José Manuel Bernal: "Al consagrar el pan y el vino es la totalidad del universo la que, en ellos,  se consagra, transforma y santifica"

"Dejé el ministerio en 1986 y me embarqué en la aventura de crear una familia. Dejé el ministerio, pero no mi compromiso con la liturgia y con la teología"

"Este libro intenta abrir el amplio abanico cósmico y espiritual al que aboca la eucaristía, su dimensión universal deificante"

"El P. Busto afirma que 'la creación entera es cuerpo de Cristo'. Sentí la necesidad de ahondar sobre la espesura de tal afirmación, sobre su sentido y su hondura teológica"

"Deseo y espero que este libro, en la línea y el deseo del Papa Francisco, abra cauces nuevos y motivaciones renovadas para el respeto exquisito de la tierra y la naturaleza"

José Manuel Bernal

José Manuel Bernal (Alfaro, 1936) acaba de lanzar un nuevo libro, titulado 'Eucaristía total y transfiguración del universo' (PPC). Un libro nacido de una frase del jesuita José Ramón Busto: 'la creación entera es cuerpo de Cristo'. Desde ahí, el autor "intenta abrir el amplio abanico cósmico y espiritual al que aboca la eucaristía, su dimensión universal deificante" y espera, en comunión con el Papa Francisco, "abrir el amplio abanico cósmico y espiritual al que aboca la eucaristía, su dimensión universal deificante".

¿Quién es José Manuel Bernal?

Actualmente me declaro un viejete feliz asentado apaciblemente en una hermosa ciudad gallega, Sada,  junto a la Ría de Betanzos a pocos kilómetros de La Coruña. Aunque, en realidad, yo soy riojano, de Alfaro. Tengo una familia estupenda, con una esposa fantástica, dos hijos y tres nietos. En el 1952 ingresé en la Orden de Predicadores y he sido dominico durante muchos años,  muy feliz y muy entregado a mis compromisos religiosos. Estudié Liturgia en París; en el Angelicum de Roma me doctoré en Teología; allí mismo, en el Angelicum, ejercí como Profesor de Teología durante varios años, tarea que continué después en la Facultad de Teología de Valencia.

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José Manuel Bernal

Dejé el ministerio en 1986 y me embarqué en la aventura de crear una familia. Dejé el ministerio, pero no mi compromiso con la liturgia y con la teología. Ni mermó mi respeto, mi admiración y mi cariño a los dominicos. Estoy muy orgulloso de haberlo sido hasta las trancas (Sit venia verbo!)

¿Qué tiene que ver este libro con la liturgia? 

La liturgia que yo he cultivado y mantengo no ha sido la liturgia de las ceremonias, la puritana y ritualista. Me ha interesado siempre la vertiente teológica que da soporte a la celebración de los misterios. Como buen dominico, nunca he dejado de bucear en lo doctrinal, en lo teológico, en lo hondo y básico de la celebración. Este libro intenta abrir el amplio abanico cósmico y espiritual al que aboca la eucaristía, su dimensión universal deificante. Esto nos lleva a una valoración justa de su aspecto doxológico, a la acción de gracias y a la alabanza.

¿Cómo se le ocurrió escribir este libro?

Como apunto en el prólogo del libro, fueron precisamente unas palabras del jesuita José Ramón Busto las que me soplaron la idea del libro. El P. Busto afirma que “la creación entera es cuerpo de Cristo”. Esta afirmación, tan rotunda y despampanante, me intrigó y me llenó de inquietud. Sentí la necesidad de ahondar sobre la espesura de tal afirmación, sobre su sentido y su hondura teológica. Ahí surgió la idea de estudiar el tema y escribir el libro.

¿Dónde sitúa usted el interés de este tema?

Este es un pensamiento con solera. Me di cuenta en seguida de que esta intuición  no había salido de la nada.  Contaba con una riquísima tradición teológica y mística, proveniente sobre todo de oriente, de la tradición ortodoxa y monástica.  

Teología de la creación

¿Cuáles serían los apoyos teológicos que dan soporte a su libro?

Mi preocupación inicial fue aclarar por qué podemos asegurar que la creación entera es Cuerpo de Cristo. Para ello el libro desarrolla una teología de la creación, en la que se vuelca el amor de Dios, la transfigura y la deifica. Seguidamente presto mi atención al acontecimiento de la encarnación por el que Dios se hace hombre y transforma en él (microcosmos)  todas las cosas. Todo ha sido regenerado en Cristo. 

¿Qué tiene que ver todo esto con la Eucaristía?

Por las palabras sacramentales y la efusión del Espíritu Santo el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. A este misterio los teólogos lo suelen llamar transubstanciación. Es un cambio de sustancias. El pan deja de ser pan para convertirse en Cuerpo de Cristo.

Ahora bien, lo importante es reconocer que en las sustancias del pan y del vino se hace presente la totalidad de las cosas creadas. Al consagrar el pan y el vino es la totalidad del universo la que, en ellos,  se consagra, transforma y santifica.

Me gustaría saber si esta intuición se ajusta a la doctrina de la Iglesia

La cuestión es muy importante. A mí me ha venido inquietando a lo largo del libro. Mis apoyos teológicos los he tomado de Máximo el Confesor, un monje y teólogo oriental de alto prestigio, venerado como santo, testimonio indiscutible de la mística ortodoxa; luego está el prestigioso jesuita de nuestro tiempo, místico y científico, Pierre Teilhard de Chardin. Estos autores, tan distantes histórica y geográficamente, me han permitido seguir la pista a este inquietante y sugerente intuición.

Máximo el confesor

Pero hay más. Quienes se acerquen al libro verán mi recurso a los últimos Papas, a Juan Pablo II, a Benedicto XVI y, sobre todo, al papa Francisco. Sus palabras y sus agudos apuntes me han permitido proseguir en mi búsqueda y apuntar hacia respuestas satisfactorias, apoyadas en la sana doctrina, en la tradición y en la doctrina de los grandes Maestros.

Sería importante señalar en qué puede ayudar a la gente de hoy, cristianos sobre todo, lo que se dice en este libro

Varias cosas. Primero, renovar nuestra visión teológica de la creación que no es una cosa neutra, chata, sino el objeto primordial del proyecto santificador de Dios. Segundo, ver la encarnación  no solo como el misterio del Dios hecho hombre sino como el misterio profundo de la transformación cósmica del universo y la regeneración del hombre y de la historia. 

Esta visión del universo, de la creación y la encarnación, pretende  impulsar una liturgia cósmica,  fuertemente laudativa y doxológica.  Por último, deseo y espero que este libro, en la línea y el deseo del Papa Francisco, abra cauces nuevos y motivaciones renovadas para el respeto exquisito de la tierra y la naturaleza, hacia el magnífico orbe  creado por Dios, no como kaos  sino como kosmos.

Libro de Bernal

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