Blanco Vega 3. PUSISTE UNA HERRAMIENTA EN NUESTRAS MANOS
En la segunda edición de “Himnos de la Liturgia de las Horas” (1988) se desvela, delicada y razonadamente, la autoría de los maravillosos 270 himnos que enriquecen en España el rezo de las Horas. Como estamos hablando de José Luis Blanco Vega, prestigioso autor de cerca de cincuenta de los más bellos himnos de nuestro florilegio oracional, hay que anotar que al poeta de Mieres le gustaba vivir humilde y anónimo, y hubo que presionarle a publicar sus versos y aceptar su autoría. Los elogios de Schökel hacia la poesía hímnica de José Luis son conocidos. Como cuando escribe sobre su escritura oracional:
“Es clásica y es moderna, es versátil y segura. No sólo ha leído muchísima poesía de todas las edades, sino que es un formidable lector y tiene gran capacidad de asimilar (“asimilar” significa convertirlo en propia sustancia). Y además es creador... “.
Como lo que, sobre todo, nos interesa aquí es leer sus himnos y disfrutarlos, y acaso también rezarlos, vamos a presentar, en dos fechas, cuatro poemas para orar en la jornada diaria. Hoy nos referiremos a la oración de amanecer y trajín diurno...
LAS LLAVES DE LA TIERRA
Poema intenso de un Dios que crea, por amor, naturaleza y hombres, en cuyas manos deposita el futuro de su obra. Destacaría dos cualidades del Creador: Presencia y Actividad. Presencia (“Todo es presencia y gracia”; “y estás de corazón en cada cosa”; “De mañana te encuentro...”). Y Actividad (“tus manos son recientes en la rosa”; “no hay brisa si no alientas...”). Nueva observación: la respuesta del hombre a la confianza que pone Dios en él... “no te obligue, Señor, a arrepentirte”. En la frase más dramática, se describe la relación con Dios como “tú por la luz, el hombre por la muerte”. Lo que el Señor espera: si Dios, alfarero del ser humano, ha dejado su obra, sin terminar, en manos del hombre, ¿no le correspondería ahora al hombre, como alfarero de la creación, perfeccionarla, a imagen de Dios, comprometerse activamente en una tierra nueva ...?
TODO ES PRESENCIA Y GRACIA
ALFARERO DEL HOMBRE
Alfarero del hombre, mano trabajadora,
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto, los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta
de los sonoros ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo y el agua melodía,
tus manos son recientes en la rosa,
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
tú, por la luz, el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra.
Si el himno precedente se inicia con la Creación de Dios y se pide colaboración al hombre, aquí es protagonista el hombre y su creación, que impetra la gracia, la protección divina (“tu poder multiplica / la eficacia del hombre”). El Señor de la viña (nuestro mundo) nos invita a trabajar por el reino (“Venid y trabajad”: Mt 20,1–16), para que haya pan para todos (“Llenadla de pan”), para desactivar las guerras (“Construid la paz”), para que haya casa, trabajo, pan y paz para todos (“Levantad la ciudad”)...
La herramienta que pone Dios en nuestras manos, finalmente, es la creatividad (amor con imaginación). Nos suena porque se lo hemos leído a León Felipe en “Aquí vino y se fue”: “Nos dejó unas herramientas / y se fue”. En realidad lo que leemos en Sal Terrae, y no aparece en la “Liturgia de las Horas”, es lo siguiente: “Pusiste una herramienta en nuestras manos / y nos dijiste: He aquí el poder. Cread.” / Y en tu nombre lanzamos nuestras redes, / en busca de tu gloria por el mar.” Para meditar.
NOS SACASTE AL DESIERTO CON EL ALBA...
TU PODER MULTIPLICA...
Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: “Venid y trabajad”.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: “Llenadla de pan”.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: “Construid la paz”.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: “Levantad la ciudad”.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: “Es tiempo de crear”.
Escucha a mediodía el rumor del trabajo
con que el hombre se afana en tu heredad.
JOSÉ LUIS BLANCO VEGA
Compositor de himnos litúrgicos
1.La zarza ardiendo
LA ZARZA ARDIENDO
2.Amor a lo visible y El ángel mensajero
PORQUE SÉ QUE NACÍ PARA SALVARME...
EMBRIAGUEZ, de Dámaso Alonso
EL ÁNGEL MENSAJERO
3.Pusiste una herramienta en nuestras manos
ALFARERO DEL HOMBRE
TU PODER MULTIPLICA
4.Te está cantando el martillo
TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO
SENTENCIA DE DIOS
5.Cántico del hermano sol
CÁNTICO DEL HERMANO SOL