"El que no está con el obispo, no está con Cristo" Antonio Aradillas: "Aquellos obispos anticonstitucionales"
En los tiempos históricos, también teológicos, canónicos y además políticos, del Nacional Catolicismo, los obispos eran de por sí, y además “por la gracia de Dios, la verdadera y única CONSTITUCIÓN
Los obispos eran, entonces, "los fieles intérpretes de la voz del pueblo". Nombrados por Francisco Franco Bahamonde, "Caudillo de España, por la gracia de Dios"
No pocos obispos actuales, en tiempos de dudosa, incierta, y difusa vigencia constitucional, siguen siendo y actuando de obispos. Unos-los más- de un lado, y otros, -todavía los menos- de otro. Indefinidos hay pocos
"Lo importante es que acierten y que el bien del pueblo sea la adoración a Dios mediante la única y veraz fórmula religiosa que existe, con exactas y decididas referencias al santo evangelio, interpretado, a ser posible, por el papa Francisco"
No pocos obispos actuales, en tiempos de dudosa, incierta, y difusa vigencia constitucional, siguen siendo y actuando de obispos. Unos-los más- de un lado, y otros, -todavía los menos- de otro. Indefinidos hay pocos
"Lo importante es que acierten y que el bien del pueblo sea la adoración a Dios mediante la única y veraz fórmula religiosa que existe, con exactas y decididas referencias al santo evangelio, interpretado, a ser posible, por el papa Francisco"
De sorprendente prodigio habría de estimarse el dato de que tan solo hubieran sido nueve los miembros del episcopado español que manifestaron en público, y con la debida solemnidad, su desacuerdo con la Constitución del año 1978, que todavía rige y enmarca nuestra convivencia. Hecho tan prodigioso radica en multitud de razones y, para muchos, con sólidos argumentos.
Y es que, en los tiempos históricos, también teológicos, canónicos y además políticos, del Nacional Catolicismo entonces recientemente pasados, los obispos eran de por sí, y además “por la gracia de Dios, la verdadera y única CONSTITUCIÓN. No podía haber otra que no fuera en su totalidad coincidente con la llamada constitución eclesiástica. Por ejemplo, el Código de Derecho Canónico refería que el “Matrimonio es uno e indisoluble” y esos mismos términos se copiaron literalmente, y con todas sus consecuencias, divinas y humanas, en el “Fuero de los Españoles”. Los obispos eran –tenían que ser y actuar- siempre y en todo, como la verdadera “palabra de Dios”, aún de la naturaleza humana
Los obispos eran “los fieles intérpretes de la voz del pueblo”, nombrados –aunque jamás elegidos- por la correspondiente autoridad eclesiástica, pero con el indispensable “Visto Bueno”, aprobación, “placet”, permiso y consentimiento de la autoridades políticas. Es decir, a los obispos los nombraba Francisco Franco Bahamonde, “Caudillo de España, por la gracia de Dios”.
Y la historia , civil y eclesiástica, o eclesiástica y civil, testifica con la documentación requerida, que Don Marcelo González Martín, cardenal de Toledo y “Primado de España”, natural de Vllanubla, en la provincia de Valladolid, a propósito del Referendum sobre la nueva Constitución, publicó una “Instrucción Pastoral” el día 28 de noviembre del año 1978.
En su escrito, la entonces autoridad suprema de la Iglesia española, resalta como grave defecto que en la Constitución “se haga omisión real y no solo nominal, de toda referencia a Dios”, así como “a los principios supremos de la Ley Natural y Divina”. La libertad de enseñanza, la formación religiosa, y moral, la tutela de los valores morales de la familia, el derecho a facilitar la “pestilente” ley del divorcio,(“el matrimonio es indisoluble por derecho divino y natural”) son, entre otras, referencias- clave de la Instrucción Pastoral cardenalicia, con carácter dogmático y patriótico. Su último párrafo lo describe de esta manera:
“Deseamos de todo corazón que la intervención de los católicos en la próxima votación sea tan consciente y elevada, que atraiga sobre España las bendiciones de Dios y que nuestra Patria disfrute de los bienes que dimanan de la fidelidad de los hombres a Dios y a su santa voluntad”.
Los señores obispos que firmaron, y con-firmaron, estar en total acuerdo con don Marcelo –“el que no está con el obispo, no está con Cristo”-(¡¡), fueron Guerra Campos, obispo de Cuenca (58 años); Temiño Sainz, obispo de Orense ( 68 años); Barrachina Esteban, obispo de Orihuela-Alicante,(66 años); Segundo García de Sierra, arzobispo de Burgos,(68 años); Mansilla Reoyo, obispo e Ciudad Rodrigo (68 años); Peralta Bellábriga, obispo de Vitoria (67 años); Laureano Gastán, obispo de Sigüenza-Guadalajara (66 años) y Franco Gascón, obispo de Santa Cruz de Tenerife.(70 años)
No pocos obispos actuales, en tiempos de dudosa, incierta, y difusa vigencia constitucional, siguen siendo y actuando de obispos. Unos-los más- de un lado, y otros, -todavía los menos- de otro. Indefinidos hay pocos. Lo importante es que acierten y que el bien del pueblo, la adoración a Dios mediante la única y veraz fórmula religiosa que existe, que es la del servicio al prójimo, se imponga e inspire todas y cada una de las gestiones y actividades pastorales, con exactas y decididas referencias al santo evangelio, interpretado, a ser posible, por el papa Francisco.
Tuve la oportunidad de relacionarme bastante personalmente , con Gregorio Peces Barba, uno de los “padres de la Constitución”, abogado en mis episodios de la publicación de mi libro “Proceso a los Tribunales Eclesiásticos”, en el que denuncié que eso de la indisolubilidad era solo para los “pobres”, porque los “ricos” disponían de la fórmula “comercial” de las “nulidades o anulaciones eclesiásticas”, y puedo dar fe de su fervor religioso.
De similar ocasión disfruté con otro “padre de la Constitución” Gabriel Cisneros, compañero en tareas periodísticas, empeñado en que, al bautizar a su hija, yo le pusiera el nombre de “Libertad”, a lo que, por supuesto, el párroco que habría de inscribirla en el registro, no estaba dispuesto a acceder si a tal nombre no se le antecedía el de María. María de la Libertad es también, y por encima de otros muchos, del agrado de la Madre de Jesús… Por cierto que, tanto a Gabriel como a mí, nos abonaban cien pesetas “extra” (poco más de medio euro), por una colaboración semanal para la cadena de periódicos de la agencia de prensa PYRESA. Eran otros tiempos, “¡que Dios tenga en su gloria bendita¡”
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