Pues hablemos del obispo ya dimisionario, aunque todavía no emérito, de Sigüenza-Guadalajara.
Yo me limité a decir que Sánchez me parecía un mal obispo y que me alegraba mucho la llegada de esta fecha que es un anticipo de su retiro. Cosa que tengo derecho a pensar y a decir aunque algunos dictadorcillos de chichinabo quieran negármelo. Como se ve con nulo resultado.
No le deseo el menor mal y así lo expresé. Sólo que se vaya. Y que goce de su retiro con salud. Cosa que, a lo que se ve, parece a algunos tremenda falta de caridad. Ellos tan caritativos. Pues una vez más me la refanfinflan.
Y pasemos a hablar de este salmantino de la raya, nacido el 30 de octubre de 1934. En los primeros días del pontificado de Juan Pablo II, entre Gabino Díaz Merchán y el todavía nuncio Dadaglio, que arruinó a la Iglesia española con unos nombramientos deplorables, hicieron a Sánchez obispo auxiliar de Oviedo. Pero el viento había cambiado en el Vaticano y aquella línea dejó de estar bien vista. Hubo que esperar a 1991 para que le dieran una modesta diócesis en propiedad. Y ya jamás se volvió a pensar en él para una promoción. Aunque determinados medios aireaban su nombre cada vez que se producía una vacante de relieve en España. Y eso hasta hace muy poco tiempo. Cuando ya parecía una broma de mal gusto proponerle.
Nada más ser nombrado obispo ya apuntó Sánchez sus querencias en unas declaraciones muy favorables a Hans Küng ( El País, 20.3.1980) en las que decía que los obispos alemanes y Roma deberían tener más paciencia con el teólogo contestatario.
Poco después su señorito y él discrepaban el cardenal de Toledo, Don Marcelo González (El País, 17.10.1980).
En 1988 era el candidato del ala más progresista del episcopado para la secretaría de la CEE pero fue derrotado por García Gasco. Cuando éste renunció a la misma, al ser nombrado arzobispo de Valencia, tras el rocambolesco intento de Luis Gutiérrez, que Suquía impidió, recayó en Sánchez la secretaría (1993). Fueron sus años dorados y felices pero así los enjuiciaba el nada sospechoso Martín Patino (El País, 20.4.1998), cuando finalizaba su mandato: “Le nombran secretario y portavoz pero los obispos le dicen ‘no se mueva sin permiso nuestro’. Y esto le ha pasado a Sánchez. Lo han liquidado, siendo el candidato menos malo que tenían. Son injustos y acaban con cualquiera. Le han bombardeado. No dan margen de maniobra”.
Y sigo con El País (12.4.98) para que no se me tache de tendencioso: “Sánchez parece estar aún deshojando la margarita. Ha expresado en diversas ocasiones su intención de no presentarse a la reelección, pero fuentes eclesiales indican que últimamente se plantea intentarlo de nuevo, aunque estas mismas fuentes aseguran que no cuenta con el apoyo suficiente”. “Se acusa a Sánchez de haber expresado opiniones que han sido percibidas como si provinieran del colectivo de los obispos, creando confusión sobre la postura oficial”.
Sus apoyos ya eran minoritarios en la Conferencia episcopal que con los nuevos nombramientos de obispos se desmarcaba a pasos agigantados de todo lo que había sido el taranconismo. El artículo del sacerdote Santiago Martín, “Carta al próximo portavoz” (ABC, 6.2.1998), era prácticamente una coz al secretario que cesaba.
De esos años del secretariado proviene principalmente mi antipatía a este obispo por su descarado e impresentable apoyo al colega de San Sebastián a quien Roma, mintiendo no poco, le aceptó la renuncia anticipada de su diócesis en el año 2000 alegando problemas de salud. Nueve años después sigue por ahí tan fresco pese a tener ahora ya 81 años. Setién se ganó el odio de la inmensa mayoría de los católicos españoles y hasta de una buena parte de los vascos por sus constantes declaraciones y actitudes sobre ETA que muchísimos interpretaban como apoyo a la misma. Y los más firmes apoyos del obispo de San Sebastián eran Sánchez y Yanes., sus amigos del alma.
Antes de entrar en lo de Setién quiero también mencionar en el haber del de Sigüenza su heroica actitud al expulsar de su convento de Espinosa de Henares a cinco ancianas monjas clarisas que no querían abandonarlo y a las que respaldaba todo el pueblo. Aquello, de lo que se hizo eco toda la prensa, dejó muy tocado al obispo. Que en otro gesto de laureada de San Fernando nos dijo que no había hecho otra cosa que seguir instrucciones de Roma. Como si allí alguien tuviera la menor idea de que existía Espinosa de Henares y en él un convento de clarisas. Doy algunas referencias de prensa por si alguien quiere saber más de tan vergonzoso suceso. Y hay muchas más. ABC, 19.9.97; El País, 22.9.97; ABC, 23.9.97; ABC, 24.9.97; ABC, 25.9.97; ABC, 30.9.97; ABC, 1.10.97; ABC, 3.10.07; El País, 9.10.97; ABC, 9.10.97; Siempre p’alante, 16.10.97; ABC, 22.10.97; ABC, 12.11.97; ABC, 28.12.97. Creo que no hacen falta más citas para que el lector se percate del eco que tuvo aquello. Y me limitaré a un solo texto: “Un gentío iracundo acosaba, insultaba e intentaba zarandear al obispo de Sigüenza. Si no hubiera sido por las fuerzas del orden público ahora el prelado estaría colgado de una pita”. Y eso no lo dice un periódico extremista sino el muy moderado ABC.
Mañana continuaremos con sus amores a Setién. Para los que querían argumentos