Convertido al catolicismo en 2019, calificó a Trump de “Hitler estadounidense” Vance, ‘el apóstol de Trump’ que se cayó dos veces del caballo

JD Vance
JD Vance EFE

Cristiano evangélico convertido al catolicismo en 2019 y reenganchado al republicanismo de Trump en 2020, después de calificarlo de “Hitler estadounidense”

Vance se identifica como claramente provida, sin embargo su reciente apoyo a la píldora abortiva ha causado malestar entre los abolicionistas

De su ateísmo universitario vino a rescatarle san Agustín, quien le fue acolchando convenientemente su caída del caballo y afilando su pluma a la manera de san Pablo. Le ayudaron también las lecturas de René Girard, en tanto que el descubrimiento de Charles Maurras, fundador de la ultraderechista Action Française, fue tejiendo su armazón política, hasta el punto que en 2016 se presentaban como un decidido antiTrump

Finalmente, de nada le valió al senador republicano por Florida, Marco Rubio, escribir sin atisbo de duda en X que “Dios protegió a Donald Trump” tras el intento de asesinato sufrido por el expresidente el pasado sábado durante mitin en Butler, Pensilvania. Con una venda en la oreja derecha, el candidato a las elecciones presidenciales de noviembre, ha despejado  en plena convención republicana de Milwaukee, el nombre de quien le acompañará en la carrera electoral como vicepresidente: JD Vance.

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Cristiano evangélico convertido al catolicismo en 2019 y reenganchado al republicanismo de Trump en 2020, después de calificarlo de “Hitler estadounidense” en un mensaje privado que trascendió como suele trascender todo en los Estados Unidos, este joven aspirante a vicepresidente de solo 39 años y que encarna el perfil del estadounidense blanco, anglosajón, conspiranoico y víctima de una globalización que seca las raíces del american dream, no tardó en borrar sus mensajes de Twitter críticos con quien a día de hoy tiene muchas papeletas para volver a ocupar la Casa Blanca.

Su caída del caballo con respecto a las políticas de Trump le llevó a aguantar con una también redescubierta resignación cristiana -pasada por el tamiz de La Opción benedictina, del escritor metodista convertido a católico, Rod Dreher- las humillaciones con las que Trump trata incluso a los más cercanos: “J.D. me está besando el culo, porque quiere desesperadamente mi apoyo”, le dijo en un mitin en Ohio, su casa, en la campaña de las elecciones legislativas de 2022.

JD Vance, en la convención republicana con su esposa
JD Vance, en la convención republicana con su esposa EFE

Y finalmente parece que ha dado resultado, pues tras haber conseguido su nominación como senador republicano por Ohio en 2022, ahora James David Vance ha sido formalmente designado por Trump como su candidato a vicepresidente, convencido de que quien hace unos años se convirtió en un escritor superventas con Hilbilly. Una elegía rural, adaptada luego por Netflix, donde aborda las dificultades de gente de su perfil en la América profunda, que se siente desengañada y profundamente traicionada por un sistema que les ha dado la espalda y desmantelado sus industrias en nombre de un desarollo en el que no creen, puede serle decisivo para precisamente recuperar esos estados clave como Pensilvania, Michigan y Wisconsin que el actual presidente Joe Biden le arrebató en 2020.

El giro del voto católico hacia Trump 

Pero también confía Trump en afianzar con el nombramiento de Vance la creciente apuesta -recogida en los sondeos demoscópicos de los últimos meses- de una parte del catolicismo por la candidatura del expresidente, en un giro que deja en la estacada al católico Joe Biden, a quien una parte de sus correligionarios -y por supuesto de la propia Conferencia Episcopal estadounidense- no le perdona su apoyo al aborto.

Pero aunque Vance se identifica como claramente provida, sin embargo su reciente apoyo a la píldora abortiva ha causado malestar entre los abolicionistas y no está del todo claro que sus opiniones favorables sobre que “las políticas públicas y cómo deberían ser las mejores para el Estado están bastante alineadas con la educación social católica” (la justicia social que critican otros ultraderechistas) sea suficiente para ganarse definitivamente su confianza. Hay que recordar, que durante la legislatura que ahora concluye, varios obispos pidieron la excomunión para Biden o para la ex presidenta del Congreso Nancy Pelossi, también católica, por comulgar siendo defensores del aborto.

Vance, que coqueteó con las drogas, tuvo una infancia desestructurada, con una madre drogadicta, que se casó en cinco ocasiones, estuvo -como tantos otros jóvenes de esa América profunda y cabreada que forma parte del llamado Cinturón del Óxido por el desmantelamiento industrial- perdió la fe a pesar de que “estaba en el centro de nuestras vidas”, especialmente en la de su abuela y entró en la elitista universidad de Yale como ateo.

De esa condición vino a rescatarle san Agustín, quien le fue acolchando convenientemente su caída del caballo y afilando su pluma a la manera de san Pablo. Le ayudaron también las lecturas de René Girard, en tanto que el descubrimiento de Charles Maurras, fundador de la ultraderechista Action Française, fue tejiendo su armazón política, hasta el punto que en 2016 se presentaban como un decidido antiTrump.

Ahora, ese personaje a quien tanto había denostado acaba de nombrarle su candidato a vicepresidente, el sexto católico en toda la historia de los Estados Unidos, y, tras el propio Joe Biden, el segundo en serlo si finalmente es elegido el próximo 5 de noviembre. Vance sería el máximo representante de la oleada de nacionalismo cristiano que vive el todavía país más poderoso del planeta.

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