"La Iglesia necesita otro tipo de santos" Aradillas: "Huele a podrido el silencio con el que se ha maltratado el tema de la muerte de Juan Pablo I"
Exigimos que se agilicen toda clase de procedimientos “divinos y humanos” para despejar los caminos que ha de recorrer la causa de beatificación-canonización del “brevísimo” Juan Pablo I
El santoral de la Iglesia está falto de corbatas, de gafas, de mascarillas, de “ordenadores”, de impresoras, bicicletas, pelotas de tenis, guías turísticas –devocionarios- de recorridos por la naturaleza y de estancias monásticas, uniformes, “monos” de faena, pertenecientes a cualquier categoría laboral o profesional
El de las canonizaciones de santos y santas es uno de los capítulos que hoy precisan con presteza mayor, profundidad y extensión, de renovación y reforma en la Iglesia . El modelo y ejemplo, así como la intercesión que le proporcionan al pueblo de Dios y que encarna y justifica su elevación a los altares, en ocasiones, hasta con una especie de heterodoxa adoración con símbolos, invocaciones semi paganas, sigue a la espera de renovadores replanteamientos ascéticos, teológicos y pastorales.
Le hicieron mucho daño a la institución eclesiástica adoctrinamientos tales como el de que la intervención directa del papa en la causa de los santos era, y es, de carácter poco menos que infalible, por lo que su tratado, de tanta importancia en la pastoral popular, resulta intocable en la pastoral popular , con la apremiante e indulgenciada imposición de tener que sellarse a perpetuidad con uno de los “Amén” más eclesiásticos por definición y naturaleza.
Pero, ya de entrada, imploramos o y exigimos “a quienes corresponda”, que se agilicen toda clase de procedimientos “divinos y humanos” para despejar los caminos que ha de recorrer la causa de beatificación-canonización del “brevísimo” Juan Pablo I . Así lo demandan el pueblo de Dios, el sentido común y el religioso –“sensus fidelium”- e inciertas y aún sospechosas, referencias, las leyes civiles y canónicas, todavía opacas, aunque el papa Francisco haya creado la “Fundación Juan Pablo I” , con la expresa y reiterada intención de poer adentrarnos en la “misteriosa” muerte de este antecesor, a quien apenas si le diera tiempo de manifestar con claridad evangélica que la reforma de la Curia Romana era propósito firme e inalterable de su pontificado.
Huele a podrido el silencio con el que se ha maltratado el tema de la muerte de Juan Pablo I, al que no pocas apariencias “ pro-franciscanas” habrán de salirles, por fin, al paso con transparencias y decisiones, y abominación de onerosos olvidos para formas, modos y sistemas empleados “eclesiásticamente” en tiempos “pre” y “ante” renacentistas, de cuyos episodios y procedimientos hay clara, vergonzante y documentada constancia.
Además de citar este caso en el atrio de la tarea de la renovación del actual santoral cristiano, será absolutamente procedente prestarle santa, devota y actualizada atención a la “ascensión al honor de los altares” a otros nombres con sus correspondientes números cardinales imperiales pontificios, que suscitan en la religiosidad popular la creencia de que todo papa, por papa, es, o será, canonizable de por sí y pese a todos los pesares, con asombroso olvido de que cualquier endogamia jamás será ni objeto ni sujeto de canonización.
La Iglesia necesita en la actualidad otro tipo de santos. Precisamente en su letanía de ejemplos y modelos, lo primero que sobra es la multitud de hábitos talares, capisayos y signos episcopales “et supra”. Sobran fundadores y fundadoras de vocación, profesión, ministerio y oficio.
El santoral de la Iglesia está falto de corbatas, de gafas, de mascarillas, de “ordenadores”, de impresoras, bicicletas, pelotas de tenis, guías turísticas –devocionarios- de recorridos por la naturaleza y de estancias monásticas, uniformes, “monos” de faena, pertenecientes a cualquier categoría laboral o profesional…
El santoral sigue padeciendo también, - ¡y todavía¡- la ausencia de personas representantes del sexo femenino…En el santoral se registran más –muchos más- varones que mujeres. Y la solemnidad es en él mucho mayor, con excepción de las referidas a las advocaciones de la Santísima Virgen María… El santoral sigue acaparado en mayor proporción por frailes, curas, monjes y obispos, además de los papas. A los laicos y laicas difícilmente les reservan los calendarios las correspondientes casillas y estas, son raramente revestidas del rojo festivo de las solemnidades litúrgicas, con excepción de las de san José, los Apóstoles y las de los fundadores de las Órdenes y Congregaciones Religiosas respectivas.
Merece consideración aparte el hecho de la imposibilidad de incluir de alguna manera en el Santoral nombres de varones o mujeres pertenecientes a otras religiones, creencias e Iglesias a quienes les sobran méritos para ser expuestos como ejemplos y modelos de vida y como intermediarios ante Dios.
Posiblemente, y en proporciones similares, al calendario católico les sobran nombres de niños y niñas con mención inocente para aquellos, y aquellas, elegidos por la Virgen para suplir a la mismísima jerarquía eclesiástica, en sus “apariciones” celestiales, y así manifestar su voluntad respecto a la salvación de la humanidad. No obstante, el mismo calendario está desesperadamente falto de nombres infantiles, víctimas de pederastas “educadores” religiosos, y de quienes, por acción u omisión, “consintieron” desafueros tan bochornosos …
A tal letanía le pongo por ahora el punto y aparte del “Amén”, aunque sin alejarme de la cita extra-canónica de los misterios dolorosos del rosario martirial de cuantas mujeres maltratadas murieron víctimas de parejas, exparejas, esposos, ex esposos y sin que todavía perduren en la propia Iglesia “legitimables discriminaciones” en razón al sexo….