Un colaborador del Papa, no por el Papa Miguel Ayuso Guixot, nuevo cardenal de la Iglesia
Intuyo que en Miguel se cumple el aserto evangélico de que el que su humilla será ensalzado. Un hombre de Iglesia y de evangelio, un hombre abierto, enclavado en el Concilio Vaticano II y desde ahí servidor eclesial en aquello que se le pide
Será un cardenal de a pie y de calle, profundo y discreto, orante y entregado, esperanzado y profético, oculto y disponible que querrá que la Iglesia sea de verdad lo que pedimos en la plegaria eucarística: ”Un recinto de verdad, justicia y amor para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”
En este domingo del tiempo ordinario, donde se nos invita a tener presente el tiempo de la creación, el cuidado de la vida y el evangelio nos habla de humildad, nos llega la noticia de que el papa ha nombrado nuevos miembros para el colegio cardenalicio. Y entre los llamados está nuestro conocido y cercano Miguel Ayuso Guixot.
No sé por qué, lo primero que pienso para mis adentros es que la noticia no está lejos del evangelio proclamado hoy porque intuyo que en Miguel se cumple el aserto evangélico de que el que su humilla será ensalzado, si es que se puede considerar ensalzamiento el que te llamen a una colaboración estrecha –junto con el papa Francisco- y comprometida con el proyecto de una iglesia encarnada, llamada a estar en salida de un modo humilde y servicial.
No hace muchos días, escribí un artículo sobre una conferencia pronunciada por Monseñor Ayuso en el claustro franciscano del santuario de Regla, allí comentaba que ya se runruneaba que podría ser nombrado cardenal, pero que a él le afectaba poco este comentario. Allí nos habló del espíritu de fraternidad que predica y anima el papa Francisco, siguiendo el espíritu del concilio.
Currículum
Miguel es oriundo de Sevilla, Obispo desde 2016. En su currículum podemos observar que es misionero comboniano, en cuyo instituto se formó y donde profesó en 1980, siendo ordenado sacerdote en 1982. Ha sido profesor, escritor, teólogo, arabista e islamólogo español, habla español, árabe, inglés, francés e italiano. Ha permanecido durante varios años como misionero y profesor en Egipto y Sudán.
Entre 2003 y 2006 fue profesor y director del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de Roma. Más tarde comenzó a colaborar en el pontificio consejo para el diálogo interreligioso, siendo nombrado secretario en 1012 por Benedicto XVI.
Actualmente es el presidente de dicho consejo pontificio, jugando un papel destacado en la preparación del encuentro en Dubai entre el Papa y el gran Imán y del documento en torno a la fraternidad que firmaron conjuntamente como base de una verdadera relación interreligiosa.
Perfil
Seguro que en estos días, ante la noticia del cardenalato, habrá muchos apuntes en torno a su persona y sus características ministeriales. Yo me atrevo a perfilar su persona desde un lugar concreto y singular; desde la casa de oración de los franciscanos en el santuario de Regla en Chipiona. Es un lugar en el que he coincidido con él en estos últimos años, siempre ha sido un lugar de referencia de descanso para él y su familia.
Recuerdo que los primeros años, la imagen que yo tenía de él era la de un hombre muy discreto, silencioso, que paseaba y pasaba muy inadvertido en la casa y los aledaños. Siempre acompañado por su hermana Natividad, más expresiva y extrovertida. Así me enteré que trabajaba en la curia del Vaticano pero poco más me llegó de él. De esto hace una decena de años, ahora es muy distinta la relación; ha ido creciendo en conocimiento y en gracia. He ido descubriendo, junto a otros compañeros, características de su persona y de su ministerio muy sugerentes y seductoras en el sentido evangélico, siempre dentro de una gran discreción, ocultez y sencillez por su parte.
Cercano y humilde
Notaba yo cómo se acercaba a las personas más sencillas y limitadas que estaban en la residencia en esos días. Las conocía a todas por sus nombres, recordaba sus historias y siempre les traía sus recuerdos cariñosos traídos de Roma sabiendo lo que les podía agradar, rosario, pulsara, medalla, etc.
De destacar la relación entrañable y familiar con Perdi –diminutivo de Perdigón-, laica cristiana comprometida de Mérida que iba a la casa con su madre, ya mayor, y su tía minusválida en su silla de ruedas. Ambas se han ido al cielo con su cariño y su amistad.
En los años que he compartido este lugar de descanso he podido comprender que es un modo de ser y vivir que tiene sus raíces en su experiencia vital por todo el mundo y su modo de relacionarse, ese que como dice el eclesiástico, pide la sabiduría que viene de saber tener un oído atento… a la vida real del pueblo y de la gente.
Compasivo y abierto
Este año mismo en su mesa de comedor, junto a su hermana, estaba Rosario, una señora mayor de Sevilla, hermana de un sacerdote ya fallecido que ellos incorporaban para compartir mesa y ánimo con ella. Recuerdo que tuvo que marcharse por una caída y que la llevó del brazo hasta el taxi; fue él como si fuera un hijo suyo.
Pero la grande es que esto le viene de su historia vocacional como misionero comboniano, donde se comprometió para vivir y anunciar el evangelio en medio de los pobres y los sencillos. Para cumplir ese ministerio se ha formado con una intensidad tremenda en teología, estudios árabes e islámicos, lenguas… todo para estar cerca del pueblo y poder servir más y mejor en medio de realidades duras y difíciles pero con la ternura del evangelio y el deseo de la unidad y la fraternidad.
Recuerdo que no hace mucho un semanario eclesial español de gran tirada hablaba de él y comentaba el periodista que era una “avis rara” en la curia porque su recorrido no había sido curial, sino que había venido de lejos, muy lejos, Egipto, Sudán. De la misión dura y pura para servir en el Vaticano no solo por su saber, sino también por su vivir, su experiencia real y comprometida en el ambiente. En este sentido, la historia no le viene grande y sabe bien que no hay que ganar espacios y ocuparlos, sino tiempos y procesos que sean verdaderos y auténticos.
Yo lo veía como raro. Ahora, que sé su preparación y su experiencia vital, reconozco que no es raro; es sencillez callada donde sus virtudes se conocen no porque él las proclama, sino porque viviendo con él se llegan a descubrir.
Oculto y sencillo
En los días compartidos, me decía un compañero que me diera cuenta cómo no quería notoriedad ninguna, le importunaba la distinción o que se acercaran con los comentarios que estaba saliendo en la presencia secular y religiosa. Hablando con cierta intimidad, me admiraba su sentido de lo oculto y su deseo de sencillez. Me comentaba cómo había sido clave de su vida el deseo de trabajar en lo más callado a fondo perdido, con horizonte evangélico, porque a la larga sólo queda lo que se ha sembrado en el silencio y con la profundidad de una buena preparación y entrega, sin esperar nada a cambio.
Todo lo que le había venido en su vida lo entendía como ministerio y responsabilidad porque realmente no lo había buscado. En este sentido yo mismo soy testigo de que su relación personal conmigo y con los demás de la casa ha permanecido con fidelidad y cuidado, en condición de igualdad y de servicio. Este año le pedía un escrito que fuera una oración suya desde su trabajo interreligioso en el Vaticano para un libro guía que estábamos elaborando sobre la 'Laudato si'. Se resistió al comienzo con humildad pero, después, con celeridad me lo sirvió para colaborar en la edición. Y tras conocer el trabajo inmediatamente lo alabó y le reconoció un gran valor.
Hombre de comunión
No me atrevería yo a llamarle un hombre de Francisco porque lo veo más como un hombre de Iglesia y de evangelio. Me explico: en las ocasiones que le he oído, conversaciones relajadas frente al mar, y lo que he leído de él, descubro un hombre abierto, enclavado en el Concilio Vaticano II y desde ahí servidor eclesial en aquello que se le pide.
En el documento de Dubai sobre la fraternidad, se ocupó y preocupó que fuera revisado e iluminado por la Comisión teológica para que fuera lugar de comunión intraeclesial a la vez que interreligioso. Tiene claro que su misión se sitúa en el desarrollo verdadero del Concilio y sus planteamientos eclesiológicos en la relación con el mundo, incluidas las otras religiones. En este sentido, considero que está siendo un colaborador del Papa, no por el Papa, sino por la comunión eclesial a la que estamos llamados todos. En este sentido, comulga con el Papa que no entiende el ministerio como un combate personal, sino comunional y sinodal. Ya el previo del cónclave configuró muchos de los elementos que están asumidos en su proyecto eclesial siendo uno la fraternidad en el mundo y, por lo mismo, interreligiosa, sin confusión pero con amor y solidaridad a favor de lo humano y la salud.
Hombre de curia
No viene de la curia pero he descubierto en él un sentido de ella que me reconcilia con su labor y su significado. Me hablaba que él estaba de acuerdo con un posible planteamiento de la curia que no permita estar con definitividad en servicios burocráticos curiales, donde parece adquirirse unos méritos de carrera según van pasando los años. Entendía él que debería estipularse una serie de años máximos para que los sacerdotes volvieran a sus diócesis de origen a seguir participando de sus presbiterios y de la misión evangelizadora y pastoral de la iglesia diocesana.
Normalizar la curia como servicio y no como poder y estado. Una curia discreta, ejemplar, servicial. Que no es centro de iglesia, sino lugar de servicio y para facilitar la misión universal y comprometido de los cristianos en medio del mundo.
Me gustaba también escuchar cómo tenía un sentido positivo del momento actual de la Iglesia y lo que estaba suponiendo la pastoral y visión eclesial que animaban las últimas encíclicas como desarrollo de las luces conciliares. Incluso lo que puedan ser críticas él consideraba que no eran preocupantes; que sana conocer lo que se piensa y que a veces las voces más extremadas tienen muy poca consistencia detrás. Que no representan al trabajo diario y serio que se hace en los espacios comunitarios eclesiales de verdad, los que tocan la realidad del pueblo y de la vida. Los más trabajadores y auténticos suelen ser mucho más silenciosos y profundos.
Hombre de fraternidad
La última conferencia que escuché y leí de él, me pareció de sencillez y hondura. Cuatro principios fundamentales de claridad humana y creyente enraizados en el evangelio, en la historia de la Iglesia, en el concilio y en las encíclicas.
Desde ahí hizo una presentación del documento a favor de la fraternidad, firmado en Dubai, visto como concreción del verdadero espíritu del Concilio. La fraternidad no es una opción de este papa, sino la fidelidad profunda al evangelio de Cristo y al mandato de la Iglesia en la comunión conciliar que invita a trabajar por la salvación de un modo encarnado y universal.
No me cabe duda, que Miguel Ayuso, este hombre cercano con el que cualquiera se ha podido estar bañando o compartiendo sombra y silla en la playa de Regla, al que han podido ver ayudando a salir a una señora mayor del mar frente las olas, este mismo, será un cardenal de a pie y de calle, profundo y discreto, orante y entregado, esperanzado y profético, oculto y disponible, que querrá que la Iglesia sea de verdad lo que pedimos en la plegaria eucarística: ”Un recinto de verdad, justicia y amor para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”.
Hombre de familia
Termino con una anécdota cariñosa. Miembro de una familia numerosa con muchos hermanos. Pero destaca la presencia de su hermana Nati, en ella sigue el cordón de la paternidad y de la maternidad de un mundo especial, es la que siempre le ha acompañado en sus días de descanso. Ahí mismo le descubro su gracia y cercanía, no es baladí que un cardenal tenga una hermana que le riña y le cuide para que no se extralimite en lo que pueda hacerle daño a su salud, pero tampoco lo es que sólo le haga caso en lo que convenga. Me alegra la anécdota de esa familiaridad y complementariedad con los suyos que conocemos los cercanos, los que compartimos la casa de Nuestra Señora de Regla en algunos días de verano. Seguro que seguirá siendo como es, siempre nos ha gustado su modo sencillo de relacionarse. Rezaremos por él para que sea un buen cardenal, para hacer una Iglesia llena de la alegría del Evangelio.
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