Mensaje de Cuaresma del obispo de San Sebastián Fernando Prado: "En Cuaresma, luchemos contra todo aquello que nos oprime personalmente y como sociedad"
"Estos cuarenta días de preparación para la Pascua nos pueden servir para poner nuestro corazón en sintonía con Dios y con los demás"
"Luchemos y demos la batalla contra el pecado y contra el mal, contra sus efectos en nosotros y, sobre todo, contra sus causas. Luchemos contra todo aquello que nos oprime personalmente y como sociedad. Liberémonos de todo aquello que no suena a la música del Evangelio"
| Fernando Prado, obispo de San Sebastián
Un año más, la Cuaresma llama a nuestras puertas invitándonos a volver a Dios. Estos cuarenta días de preparación para la Pascua nos pueden servir para poner nuestro corazón en sintonía con Dios y con los demás. Se nos llama a la conversión, a adentrarnos en ese figurativo desierto que nos ayuda a tomar distancia y considerar mejor la realidad de nuestra vida a la luz del Señor y su Palabra. Se trata de un verdadero camino espiritual, de una nueva oportunidad para vivir la alegría del Evangelio, la de quienes se encuentran con Jesús (cf. EG, 1).
Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en la decisión personal de no volver a caer en tantas esclavitudes que nos atrapan. La Cuaresma es un tiempo propicio para encontrar nuevos criterios de juicio sobre las cosas a la luz del Evangelio. Sin duda, esta cuaresma puede ser para todas y para todos un tiempo de gracia y renovación en el que el desierto puede volver a ser el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17).
La Cuaresma, en definitiva, nos ayuda a volver a nuestro corazón, a nuestro centro más profundo, y resintonizar nuestra vida con el Evangelio. Como os decía en el mensaje del año pasado, “se trata de un tiempo litúrgico fuerte; un tiempo también de prueba, en el que vivimos —en la intimidad con Dios—, un combate espiritual”. Luchemos y demos la batalla contra el pecado y contra el mal, contra sus efectos en nosotros y, sobre todo, contra sus causas. Luchemos contra todo aquello que nos oprime personalmente y como sociedad. Liberémonos de todo aquello que no suena a la música del Evangelio.
Las tradicionales armas —ayuno, limosna y oración— junto a otras prácticas cuaresmales, nos ayudan. Con esta orientación, un año más os vuelvo a proponer algunas cosas sencillas y concretas que nos pueden servir en este camino:
1.- Escuchar la Palabra de Dios cada día. Las lecturas de la liturgia diaria de la Cuaresma nos pueden servir de itinerario. Hay muchos recursos para ello. También en internet. Es un buen tiempo para escuchar un poco más su palabra y un poco menos la nuestra.
2.- Un gesto solidario. Donar la cantidad de dinero equivalente a una jornada de trabajo para un proyecto concreto de ayuda a la gente sin techo. Puedes dividir lo que ingresas al mes por 30 y dedicar ese importe al proyecto diocesano de “Hotzaldi” para personas sin hogar. Cáritas nos facilita la información para poder hacer esa aportación.
3.- Un sacramento. El sacramento de la penitencia o reconciliación puede ser para ti una buena oportunidad para renovar tu vida cristiana y experimentar la fuerza del perdón y de la misericordia de Dios. Te invito a que a lo largo de la cuaresma redescubras el gozo y la paz que produce en ti este Sacramento. No dudes en acercarte a algún sacerdote para poder confesarte bien. Tal vez como hace tiempo no lo hacías. Igualmente, te invito a participar en tu parroquia, si es el caso, en los actos y celebraciones penitenciales programados.
4.- Un Via Crucis:Es costumbre en las comunidades cristianas celebrar y orar con el Vía Crucis. Te invito a que no dejes de participar en esta oración cuaresmal con tu comunidad. Además, este año, la tradicional marcha a Aránzazu tomará esa orientación oracional y penitencial. Te invito a caminar, en comunidad de hermanos, el sábado anterior al Domingo de Ramos, orando, acompañando a Jesús en su camino hacia el calvario. Somos un pueblo unido, que quiere caminar en comunión. Todos juntos, niños, jóvenes y adultos, construimos la Iglesia del Señor. Estemos atentos a la organización de este evento y no dejemos de participar.
Que el Señor nos de la gracia de vivir una Cuaresma que nos renueve y nos ayude a todos a alcanzar esa tierra prometida hacia la que caminamos cuando salimos de la esclavitud. Es el sueño de Dios hacia el que nos orientamos. La Cuaresma –nos dice el Papa Francisco– “no es un doloroso camino de agonía, sino de parto”. La luz de la Resurrección ilumina el camino de la Cuaresma y nos anuncia un siempre posible nuevo nacimiento.
In Corde Matris,
+Fernando
Obispo de San Sebastián
Etiquetas