"La retrotopía es una postura fundamentalista en la que la historia es anulada por 'el relato'" La rebelión integrista: teología del cisma

El espíritu cismático
El espíritu cismático

Catolicidad es el deseo de totalidad, mientras que cisma es quedarse aferrado a un aspecto de la fe, sin una visión más amplia. La catolicidad es sinónimo de universalidad, no solo en la doctrina sino en la comprensión e inclusión de la humanidad.

La "retrotopía" es una nostalgia hacia un pasado idealizado que se contrapone a la incertidumbre del presente. Por eso es la repetición de lo mismo, no hay que pensar sino “repetir”, porque los problemas no hay que comprenderlos, sino negarlos u ocultarlos. No hay nada que renovar, ni amor que expandir, ni escucha de los signos de los tiempos. Es la negación de la Encarnación en la Historia de la salvación

Francisco también alude a esas actitudes cismáticas que tienen como bandera la defensa de la estricta ortodoxia y que terminan siendo cómplices de otros intereses: «a los defensores de «la ortodoxia» se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen» (EG 194).

A través de la Sinodalidad, que no es una acción pastoral más, el papa Francisco quiere que todos participemos y nos escuchemos en la Iglesia, que no sea la “iglesia de y para los curas”. Sin participación real, sin escucha, solo hay clericalismo, abuso de poder y cisma del Pueblo de Dios.

Los cismas de la Iglesia Católica son divisiones y rupturas que han ocurrido dentro de la Iglesia a lo largo de su historia. Los más significativos son el Gran Cisma de Oriente en 1054, de la Iglesia Ortodoxa y el Cisma Protestante de Occidente en el siglo XVI, además de los miles de grupos secesionistas de "baja intensidad" que con sus conspiraciones de sacristía, hackean la Unidad.

Las divisiones cismáticas generalmente provienen de grupos rigoristas, quienes creyéndose perfectos, como el hermano del hijo pródigo, ya sea por su “ortodoxia” o “moral”, se rebelan contra el Padre Misericordioso, que perdona y acoge a los hijos humillados. Este punto es crucial, por eso ponen el grito en el cielo frente al ecumenismo y el diálogo con las religiones y el mundo, a quienes habría que "condenar" e ignorar lisa y llanamente.

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Suelen invocar causas doctrinales y atentados contra la ortodoxia o causas morales, poniendo en tela de juicio el modo en que se conduce la institución. Además, siempre hay otros motivos culturales, económicos y políticos concomitantes, que no se mencionan para hacer parecer la división como algo “desinteresado y espiritual”.

Ningún cisma surge de la mañana a la noche, siempre hay un mar de fondo que lo precede porque siempre habrá aspectos de la fe que no se viven, que se olvidan, que no conviene a ciertos grupos, etc. La Iglesia siempre necesitará reformarse, convertirse y reparar sus pecados históricos, pero en el marco de la unidad.

San Francisco de Asís fue uno de estos grandes reformadores que siguen haciendo vibrar al mundo 8 siglos después. Desde la humildad más evangélica, asumió junto con las órdenes mendicantes, el desafío de la pobreza evangélica y la solidaridad con los pobres y la naturaleza, que otros grupos reivindicaban de modo cismático.

Francisco y la reforma sin cisma
Francisco y la reforma sin cisma gjk

En la Biblia aparece la división en los primeros capítulos del Génesis. El diablo tienta a nuestros primeros padres para ser como Dios y romper el vínculo de la unidad con el Creador. El diablo hace todo lo posible para separarnos (dia-bolos en griego significa "el que divide") pero es el ser humano el que decide la soberbia, el creerse más de lo que es, incluso más que Dios y preferir romper la unidad con Él en nombre de su total autonomía. Es el cisma originario de todos los cismas y divisiones.

La soberbia es la herida principal de los pecados capitales, del cual nacen todos los demás. Ninguno nos libramos de ella y son más propensos a cultivarla sutilmente, las almas religiosas que se creen seguras y superiores por sus prácticas piadosas. Jesús discute con los fariseos, gente muy “practicante”, precisamente por ese narcisismo espiritualista y perfeccionista que olvida el amor y la misericordia a los demás, "a los que no son de los suyos".

En el siglo XVII, las monjas de Port Royal, eran estrictas practicantes que dejaban asombrados a los creyentes de su tiempo por su ascética y espiritualidad. Pero la vanidad siempre está al acecho para traicionarnos. Esto las llevó al cisma jansenista. De ellas se decía eran “puras como ángeles y soberbias como demonios”. 

Por eso San Pablo nos recuerda en la Carta a los Corintios 13, que “puedo entregar mi cuerpo a las llamas, pero si no tengo amor…no me sirve para nada”. No son los “sacrificios” sino el amor y la misericordia. “La caridad cubre multitud de pecados” (1 Pd 4,8)

La división es la expresión del pecado del hombre, está latente en cada uno de nuestros corazones.  Por eso, Jesús pide al Padre QUE TODOS SEAMOS UNO (Jn 17) y este es uno de los cuatro principios de Francisco: “LA UNIDAD ES SUPERIOR AL CONFLICTO”. Si tuviéramos que resumir la fe, podríamos decir que es la convicción sobrenatural de la unidad de Dios con el hombre y de los hombres entre sí.

Misa privada con el 'obispo' siguiendo el rito preconciliar
Misa privada con el 'obispo' siguiendo el rito preconciliar tehagoluz.com

La Iglesia no es arena de competición sobre quién es más ortodoxo, o hace más sacrificios, Es la herramienta para hacer el Reino de Dios, donde todos podamos convivir y construyamos la unidad con nuestras diferencias. El papa Francisco lo ha llamado “poliedro”.

Lo contrario es el fundamentalismo de aquellos que, obnubilados por un aspecto del misterio que puede ser válido, se olvida, corta con el resto, con la totalidad de factores. Los cismas no lo son tanto por lo que adhieren, como por lo que descartan. Es la pérdida de la totalidad, una estructura de Gracia para todos.

Aunque también la Iglesia ha reconocido desde Juan Pablo II (documento “Memoria y reconciliación la Iglesia y las culpas del pasado”) que también ha tenido culpa en las grandes rupturas de la unidad eclesial. Muchas veces no hizo lo suficiente y prefirió parapetearse en sus excomuniones y anatemas.

Catolicidad y sectarismo

A partir del Concilio de Trento, se identificó la catolicidad con la precisión doctrinal, la moral canónica y el ritual clerical. Estaba en juego el poder religioso frente al cisma protestante y había que destacar lo que los diferenciaba, no lo que los unía. Hoy comprendemos que la unidad es mucho más que seguir prescripciones canónicas, pues en nombre de ellas y su “estricto” cumplo-miento, se puede romper fácilmente la Unidad querida por el Señor.

Catolicidad es el deseo de totalidad, mientras que cisma es quedarse aferrado a un aspecto de la fe, sin una visión más amplia. La catolicidad es sinónimo de universalidad, no solo en la doctrina sino en la comprensión e inclusión de la humanidad. Por eso siempre es una búsqueda que tiende puentes y no un castillo que defender con violencia.

No todo es dogma, aunque se dogmatice demasiado. En realidad, los hay pocos, con jerárquica importancia y redactados con el formato de una determinada cultura histórica. Son elaboraciones mínimas que nos ayudan en el camino hacia el Misterio de la Comunión con Dios y con los demás. Por eso no hay que confundirlos ni ponerlos a la misma altura de prácticas piadosas, apariciones, disciplinas eclesiásticas, etc. , que pueden ayudar a la fe en determinada época pero no son el "non plus ultra" del catolicismo.

golpe de convento
golpe de convento

El Papa nos recuerda en Evangeli Gaudium que “para el Concilio Vaticano II  «hay un orden o “jerarquía” en las verdades en la doctrina católica, por ser diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana». (EG 36) y que el dogma está para unirnos, no para hacer guerras santas: “Si nos concentramos en las convicciones que nos unen y recordamos el principio de la jerarquía de verdades, podremos caminar” (243)

 En este documento, Francisco también alude a esas actitudes cismáticas que tienen como bandera la defensa de la estricta ortodoxia y que terminan siendo cómplices de otros intereses: «a los defensores de «la ortodoxia» se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen» (EG 194).

No es que las monjitas de Belgorado sean unas malvadas cismáticas, pero su falta de formación de todo tipo, las hace presas emocionales de los ideólogos de la pompa y la falsa tradición. Los conventos no pueden ser reductos fuera del mundo, sino su corazón, un corazón que conoce, que piensa y que ama. Ni san Benito ni los grandes fundadores concibieron la vida contemplativa autorreferencial y cerrada en sí misma. 

Cisma y nostalgia. La retrotopía.

Frente a los desafíos de la fe en el mundo, los cismas buscan la solución en el pasado. Es lo que Zygmunt Baumann describió en uno de sus últimos libros: Retrotopía. Buscar en el pasado, con las herramientas del pasado las respuestas a los problemas del presente. Un pasado idealizado, que no existió realmente y que aflora como idílico y al cual aferrarse, en épocas de incertidumbre.

Las monjas de Belorado, mons. Lefebre después del Concilio Vaticano II o los cardenales Viganó y de la Dubia que tanto cuestionan al Papa Francisco, quisieran volver al pasado nostalgioso. Los acompañan una amplia gama de “tradicionalistas”, que son una máquina de impedir la comprensión del Evangelio, del Magisterio vivo de la Iglesia, de la letra y espíritu del Vaticano II, de la Doctrina social de la Iglesia actualizada, etc.

La retrotopía es una postura fundamentalista en la que la historia es anulada por “el relato”. Porque conocer la historia es alabar las maravillas de Dios en el tiempo, pero también la humildad de la conversión y la reparación del mal uso de la libertad, de lo cual nadie se libra.

retrotopia
retrotopia

La historia no son solo cosas que pasaron, sino la experiencia que tenemos de lo que pasó, lo que hacemos con lo que pasó. Que nunca puede ser la exaltación o la demonización de una época.Uno pierde el sentido de la historia cuando se imagina que vive en una etapa anterior de la misma, en la que todo era "ideal".

La "retrotopía" es una nostalgia hacia un pasado idealizado que se contrapone a la incertidumbre del presente. Por eso es la repetición de lo mismo, no hay que pensar sino “repetir”, porque los problemas no hay que comprenderlos, sino negarlos u ocultarlos. No hay nada que renovar, ni amor que expandir, ni signos de los tiempos que escuchar. Es la negación de la Encarnación en la Historia de la salvación y de la misma historia como experiencia de fe hacia el encuentro definitivo con el Señor.

Donde está Pedro, está la Iglesia

Las llaves del reino de los cielos concedida a Pedro, es para abrir la puerta del Cielo, no para cerrarla. Son llaves para gestar la unidad: “apacienta mis ovejas”. La misión de la Iglesia es actualizar el diseño de reunir en Cristo a la humanidad entera en un Pueblo de hermanos. Encarnándose, pero sin identificarse con una sola nación, o cultura, por más hegemónica o de moda que sea.

Cuando los cardenales eligieron a Francisco, sabían quién era y sabían que la iglesia estaba muy mal. Pero algunos de ellos comenzaron a resistirse a los cambios, no quieren perder sus privilegios "sagrados" porque tienen demasiados compromisos "terrenos". Se ponen nerviosos porque el camino que ha iniciado el Papa no tiene retorno. Por eso conspiran desde el cisma.

A través de la Sinodalidad, que no es una acción pastoral más, el papa Francisco quiere que todos participemos y nos escuchemos en la Iglesia, que no sea solo la “iglesia del y para el clero”. Sin participación real, sin escucha, solo hay clericalismo y abuso de poder.

La Sinodalidad está para que la Iglesia no sea un mercadillo para unos pocos consumidores de sacramentos, de ritualismos vacíos, de jerarquías autorreferenciales que ahogan la voz profética que el Espíritu Santo. La Sinodalidad está para que la Iglesia no sea una perimida institución de siervos, sino un hogar para hermanos y amigos que comparten la Gracia de Dios.(Jn 15, 15)

poliedroyperiferia@gmail.com

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