La salvación según Congregación de la Fe

La Congregación para la Doctrina de la Fe acaba de publicar una carta sobre la salvación cristiana, subrayando dos dimensiones fundamentales de la misma que resultan difíciles de comprender por la cultura moderna. Pues esta cultura está marcada por la autosuficiencia y el individualismo. Por una parte, el hombre se considera poderoso, capaz de conseguir por sí mismo todo lo que se proponga. Por otra, el hombre moderno tiende a encerrarse en sí mismo, olvidándose de los demás. Dicho de otra manera: el hombre de hoy no quiere salvadores, se basta a sí mismo; y no le importan los demás, mientras él esté bien.


La fe cristiana deja claro que la salvación viene de y por Otro (el Dios de Jesucristo); que toda liberación humana, por muy necesaria que sea, siempre es insuficiente; que el hombre por sí mismo nunca puede alcanzar una felicidad estable y completa. Toda autorrealización es, por principio, insuficiente, pues siempre topa con los límites de lo humano. Sólo Dios puede llenar el corazón humano. Todos nuestros amores son limitados y siempre buscan más. Esta búsqueda de “más” es la huella de una insatisfacción que sólo Dios puede colmar.


Por otra parte, la fe cristiana deja claro que la salvación no puede reducirse a algo puramente interior, y mucho menos a un menosprecio del cuerpo, pues una salvación completa debe alcanzar a todas las dimensiones de la persona, incluida la corporal, que participa de la imagen de Dios. Más aún, una salvación completa debe llegar a todos los seres humanos. No hay salvación individual. Dios nos salva como pueblo, porque Dios es un Dios de comunión y amor. Por eso, la salvación que Dios prepara consistirá en el encuentro con un misterio de Comunión interpersonal; y esta salvación se anticipa ya en este mundo en la medida en que vivimos en comunión con los otros seres humanos y el resto de la creación.


En la carta se encuentran una serie de consideraciones sobre Jesús como camino de salvación, porque ha asumido plenamente nuestra humanidad y vivió una vida en comunión con el Padre y con los hermanos; sobre la Iglesia como “sacramento universal de salvación”; o sobre como Dios puede conducir a la salvación en Cristo a los creyentes de otras religiones y a todos los hombres de buena voluntad. La salvación definitiva se realizará cuando todos participemos en la gloria de Jesús resucitado, que llevará a plenitud nuestra relación con Dios, con los hermanos y con toda la creación.

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