente no se arrodillara al paso de la hermosísima custodia. Eso es lo que se debe hacer y no aplaudir. Aunque seguro que con buenísima intención.
La procesión la presidió sorprendentemente Don Carmelo Borobia. El cardenal iba de acompañante y con capisayos cardenalicios. Pienso que quiso tener ese gesto con su obispo auxiliar. El dejarle que presidiera un procesión del Corpus. La bendición con el Santísimo en Zocodover y las palabras tradicionales corrieron a cargo del cardenal. Que estaba visiblemente emocionado en su despedida. Después de ello abandonó la procesión y regresó a la catedral a esperar la llegada de la procesión.
Los musulmanes no deben morirse sin haber ido por lo menos una vez a La Meca. Yo pienso que los católicos españoles tampoco deberían hacerlo sin haber acudido al Corpus de Toledo.