Comentario al Evangelio del XXII Domingo del Tiempo Ordinario Ojea: “Cuando se vive la fe que opera por la caridad siempre interpela, desacomoda”
“Vivían un modo de utilización de lo religioso y del mundo religioso para su propia vanidad, para su propio poder, para su propio beneficio”
“Vivir de verdad nuestra fe, no mentirla a través de esa falsa seguridad que crea el cumplimiento externo de la ley”
Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica
En el XXII Domingo del Tiempo Ordinario, el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. Oscar Ojea, inició su comentario al Evangelio diciendo que “a estos fariseos del Evangelio que critican a los apóstoles y discípulos de Jesús por no practicar los preceptos externos de la ley, a estos fariseos Jesús los llama hipócritas”. Explicando lo que significa la palabra hipócrita, dijo que “viene del griego y está vinculada al teatro, significa máscara, es decir, es hacer que se vive algo cuando en realidad se miente con la vida; no es mentir con la palabra ser hipócrita, solamente, sino es mentir con la vida, llevar una vida fuera de la verdad”.
Dueños de Dios
Ojea recordó las palabras de citando al profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Según el presidente del episcopado argentino, “la preocupación de los fariseos era el cumplimiento externo de la ley, ellos eran los dueños de la ley; en el fondo los dueños de Dios. Entonces vivían un modo de utilización de lo religioso y del mundo religioso para su propia vanidad, para su propio poder, para su propio beneficio, y esto está también reflejado en la parábola del publicano y el fariseo. El fariseo lo mira desde arriba y lo juzga por el modo como está vestido, por el modo como se expresa. Lo juzga como alguien indigno de participar de esa religión”.
En palabras del obispo de San Isidro, “Jesús, al hablar de la religión del corazón, Jesús nos va a enseñar ese cuidado que nosotros tenemos con los elementos de la naturaleza, y que hoy son tan importantes, la pureza del agua, el cuidado de la tierra, ese mismo cuidado debemos tenerlo para con nuestro corazón”. Por eso, insistió en que “lo que mancha el corazón del hombre no es lo que entra por afuera, como decían estos fariseos, no es cumplir con este legalismo que el hombre puede mancharse, sino que lo que mancha el hombre es lo que sale del corazón, lo que sale hacia afuera, lo que sale de sus pensamientos, lo que sale de sus ideas; allí el hombre va maquinando la violencia hacia el otro, va maquinando todo aquello que no es bueno, eso también sale del corazón”.
Cuidar a los huérfanos y a las viudas
Ojea, comentando la segunda lectura, recordó que “el apóstol Santiago nos va a decir en la carta que leemos este domingo que la verdadera religión pura y sin mancha es cuidar a los huérfanos y a las viudas cuando están necesitados y no contaminarse con este mundo. Nos va a invitar a practicar verdaderamente la fe, la religión y a no contentarnos solo con oírla, con escucharla”.
El obispo argentino pidió “que el Señor nos conceda vivir de verdad nuestra fe, no mentirla a través de esa falsa seguridad que crea el cumplimiento externo de la ley”. Ojea enfatizó: “¡cómo le temo a la gente demasiado segura!”, resaltando que “cuando se vive la fe que opera por la caridad siempre interpela, desacomoda, nos saca veces de lugar, nos cuestiona”, destacando “qué importante es dejarse cuestionar para vivir nuestra fe y no sentirnos seguros, hacernos dueño de los preceptos externos y vivir con comodidad aquello que queremos vivir, utilizando aquellas partes del Evangelio que nos convienen para hacernos fuertes en ella y olvidando tantas otras. Que el Señor nos conceda vivir nuestra fe de corazón para honrar al Señor no solo de palabra, sino con obras y de verdad”.
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