Una cigüeña profeta.

"El grupo de curas navarros separatista y partidario de la anexión vascongada del viejo Reino, cada vez menos, gracias a Dios, acaudillado por ese dinosaurio de 81 años que se llama Jesús Lezaun -lo de dinosaurio lo digo por especie en extinción, y no necesito añadir que con gran contento mío-, y que de vivir su tío, aquel santo sacerdote que fue Don Bruno, que llenó el seminario y las casas religiosas masculinas y femeninas de cientos y cientos de vocaciones, se volvía a morir inmediatamente al ver los rumbos de su sobrino, tiene también al cardenal de Madrid por su bestia negra. Estos por dos motivos. Su españolismo y su ortodoxia. En este grupo hay también unos cuantos jesuitas de la provincia de Loyola. O, como ellos prefieren decir, de Loiola. Dentro de poco nos hablarán de San Iñaki de Loiola. Tan ridículo, en mi opinión, como hacerse llamar Pernando. Sí, con P. No es un error de tecla.
Pues, jesuitas progres y algunos separatistas, y curas diocesanos separatistas, y todos progres, acaban de encontrarse con que el Santo Padre ha designado como su enviado especial en los actos del centenario del nacimiento de San Francisco Javier, al cardenal de Madrid. ¡Toma ciribicundia!
A ver que hacen. Porque el sopapo es considerable. Claro que se podía haber designado al cardenal Etchegaray. O al arzobispo emérito, en mi opinión demérito, Cirarda. O al Prepósito general de la Compañía, P. Kolvenbach. O... Pues, el cardenal Rouco. Este Papa, que es más largo que la sombra de un ciprés, no da puntada sin hilo. ¡Y vaya puntada!
Pues, chiquitos, ajo y agua. Pero en grandes cantidades. Y si ese día se os ocurre rebuznar, que a lo mejor se os ocurre, supongo que Benedicto XVI tomaría buena nota. Y tal vez se resolvieran de una vez los dos grandes males que aquejan, desde su interior, a la Iglesia de España. La insolidaridad eclesial de unos y la insolidaridad nacional de otros. Insolidaridades que en no pocos casos coinciden en el mismo semoviente".
Pues no tuvo que esperar mucho la cigüeña en su vaticinio. El 21 de marzo llegaba el rebuzno.Y el rebuznante era precisamenete Jesús Lezaun. Esto sí que es profetizar y lo demás, milongas.
El artículo que publicó en Diario de Noticias es tan desaforado, tan rebelde, tan poco sacerdotal que, si no fuera tan largo, valdría la pena reproducirlo íntegro para desenmascarar de una vez a estos curas trabucaires de hoy. Nos limitaremos a un párrafo.
"A Rouco no lo queremos aquí como legado del Papa en éstas nuestras fiestas. Se nos revuelven las tripas de sólo pensarlo, y cuando lo veamos aquí mezclado con la reliquia de nuestro santo y vestido de púrpura nos dará un síncope. No es para menos".
A mí la solución del síncope no me perecería mala. Pero, como profetizo que no se va a producir, miro al arzobispo de Pamplona y le pregunto: ¿No cree, Don Fernando, que tendría que hacer algo? Porque, usted es responsable de tener curas así. Y en la plaza pública. Pues, la cigüeña profeta va a seguir profetizando: Don Fernando Sebastián, una vez más, mirará hacia otro lado. Como si este ilustre miembro del Club de Jubilados Resentidos no fuera diocesano suyo. Lo malo es que lo es.