La Inquisición de los otros.

Sé que es inútil pero voy a intentarlo explicar una vez más. Incluso a sabiendas de que hay cerebros incapaces de elaborar una sola idea. ¿De qué les valdrán a sus propietarios?

Yo no impongo nada. Entre otras cosas porque soy absolutamente consciente que no tengo el menor poder para imponer. Simplemente expongo con absoluta libertad mis opiniones. Que serán compartidas o no. Tengo la enorme fortuna de encontrarme con muchos que las comparten. Y de ello hay más que constancia en este Blog. También, aunque mucho menor, de los que disienten. Y me parece muy bien. Ahí están. No borro ninguna. Incluso si se exponen en versos escatológicos.

Pero, en la mayoría de los disentientes no hay el menor argumento. Sólo descalificaciones viscerales. Y muchas veces de escasísimo gusto. También con una incoherencia que creo es neuronal. Lo que ellos reclaman para Sobrino o para Masiá, por citar sólo dos ejemplos, esto es, el derecho a decir lo que les dé la gana, me lo niegan a mí. Y a no pocos de los comentaristas que comparecen en estas páginas.

Son demócratas al estilo staliniano. Todo el mundo puede decir lo que quiera siempre que coincida con el modelo oficial.

Yo entiendo perfectamente que el Partido Comunista expulse de sus filas a quien no sigue su programa. Pero estos genios no pretenden expulsarnos del Partido Comunista sino de la comunidad de los hombres. Son partidarios de la dictadura universal.

Yo no critico a Boff, a Sobrino, a Masiá o a quien queráis por pensar lo que piensan. Me parece muy bien que lo piensen y lo expongan. Solo les critico que pretendan pasar por doctrina de la Iglesia lo que la Iglesia dice que no es su doctrina. Expresándome como yo me expreso, y creyendo lo que creo, me parecería normalísimo que en el caso, que jamás ocurrió, de que hubiera sido miembro del Partido, me expulsaran del mismo. También entendería que, siendo ajeno a tal organización, manifestaran que mis ideas son absolutamente distintas y contrarias a las suyas. Lo que ya me parecería dictadura, entre ellos tan habitual, es que se me prohibiera expresarlas. O que por expresarlas fuera destinado al paredón.

Esa es la gran diferencia. A mí me trae sin cuidado que Boff se case o que, después de casado, viva feliz con su pareja o se divorcie. Que tengan hijos o no los tengan. Que se deje barba o se la afeite. Que admire a Castro o a Pinochet. Sólo digo que su posición no es eclesial. Pero no porque le haya echado yo. Porque se ha ido él.

Entiendo perfectamente que lo que yo pienso moleste a muchos. Y, entre ellos, a algunos de los que han comparecido por este Blog. Pero lo tienen muy fácil. No es el sitio en el que van a estar a gusto. Se van, y ellos, yo, y la inmensa mayoría de los que por aquí comparecen, tan contentos.

Jamás se me ha ocurrido ir a un Blog de maricones, que supongo habrá unos cuantos, a decirles que son tarados, enfermos, viciosos o ejemplos contra natura. O de una especialísima natura. Les respeto. Y no voy a tocarles las narices. Hacen lo que les da la gana y dicen lo que les da la gana. Aunque sea muy contrario a lo que yo piense. Y los que allí se sientan a gusto, qué lo disfruten.

Creo que he dado muestras más que sobradas de que me la traen al pairo las descalificaciones personales, en prosa o en verso. Ahí están todas. Aunque me parezcan de ínfimo nivel. Aquí ha habido notables discrepancias sobre muchos temas. Pero con argumentos. Y los lectores se habrán quedado con unos o con otros. Todo ello ha enriquecido muchísimo al Blog y le ha llevado a los niveles de audiencia que ha alcanzado. Las estupideces de algunos, muy pocos, no tienen el menor efecto. Salvo el de que tantos piensen que son un especimen más de la estupidez ambiente.

Creo que los escasos mentecatos que aparecen por aquí podríais ahorraros vuestras comparecencias. Veis que no dañáis nada al Blog. Pasáis muy malos ratos. Y quedáis de lo que sois. Pues a otras webs, que hay unas cuantas, donde seáis felices y os hagáis la ilusión de que alguien os sigue.

Yo voy a seguir sin borraros, salvo que os paséis veinte pueblos. Y tal vez algún día haga una antología de la estupidez. No lo creo. Tengo cosas más importantes de las que ocuparme.
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