Es Dios quien llama... No sé por qué 1066 seminaristas es poco y 900 hubiera sido una desgracia
No sé por qué 1066 seminaristas es poco y 900 hubiera sido una desgracia. De verdad que eso de los números no lo entiendo, y menos cuando se usa a veces para decir que es mucho y otras que poco, pero además no queríamos una Iglesia de todos, por qué ahora restregarlo tanto.
Leo en este portal en el que hace tantos años que colaboramos (creo que ya 15 años) que el número de seminaristas en España es el más bajo desde que se contabiliza. Un titular rimbombante para atraer en la lectura, porque que sea una exclusiva pues no sé qué decir y más con la que está cayendo y tantos frentes abiertos.
Pero la lectura me crea una espinilla y me animo a dedicarle el artículo del blog ¿No somos tan de Dios y la llamada es de Dios, no somos tan de que la Iglesia es de todos y que los laicos deben tener un papel tan primordial? En cambio parece que el artículo pretenda hacernos pensar que solo algunos lo están haciendo mal. Realmente si debemos ser testimonios, lo debemos ser todos y si no hay sacerdotes será porqué Dios tiene sus caminos y nosotros demasiadas veces hacemos los nuestros.
Quizás lo único achacable a la Iglesia Española, que deben ser algunos prelados o encargados de dar datos, es que tenían que haber dado los números más puntualmente, tal cual, como es tradición y se desprende que no lo han hecho. Quizás hay algún fregado que los lectores no sabemos porque tanto extraña que las cosas vayan retrasadas, no sé en Madrid pero aquí en Barcelona todo está complicado, se achaca al teletrabajo, a la enfermedad o al poco personal, pero la verdad es que todo es más difícil y con razón.
Pero me pregunto si no es la falta de inmediatez periodística, de transparencia lo que exaspera y el número de seminaristas no aplica. Y eso que por experiencia digo que en el ámbito eclesial se ha avanzado en inmediatez y transparencia mucho, aunque falta. Iría bien que los encargados de la información oficial aprendieran a ser más pragmáticos y según qué ya no les afectara o bien, como ya han hecho algunas congregaciones y lo recomiendo a menudo, dar la relación con los medios de comunicación a profesionales o más bien a gabinetes especializados en ello. Se acabarían algunas cuestiones y hasta quizás nos modernizaríamos.
En todo caso que la falta de vocaciones sea achacable a los obispos me parece demasiado. ¿Y que no haya soluciones? ¡Pues venga! entre todos abramos caminos.
Lo primero es rezar, pedir al Señor. Hoy ante el Santísimo he rezado más que nunca por las vocaciones, o sea que la espinilla ha sido para bien. Luego no dudar que el Señor llama a quien quiere y cuando quiere. También que las familias, las comunidades, tenemos mucho que hacer para transmitir la fe y lo primero es ser coherentes con aquello que creemos y dar testimonio en la vida cotidiana, ¡que todo está conectado!
Claro que si hablamos de cosas más mundanas, pues me parece que sean tan incisivos algunos, dando culpa a obispos, cuando son de los que tanto querían que nos dispersáramos en la masa y mira lo que pasó.
No sé por qué 1066 seminaristas es poco y 900 hubiera sido una desgracia. De verdad que eso de los números no lo entiendo, y menos cuando se usa a veces para decir que es mucho y otras que poco, pero además no queríamos una Iglesia de todos, por qué ahora restregarlo tanto.
Pero vaya no es para alegrarse de que no haya vocaciones, y eso parece. No creo que al papa Francisco, gran amado de este portal de noticias, le guste el planteamiento.
Es claro que la pandemia está despertando sed de Dios en el sentido más amplio, lo veo en la universidad, lo que pasa es que hay quien no sabe nada. Luego es hora de escuchar de verdad a los jóvenes, de dejar de ser pájaros de mal agüero y sobre todo es momento de dejar paso a nuevas ideas y maneras de hacer.
Pero aún con mi espinilla, la noticia ha ganado indulgencias, pues en mi comunidad rezaremos todavía más por las vocaciones.