Querido Julián Moreno

La mía hacia ti es más comprensible. Tienes, o te aproximas, la edad de mis hijos. Y hasta te estás licenciando en Físicas que es la carrera de una de mis hijas. Paternalismo de mayor. Que además entiende, por eso mismo, fogosidades juveniles ya en mí tan apagadas.
La tuya es más de agradecer porque, desde la discrepancia en no pocas cosas, he encontardo siempre, las no pocas veces que nos hemos encontrado aunque ninguna haya sido todavía personalmente, un afecto que te agradezco muchísimo. Y el respeto es mucho más meritorio por tu parte que por la mía. Porque el joven suele ser mucho más irrespetuoso. Tal vez el llevarnos bien se deba a que somos irrespetuosos los dos y que ambos decimos lo que nos parece. Lo que creemos debemos decir. Aunque en ocasiones sean cosas bien distintas.
Y ahora al núcleo. Que es casi lo de menos aunque pueda parecer lo de más. En nuestra relación personal, seguro. Y sobre la custión ya hay muchísimos que se expresan en un sentido o en otro. Y cada uno de nosotros dos se sentirán más o menos de acuerdo con cada uno de los opinantes.
Yo, que a mis años soy vago, no me he metido a analizar el contenido de EpC si se ha explicitado. Si salió un decreto o ley sobre el mismo no lo he leído. Mis hijos, el menor tiene treinta años, y ellos eran mi deber, ya no están afectados por eso. Y mis nietos tendrán a sus padres velando sobre ellos.
Además, estoy tan seguro del buen criterio de todos mis hijos, de mi nuera y de mis tres yernos, que van a hacer lo que tengan que hacer. A mí sólo me queda estar a su lado. Y saben que lo estoy.
Si EpC es un adoctrinamiento de los niños contra la voluntad de sus padres me parece que no es de recibo. A los hijos deben adoctrinarles sus padres en sus creencias, las que sean, salvo que fuera impresentable su opción. Niños a quienes se educara para poner bombas, para maltratar a quienes fueran a ser sus mujeres, a no creer en Dios porque es un camelo insostenible, a quienes follar con cualquiera todos los días, y mejor con distinto o distinta cada día, sea la conquista de la postmodernidad, que el matrimonio es una antigualla y que si viene un niño lo mejor es matarlo, abortarlo o interrumpir la gestación, que el viejo sobra, molesta y, además, cuesta...
No sé si es eso. No lo he estudiado. Pero me da la impresión de que algo puede haber. O que algunos se lo temen.
Yo sólo he protestado de incoherencias eclesiales. Que un obispo diga unas cosas y un religioso, salesiano o no, otras. Sostengo que todos deben decir lo mismo. Y que si alguno, obispo o religioso, es la excepción, debe ser desautorizado. Porque lo otro es una merienda de negros.
Evidentemente yo no simpatizo con ese Manuel de Castro. Cuando dije que había que echarle hice constar clarísimamente que no de la Iglesia ni de la congregación salesiana. Ni lo pretendo ni es mi problema. Sólo dije que era impresentable que los obispos dijeran una cosa y el secretario de la Federación de Religiosos de Enseñanza la contraria. Y que había que echarle de ese cargo. Claro que los religiosos pueden volverle a elegir. Pero entonces se comprenderá mi escasa simpatía por algunos religiosos.
Lo de Marina, deificado por algunos sin que mi escaso entendimiento alcance a entenderlo, los marianistas, ganando dinero a espuertas al alimón con el "filósofo" también en oposición a los obispos, me parece también impresentable. Como Masiá. Pero es que con Masiá me parece impesentable casi todo.
Luego están las simpatías personales hacia determinados obispos. Julián tiene unas y yo otras. Creo que cualquiera de los dos podemos tener las que nos dé la gana. Y por eso no vamos a discutir. Para gustos están los colores.
Pues, querido Julián: agradecido por el protagonismo que me has dado. Y en el afecto que espero siga siendo recíproco. Iba a decir que por muchos años. En los que Dios quiera darme.