"Devotas desidias necesitan reformarse" Antonio Aradillas: "Las distancias con el Vaticano II se han acrecentado en el episcopado español"
"Como la Iglesia y más en España, es y se presenta casi en exclusiva como lo que son y se comportan sus respectivos obispos, el panorama es poco halagüeño"
En las antevísperas –y “Completas”- de la celebración de la Asamblea Plenaria del Episcopado Español, en la que se renovarán sus cargos principales, no está de más reflexionar sobre el presente y el futuro de acontecer tan relevante. Todos somos Iglesia, por lo que cualquier gesto de participación por parte de informadores, sacerdotes, laicos y laicas, que antes resultaría intromisión impensable y con descalificaciones canónicas y extra canónicas, hoy es requerido y hasta comienza ya a ser bendecido por algunos –pocos- miembros de la jerarquía. El acaparamiento de la idea y misión de la Iglesia, que carezca de eclesiología y de sentido común, sigue todavía vigente.
La Iglesia, y de modo espectacular, profundo y urgente, su jerarquía y los miembros que componen y representan la CEE –Conferencia Episcopal Española-, con sus Comisiones y adscritos a ella, precisan reforma. En esta tarea habrá de servir de mentor, instructor y ejemplo el papa Francisco , con la plena confianza que reporta el Concilio Vaticano II, sin tener que pensar aún en el III, cuando al anterior le quedan todavía por recorrer multitud de estadios, etapas o fases que obstaculizaron y obstaculizan los intereses humanos y aún “divinos” de algunos privilegiados revestidos de púrpuras cardenalicias.
Está más que demostrado, que en el mismo episcopado español, que llegó con tanta e innoble tardanza al Vaticano II, las distancias del mismo se han acrecentando en los últimos tiempos, pese a las leves esperanzas depositadas con ocasión del nombramiento del nuevo Nuncio. Como la Iglesia y más en España, es y se presenta casi en exclusiva como lo que son y se comportan sus respectivos obispos, el panorama es poco halagüeño, por no tacharlo apocalípticamente de preocupante para muchos, y hasta de aterrador para algunos, con inclusión de teólogos y pastoralistas y aun de quienes les “importe un comino“ el tema, haciendo uso del lenguaje “político” recién estrenado en los lugares patrios de mayor relevancia y consideración y respeto.
"La Iglesia y la sociedad españolas precisan hoy otro tipo de obispos"
Parte importante del episcopado hispano, de procedencia todavía “rouconiana”, con asentimiento infeliz del Nuncio Fratini y de sus asesores, son y se manifiestan anti-“franciscanos”. De “Iglesia en salida”, nada de nada. “De entrada”, casi todo, y más con inclusión de asentimientos y consentimientos perversos por no querer “meterse en líos” por santos y reformadores que sean, por perezas y devotas desidias y por querer seguir viviendo en las “lujosas“ mansiones palaciegas, alejados del infernal ruido que, por definición, generan los clásicos “enemigos” del alma que son “el mundo, el demonio y la carne“, y más el último de ellos que sigue traduciéndose y aplicándosele a la “mujer” por mujer. No hace falta aportar en este contexto el dato de las inmatriculaciones y de ciertas exenciones que rozan los límites de la legalidad, aún de la “concordada”.
La reforma del episcopado, comenzando la tarea por sus más altos cargos, comportará la selección -¿para cuándo la elección democrática?- de sacerdotes sencillos, humildes, hermanos, humanos, encarnados en el pueblo, abiertos, tolerantes, ágiles, alegres, simpáticos, servidores, en disponibilidad permanente, buenas personas, despojados de títulos y de ornamentos que se precian de “sagrados”, y sin ostentosas fantasías litúrgicas o para-litúrgicas, con la cruz, bien plateada, al descubierto, luciendo en el “piadoso” retablo de sus pectorales músculos…
La Iglesia y la sociedad españolas precisan hoy otro tipo de obispos. Sobre todo, que sean ejemplos de vida. Y que sepan hablar como habla la gente, pero no como ellos lo hacen dando la impresión doctoral y “monseñoreante” de siempre de que están en el púlpito o desde sus Cartas Pastorales. Sin el Código de Derecho Canónico entre las manos y entre sus citas más frecuentados. Con los versículos de los santos evangelios. No pocos obispos apenas si hablan. Increpan, vocean, condenan, “sermonean”, riñen, adoctrinan, advierten y además y sobre todo, a quienes creen que son “malos” o están “perdidos” o a punto de “perderse”, les amenazan con abrirles de par en par las puertas del infierno, con sus correspondientes “castigos eternos”, por ejemplo, “por no ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar”.
Son pocos los obispos que hablan, y de cuyas enseñanzas se hagan eco los medios de comunicación social, por el interés que tengan sus palabras. Hay más obispos que siguen “evangelizando” pero blandiendo antes sus alocuciones como si estas fueran las armas que sus predecesores forjaron en Covadonga, en las Navas de Tolosa, en Tentudía, en Clavijo y aún en los mismos festejos populares levantinos de “Moros y Cristianos”, en los que, “como debe ser y será”, estos últimos serán los vencedores.
Y por ahora, y con la atención puesta ya en la próxima Asamblea Plenaria del Episcopado, a rezar, para que no sean los conventículos y las políticas eclesiásticas o para-eclesiásticas los que decidan, o influyan, en la elección de los nuevos responsables de la Iglesia en España, si ellos no encarnan las ideas y comportamientos del papa Francisco y del Vaticano II, único camino que conduce al progreso verazmente religioso. De otra manera, y tal y como van las cosas, la Iglesia se acaba o se exclaustra. En la próxima Asamblea Plenaria se halla parte importante de la solución salvadora. Así las cosas, y con los penúltimos alegatos “cardenalicios”, no es rechazar la amenaza de una nueva “Pastoral Colectiva”, de infeliz recordación en la historia de la Iglesia española.
"Hay obispos que siguen “evangelizando” pero blandiendo antes sus alocuciones como si estas fueran las armas que sus predecesores forjaron en Covadonga, en las Navas de Tolosa, en Tentudía, en Clavijo"