"Y tú, Iglesia de Navarra y del País Vasco, ¿a dónde vas? ¿A dónde quieres ir?" Quo vadis? Quo ire vis?: A propósito de la pastoral conjunta de los obispos de Navarra y País Vasco

Elizalde, Segura, Roselló y Prado
Elizalde, Segura, Roselló y Prado

La ‘juventud’ es también una categoría para releer la Iglesia y relación con el mundo en Navarra y en el País Vasco. ¿Cómo podemos releer la Iglesia y su relación con el mundo hoy a través de esta clave de interpretación? 

Hace ya casi 6 años, fue el 25 de marzo de 2019, se publicó la Exhortación Christus Vivit, un texto heterogéneo que va del diálogo directo con los jóvenes, dirigiéndose a ellos de manera informal, a reflexiones y recomendaciones para cuantos trabajan en la Iglesia. Se trata en el documento de utilizar los dos registros en un cierto equilibrio. 

Newsletter de RD · APÚNTATE AQUÍ

Mi impresión es que se escondía, incluso en las partes que se presentan como una carta dirigida a los jóvenes, un llamamiento al cambio y a la conversión de la Iglesia. En cierto modo, toda la Exhortación puede releerse como un sentido llamamiento del Papa a la Iglesia, invitándola a expresar su juventud y a no envejecer. Incluso la parte central, de corte kerigmático, representa una llamada nada obvia a volver a beber de su fuente de juventud: “Ser joven, más que una edad, es un estado del corazón. Por eso, una institución antigua como la Iglesia puede renovarse y rejuvenecerse en diferentes fases de su larguísima historia. De hecho, en sus momentos más trágicos, siente la llamada a volver a la esencia de su primer amor” (34). 

Surge una preocupación por parte del Papa Francisco: la de una Iglesia que envejece, que se mundana, preocupada por conservar una imagen fuerte y distintiva, autorreferencial de sí misma. Podríamos comentar que todo esto no representa nada nuevo, nada que no haya sido ya referido en la ExhortaciónEvangelii Gaudium y en muchas de sus intervenciones durante estos años de pontificado. 

La carta pastoral conjunta de los obispos del País Vasco y Navarra
La carta pastoral conjunta de los obispos del País Vasco y Navarra

Pero haber utilizado la juventud no tanto como dimensión de una edad o etapa de la vida humana sino como categoría o paradigma para releer la Iglesia y su acción en el mundo, me proporciona reflexiones interesantes que quiero compartir a propósito de la última Carta Pastoral de los Obispos de Navarra y País Vasco para la presente Cuaresma de 2025: “El contraste paciente. Repensando la relación Iglesia-Mundo”. 

Pretendo, pues, retomar la categoría ‘jóvenes’ como clave para repensar el ser Iglesia hoy y su relación con el mundo. 

La Iglesia ha envejecido y está envejeciendo

Lo que envejece es lo que nos separa de los demás” (13). Esta separación, que en nuestro caso también podríamos definir como clericalismo, está en la raíz de aquello que hace envejecer a la Iglesia. ¡Por viejo no quiero decir antiguo! Su carácter antiguo le hace honor, representa su solidez, consistencia, portadora de una herencia de sabiduría inconmensurable. 

Ser viejo, según la Exhortación Christus Vivit, significa: no tener ojos capaces de abrirse a amplios horizontes, de madurar grandes sueños para la humanidad; sentir la tentación de querer acomodar la realidad a las propias necesidades y expectativas; perder en audacia y coraje; la incapacidad de repensar, empezar de nuevo y levantarse de nuevo ante los errores y las caídas; no querer y no saber escuchar a los demás y dejarse enseñar por la vida

¡La Iglesia envejece porque intenta ser autosuficiente! Se separa de la realidad, de las personas, de la vida y sobre todo corre el riesgo de separarse, en la ilusión de sobrevivir, incluso de su fuente vital

La tentación surge precisamente del intento de sobrevivir, del miedo a sucumbir. De este modo, las ideas y los modelos ideales prevalecen sobre la realidad, los bienes y las estructuras materiales sobre las personas, los procedimientos y las normas sobre la vida. Sin darnos cuenta, nos dedicamos a construir una trampa, una jaula, dentro de la cual envejecemos y luego morimos de inmovilidad. 

Re-tornar a la fuente de la juventud

[La Iglesia] es joven cuando es ella misma, cuando recibe cada día la fuerza siempre nueva de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, de la presencia de Cristo y de la fuerza de su Espíritu. “Es joven cuando es capaz de retornar continuamente a su fuente” (35). 

Si no estamos conectados a la fuente, la idea, el sueño, la profecía se reduce a nominalismos, a idealismos, a modelos ideales e inalcanzables, rígidos y normativos, mortificantes y no liberadores. El anuncio se reduce a respuestas prefabricadas, tranquilizadoras, paternalistas y moralistas. Sus acciones tienden a ser excluyentes, elitistas y conflictivas, utilizando un lenguaje insignificante para la mayoría. 

Papa Francisco
Papa Francisco

El Papa Francisco en cambio propone ser diferentes sin ser extraños, excluyentes. Es una diversidad incluyente, que atrae, porque no toca temas o elecciones de unos pocos, de una élite, sino que toca lo más profundo de la humanidad, que escucha el grito del hombre y sale en su ayuda. 

La posibilidad de que la Iglesia sea significativa para los jóvenes, y no sólo para ellos, no reside tanto en construir proyectos, planes y estrategias de anuncio, castillos ideales y luminosos, de utilizar un enfoque más suave y líquido, de conseguir un lifting que tape las arrugas. Se trata de intentar ser uno mismo, y para ello se trata de ser siempre fiel a Cristo y por tanto siempre nuevo y renovado porque no separado de la realidad, de las personas, de la vida

La Iglesia no debe ser demasiado egocéntrica, sino sobre todo reflejar a Jesucristo. Esto significa reconocer humildemente que algunas cosas concretas necesitan cambiar, y para ello es necesario también recoger la visión e incluso las críticas de los jóvenes” (39). 

Pero ¿qué se quiere decir exactamente con estas afirmaciones? ¿Cómo imaginar y sugerir que la Iglesia puede reconfigurarse para evitar el riesgo del envejecimiento, respetando la doble fidelidad a Dios y al hombre?

Una institución abierta: el arte de hacer sondeos más que proyectos

En concreto, ¡se trata de la capacidad de la Iglesia de ser una realidad abierta! La vejez nace de la separación, del cierre. Ser abierto significa tener confianza en uno mismo y en los demás, estar dispuesto a habitar la incertidumbre, la inestabilidad, colocarnos de forma vulnerable sin tener todo bajo control. Es ese principio por el cual hoy estamos llamados a activar procesos más que a ocupar espacios

Activar procesos requiere la acción de quienes realizan perforaciones o sondeos, toman muestras del subsuelo para comprobar la consistencia de un terreno, la realidad sobre la que tendrán que actuar para construir algo, un puente, un edificio. 

Realizar un muestreo central es lo que nos puede permitir no estar más separados, escapar de las burbujas culturales, ideológicas y clericales en las que está inmersa buena parte de la acción pastoral. Se trata de poner en práctica acciones como herramienta para primero escuchar, para luego cuestionarnos, valorando la diversidad más que lo que une y homologa. Y hacerlo, además, sin tener la ansiedad de institucionalizar inmediatamente lo que se está experimentando o de terminar diciendo que los experimentos terminaron –casi un acto contra natura en la dinámica de la evangelización– especialmente en este tiempo cambiante y complejo. 

Fernando Prado, Florencio Roselló, Juan Carlos Elizalde y Joseba Segura, los obispos que firman la pastoral
Fernando Prado, Florencio Roselló, Juan Carlos Elizalde y Joseba Segura, los obispos que firman la pastoral

Observar para buscar similitudes, puntos de semejanza, constantes,…, es típico de quien pretende asimilar al otro, adaptarlo, sin reconocer su profunda dignidad y diferencia. Es la forma de no aprender, es permanecer cerrado en la propia zona de confort e interpretar en lugar de escuchar. Es la forma más fácil de permanecer quieto y repetirse, envejeciendo como una porcelana que se deja acumular polvo. 

Realizar un sondeo o perforación significa sacar a la luz la diversidad, los elementos distintivos, las desviaciones de la llamada “curva normal”. Es en este espacio de no homogeneidad que estamos llamados a habitar hoy

En reconocer ese espacio no homogéneo sin miedo, para que podamos encontrar fuerza y coraje en esa fuente que nos recuerda el Papa: Dios es amor, Cristo vive y salva, el Espíritu da vida. Sin llevar alforjas, otro par de sandalias, dinero, túnica… Exponernos sin encasillarnos sino encontrándonos verdaderamente con el otro dentro de una acción e institución abierta. 

La realidad en la que vivimos es un lugar complejo, lo que significa que está lleno de contradicciones y ambigüedades.

Pero la complejidad enriquece la experiencia, la esencialidad y la claridad la reducen

El poeta y teólogo Rubén Alves escribió que “la visibilidad plena es totalitaria”. Es la diversidad la que da vida a la sociedad o a cualquier forma de interacción social. En su ‘Política’ Aristóteles escribió que “una ciudad está formada por diferentes tipos de hombres; personas similares no pueden formar una ciudad”. Una institución cerrada y totalitaria hace la siguiente promesa, según el filósofo Karl Popper: la vida puede ser más simple, más clara, más fácil. Esto se hace hoy con la tecnología a la que, para mayor comodidad, se pone a disposición toda nuestra información personal, limitando nuestra libertad. 

De hecho, lo que se gana en claridad, se pierde en libertad. 

La sinodalidad necesaria para hacer sondeos

El Papa Francisco nos recomendaba ya entonces pues una dinámica de acción y de ejercicio: la pastoral sinodal (203ss). Éste es el camino que tiene la Iglesia en este milenio para permanecer joven, conectada con la realidad y no separada de ella

Lo que escribe sobre la pastoral juvenil puede por tanto leerse en clave más amplia, dirigida a la pastoral en general: la pastoral sinodal es aquella que es capaz de dar forma a un "caminar juntos" que implica una valorización de los carismas que el Espíritu dona según la vocación y el rol de cada miembro [de la Iglesia], a través de un dinamismo de corresponsabilidad

Apertura del Sínodo de la Sinodalidad
Apertura del Sínodo de la Sinodalidad

Animados por este espíritu, podremos caminar hacia una Iglesia participativa y corresponsable, capaz de valorar la riqueza de la variedad que la compone, acogiendo con gratitud también la aportación de los fieles laicos, incluidos los jóvenes y las mujeres, la de la vida consagrada de mujeres y hombres, y la de los grupos, asociaciones y movimientos. Nadie debe ser excluido ni permitir que se le excluya (206). 

Y continúa luego en el siguiente número subrayando que es precisamente aprendiendo unos de otros como podremos reflejar mejor ese maravilloso poliedro que debe ser la Iglesia de Jesucristo. Puede atraer precisamente porque no es una unidad monolítica, sino una red de diversos dones que el Espíritu vierte incesantemente en ella, haciéndola siempre nueva a pesar de sus miserias (207). 

Voy a tratar de ser un poco más concreto en mi reflexión refiriéndome a la Iglesia en Navarra y en el País Vasco. 

Y comienzo con una distinción etimológica. 

Proyecto, del latín projèctus, consiste en la acción de lanzar, arrojar (jàcere) hacia delante (pro). Algo que ha sido producido es sacado de sí mismo, colocado al frente. Se habla también de “sentar las bases”. 

Proceso, del latín procèssus, es el participio pasado de proceder, avanzar. No se trata de lanzar o de arrojar sino de avanzar juntos. 

No se trata de contraponer ambos términos ni de indicar que uno es mejor que el otro, sino de precisar la diferencia para discernir cuál es más adecuado y útil para los tiempos que vivimos. Un tiempo complejo, en constante cambio, que a mi juicio dificulta el acto de sentar las bases. 

Intento analizar esta distinción más profundamente. 

De la necesidad al sueño, de las emergencias a las prioridades

Un proyecto comienza resaltando una necesidad, una urgencia a trabajar, un problema a resolver. Desarrolla un análisis de necesidades con entrevistas, cuestionarios y en base a estos define un plan de acción. Realiza un análisis cuidadoso den la realidad también a nivel sociológico. Una emergencia es un problema a resolver en el corto plazo, porque representa un problema que requiere una respuesta inmediata. 

Un proceso parte de compartir un sueño y no una necesidad, de una visión que se irá realizando con el tiempo. Implica discernimiento más que análisis, reconocimiento más que visión

Un proceso parte de compartir un sueño y no una necesidad, de una visión que se irá realizando con el tiempo. Implica discernimiento más que análisis, reconocimiento más que visión. Establece prioridades y no se presta a intervenir en emergencias. La prioridad es elegir invertir muchos de los recursos en perseguir un resultado que se verá en u largo periodo de tiempo. No es un punto de partida sino un punto de llegada. 

Del corto al largo plazo

Un proyecto generalmente opera en el corto a mediano plazo. Dentro de un tiempo determinado se esperan los resultados que se han declarado en la fase de estudio. 

Un proceso opera durante largos períodos de tiempo y busca activar cambios profundos a nivel cultural, simbólico y organizacional. No es un simple cambio sino una conversión. No quiere limitarse a transformar la realidad sino transfigurarla a partir del sueño que la generó. El Papa Francisco habla de procesos precisamente en relación a la tensión entre tiempo y espacio, que se resuelve en Evangelii Gaudium dando más valor al primero respecto al segundo, de modo que el espacio no se anula sino que se purifica

De la eficiencia a la eficacia

El proyecto fija resultados u objetivos a perseguir, los cuales pueden describirse con precisión, a la luz de un análisis preciso de la realidad. Objetivos mensurables en tiempo y alcance, y concretos en sus efectos. Al fin y al cabo, se basa en datos bastante ciertos. El criterio a seguir es la eficiencia: optimizar la relación coste-beneficio, es decir, reducir los costes y el uso de recursos para obtener los máximos resultados. Para este fin se pueden asignar tareas específicas y definir planes detallados y descripciones de puestos de trabajo. 

El proceso está libre de ansiedad por los resultados. El proceso sabe que en sí mismo, si se gestiona sabiamente, generará frutos a lo largo del camino. Él sabe que no existen datos duros ni cambios lineales en términos de causa y efecto. La comprensión funciona dentro de la acción (pensamiento en acción), no parte de una comprensión plena de la realidad no sólo por ser irrealista sino también porque se considera riesgosa, es decir, filtrada por los modelos interpretativos y lingüísticos en posesión. 

Más bien, extrae información valiosa de los errores, que no representan un desperdicio sino una inversión importante si es posible llevarlos a cabo de forma limitada y controlada (pequeños experimentos). En el proceso se tiene en cuenta la eficacia más que la eficiencia. No se trata de optimizar recursos sino de poder implementar experiencias significativas que impacten la realidad en el tiempo. Puede parecer que perdemos el tiempo en reuniones, discusiones acaloradas, dar un paso adelante y luego atrás y volver a empezar,… pero en todo ello se está generando un movimiento que, bien gestionado, puede llevarnos a objetivos importantes. 

De los resultados al aprendizaje

El proyecto se basa en un resultado, un producto o servicio a crear. Al final nos preguntarán: ¿qué se ha hecho? ¿Cómo se ha hecho? 

El proceso es en función del aprendizaje generalizado, de todas las personas que participan en él. De aprendizaje y discernimiento. Un aprendizaje que es tanto individual como organizacional. Al final nos preguntarán: ¿Qué hemos aprendido? ¿Por qué lo hemos hecho? El cambio que queremos provocar, y no tanto el producto, requiere reaprender lenguajes, símbolos, ritos, hábitos, roles. Un cambio de paradigma

Todas las distinciones que he hecho son simplificaciones para ayudar a comprender las distinciones. En realidad, los proyectos pueden contener procesos así como un proceso requiere elementos de proyecto. Pero son dos categorías que no deben confundirse. Pasar de una a otra requiere un cambio profundo de enfoque, una nueva mentalidad a la hora de pensar la relación entre Iglesia y mundo tanto en Navarra como en el País Vasco, así como la propuesta de la fe en estas dos sociedades y la pastoral evangelizadora y misionera

Moraleja…

Un economista argumentaba, irónicamente, que un camello no era más que un caballo surgido del trabajo de una comisión. A menudo en muchas reuniones se consigue un resultado nada eficiente. Y para contentar un poco a todos, en lugar de un resultado óptimo, se llega a un acuerdo de bajo perfil. Y el resultado es un camello. 

¿Qué es más apropiado: un camello o un caballo? Depende del camino que queramos emprender. 

Cabe reformular la pregunta. Por ejemplo en ésta: si tuviéramos que cruzar un desierto ¿elegiríamos un caballo o un camello? 

En este tiempo, ¿qué camino está llamada a seguir la Iglesia en Navarra y en el País Vasco? Quizá hasta encontremos muchas referencias, frecuentes e importantes, en el Éxodo. Tal vez hoy sea más apropiado un camello que un caballo: un proceso no eficiente pero sí eficaz, un cambio a acompañar durante un largo período de tiempo para generar un nuevo paradigma de la Iglesia

Y tú, Iglesia de Navarra y del País Vasco, ¿a dónde vas? ¿A dónde quieres ir?

Etiquetas

Volver arriba