A propósito del desplome de la práctica religiosa en España El futuro de la Iglesia: pistas para seguir caminando
En la situación de descristianización en la que nos encontramos, solo confiando en la vida del Espíritu y en la valoración de cada persona que encontramos, y en los grupos o comunidades que formemos, podremos sustentar nuestra esperanza en el porvenir de nuestra fe comunitaria de Iglesia.
Esperanza, que tendremos que alimentar con la vivencia de la oración y el compartir con otros creyentes. Y también con una formación continua actualizada, a partir de los problemas de la vida y de la misma comunidad cristiana
| Julián Díaz Lucio
Me motiva el reflexionar sobre el futuro de la Iglesia la aparición de dos o tres artículos sobre el desplome de la práctica religiosa en España. El de Joseba Kamiruaga aborda el tema y propone unas pistas para caminar pastoralmente. Ante esta situación dice: “Pero todo apunta, me parece, a que algo tenemos que pensar y, una vez pensado, algo tenemos que hacer.”
Y esboza Kamiruaga en su artículo en Religión Digital tres soluciones:
“Primera opción: “el camino de la catástrofe inminente”. Es el camino de quienes en la Iglesia dicen que todo está mal. “Las iglesias se están vaciando… Dentro de 20 años no quedará nadie… Dentro de 10 años venderemos las Iglesias”.
“Segunda opción: “el camino espiritualista”. Ojo, he escrito “espiritualista”, no “espiritual”. Es el camino de quien, un poco aturdido por los acontecimientos, deja voluntariamente en manos de no se sabe qué providencia de Dios la solución del problema”.
“Prefiero una tercera vía, que yo definiría como “espiritual”. Es la elección que hago yo. Creo firmemente que el Espíritu Santo guía a la Iglesia, pero también que la Iglesia debe discernir lo que el Espíritu Santo inspira… se trata de analizar seriamente nuestras opciones pastorales, litúrgicas, catequéticas, caritativas, etc. Esto sí. Y, si se me permite la expresión, “hacerlo a calzón quitado”, quiero decir, sin medias tintas… teniendo el coraje de dejar lo que hay que dejar y atreviéndonos a seguir caminos inexplorados a la luz del discernimiento comunitario, eclesial, sinodal”.
No concreta más el autor. Yo, pobre de mí, no tengo la solución mágica a esta situación. Como preámbulo creo que son necesarias reformas estructurales en la Iglesia, según se han solicitados en las reflexiones en las bases sinodales eclesiales. Creo que con la proclamación de años santos e indulgencias plenarias, la descristianización actual no tiene solución. Me he atrevido a concretar más el futuro de la marcha de la Iglesia en el escrito siguiente, que escribí a primero de año.
Construyendo el futuro eclesial
Parto de la angustia que se masca en los ambientes cristianos y eclesiásticos al constatar que los templos están cada vez más vacíos, que la gente pasa de la Iglesia, que lo que va quedando y fomentando lo religioso son las grandes manifestaciones de la religión católica en procesiones o en fiestas patronales, que cada vez se bautizan menos niños y que los matrimonios por la Iglesia son escasos y, muchas veces, se hacen en los templos por la ostentación y la vistosidad que representan. Por tanto, el futuro externo de la religión católica se ve cada vez más oscuro.
Ante esta situación nos preguntamos ¿qué podemos hacer? Yo no tengo la varita mágica ni la medicina segura para cambiar la situación. Se me ocurre reflexionar y esbozar algunas líneas, no para curar esta realidad, pero sí para tenerlas en cuenta a la hora de planificar y realizar toda la acción pastoral.
Parto de un defecto en el que hemos caído con mucha frecuencia: hemos priorizado casi siempre más las prácticas religiosas que la fe y el seguimiento al Señor Jesús. Se ha valorado más las prácticas y costumbres religiosas que la fe. Se ha valorado sociológicamente el cristianismo por lo que aparecía en las costumbres y prácticas religiosas. Y eso es lo que se ha fomentado a nivel oficial.
Una amiga cita estas palabras de Pagola, que coinciden con lo que machaconamente ha estado diciendo JM Castillo: “Los cristianos de las primeras comunidades se sienten antes que nada seguidores de Jesús.(…) Por desgracia, tal como es vivido hoy por muchos, el cristianismo no suscita "seguidores de Jesús", sino adeptos a una religión. No genera discípulos, que, identificados con su proyecto, se entregan a abrir caminos al Reino de Dios, sino miembros de una institución que cumplen, mejor o peor, sus obligaciones religiosas (…) La renovación de la Iglesia está exigiendo hoy pasar de unas comunidades formadas mayoritariamente por "adeptos" a unas comunidades de "discípulos" y "seguidores" de Jesús”. En definitiva, se ha fomentado más la Religión que la Fe.
El éxito de la Iglesia no es el proselitismo, el tener muchos miembros, sino apostar por los valores de Jesús. Habrá quizás pocos cristianos, pero que sean cristianos evangélicos
Ante esta situación, habrá que mirar el futuro con esperanza. La Iglesia no va a ser de grandes masas humanas comprometidas de verdad con el Evangelio de Jesús de Nazaret, pero nos tenemos que convencer que “el éxito de la Iglesia no es el proselitismo, el tener muchos miembros, sino apostar por los valores de Jesús. Habrá quizás pocos cristianos, pero que sean cristianos evangélicos” (Juan Antonio Estrada).
Revisar métodos y estilos
Por eso habrá que revisar profundamente los métodos y estilo de pastoral que se lleva a cabo. Señalo algunos rasgos:
- Los actos religiosos son importantes y necesarios, pero antes está la Iglesia en salida, la tarea misionera. Y es en la vida real, en los ambientes, donde están las personas a las que tenemos que llegar, conectar, caminar con ellas y, quizás evangelizar. Es lo que hizo Jesús y lo que hacen todos los misioneros y personas que intentan seguirle. Suelo decir que fuera de la vida, no hay salvación; y un teólogo, mártir de su compromiso cristiano, decía que fuera de los pobres no hay salvación.
- Me quedo con la atención fundamental a las personas, a su valoración y crecimiento humano y de fe. Y el crecimiento e interiorización en los valores humanos, como condición necesaria para acercarse a la fe o el seguimiento a Jesús de Nazaret. Después están las celebraciones o actos religiosos y las estructuras organizativas.
-Que en todos los actos religiosos que se lleven a cabo, nos esforcemos en que las personas que participan, vivan e interioricen los gestos y las palabras y vivan de verdad aquello que celebran, y que esto lo haga realidad principalmente el celebrante.
- Que se hagan las reformas necesarias en cuanto a la estructura y los contenidos, para que los actos religiosos especialmente la Eucaristía, no sean plataformas de vistosidad faraónica, sino de vivencias de la fe. Evitar para ello la rutina en la que se cae con frecuencia.
- Que en todas las acciones que se hagan, se interioricen, para que los participantes las asuman, viendo el por qué y para qué se hacen. Toda actividad así planificada y realizada puede ser instrumento de evangelización.
Termino, en la situación de descristianización en la que nos encontramos, solo confiando en la vida del Espíritu y en la valoración de cada persona que encontramos, y en los grupos o comunidades que formemos, podremos sustentar nuestra esperanza en el porvenir de nuestra fe comunitaria de Iglesia. Esperanza, que tendremos que alimentar con la vivencia de la oración y el compartir con otros creyentes. Y también con una formación continua actualizada, a partir de los problemas de la vida y de la misma comunidad cristiana.
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