Los religiosos hablan de esperanza desde el santuario en la Alta Galilea: el "día de paz llegará" Los frailes de Cafarnaúm, decididos a quedarse, a pesar de las bombas: 'No se trata de ser valiente. Estamos aquí con una misión"

santuario de Cafarnaúm
santuario de Cafarnaúm

Los religiosos del santuario hablan de la llegada de los cohetes lanzados por Hezbolá a la Alta Galilea

Explican por qué, a pesar de la situación y el sufrimiento, decidieron quedarse: no por coraje sino porque "estamos aquí para una misión, para cuidar los lugares santos"

"Custodiamos la casa de Pedro. La Iglesia prácticamente nació aquí. Creemos en la protección del Señor"

(Vatican News).- «La tierra temblaba, el convento temblaba, el corazón de los frailes y de las religiosas temblaba». El padre Fabio Inácio, guardián del santuario de Cafarnaúm, todavía está conmocionado tras la ráfaga de cohetes lanzados sobre la Alta Galilea. Según el ejército israelí, en pocos minutos Hezbolá lanzó unos noventa misiles desde el Líbano hacia el norte de Israel. Al parecer se interceptaron algunos cohetes, pero se informó de impactos principalmente en Safed. «Por la tarde, en otro momento, vimos varias bombas y misiles caer hacia Galilea, en el cielo sobre nosotros, cerca de la frontera con el Líbano, que está a 25 km. Algunas cayeron cerca de Safed, justo al norte de Cafarnaúm: vimos el fuego de un incendio hasta bien entrada la noche. Otros, al menos tres, más cerca de nosotros, en el interior del Mar de Galilea».

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El padre Fabio, franciscano brasileño que sirve en la Custodia de Tierra Santa, está en Cafarnaúm desde hace dos años, compartiendo misión con otros dos frailes y tres religiosas misioneras de la evangelización. El pequeño grupo de personas religiosas, incluso en este momento en que el frente de guerra entre Israel y el Líbano sigue siendo intenso, están decididos a permanecer allí. En los últimos días, todo el mundo les ha preguntado "por qué quedarse". «Nuestras familias, que están lejos, también nos preguntan. No se trata de "ser valiente". Estamos aquí con una misión, cuidar los lugares santos. Es en Cafarnaúm donde custodiamos la casa de Pedro. La Iglesia prácticamente nació aquí. Creemos en la protección del Señor». La vida cotidiana, afirma, es "una vida de oración" en un "tiempo difícil".

«Esperamos que pase, que el Señor nos siga protegiendo. Es difícil para nosotros y para la gente». Los frailes están en contacto con las comunidades de Caná y Nazaret. «Nuestros cristianos sufren porque todo se ha vuelto más difícil. Los precios empiezan a subir y la vida empieza a asfixiarse, en esta situación de tensión, de dificultad, debido a la guerra».

Algunos grupos de extranjeros, informa, siguen llegando: son "indios, indonesios, ayer a pesar de las bombas aparecieron dos grupos de estadounidenses que venían a visitar el santuario". Intentamos decir a los peregrinos "que oyen el sonido de las bombas que ésta es una tierra bendecida por el Señor y así seguirá". Por eso «nuestra esperanza sigue ahí, que haya un acuerdo que permita a la gente vivir: hay muerte, hay sufrimiento, pero hay muchos que quieren algo mejor para sus familias, para sus vidas, para su sociedad». Y en Cafarnaúm, así como más al sur, en Magdala, donde anoche los franciscanos del convento local presenciaron varios focos de incendio debido a la caída de cohetes, queda una certeza: «Somos hijos de un mismo Dios, que es Padre de amor. Mientras hablo - dice el fraile guardián - tengo delante de mí el lago de Galilea. Es de la misma belleza que el tiempo de Jesús: desde aquí hoy surge una oración, una voz, una palabra de esperanza. Un mensaje de transformación, de cambio", hasta el "día de paz que llegará».

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