Sábado Santo

¿A QUE NOS PUEDE INVITAR HOY A NOSOTRAS LA EXPERIENCIA DE LA RESURECCIÓN?
Texto tomado y reestructurado de nuevo de MARTINEZ OCAÑA, Emma, Es tarde, pero es nuestra hora, Narcea, 2020,pp. 142-149
En estos días de dolor, desconcierto, miedo, tristeza, guerras, hambre, migraciones masivas, genocidio televisado ante la inacción de los organismos internacionales y de todos los países del mundo muchas personas creyentes sed preguntan: ¿Dónde está Dios?
Una pregunta que ha resonado a lo largo de la historia y sigue resonando hoy y que fue sin duda una pregunta lacerante para la comunidad de Jesús.
Redescubrir qué supuso para la primera comunidad cristiana la fe en que Dios resucitó a Jesús nos puede ayudar a descubrir a que nos puede invitar hoy apostar por esa convicción.
Lo primero abrirnos a la esperanza de que la muerte no es la última palabra sobre nuestras vidas y todas las vidas. Esta esperanza ¿disminuye el empeño y la pasión por hacer este mundo mejor? ¡En absoluto!,
Que haya en la meta-historia otro nuevo y desconocido modo de ser en la fuente de la Vida y del Amor, en nada disminuye el compromiso por generar ya aquí en nuestra pequeña historia esa vida nueva. Aquí, en esta sociedad, en este mundo nuestro porque tenemos derecho a vivir humanamente y todo lo más felices que podamos y empeñarnos en ello. Este es nuestro modo de hacer visible y por ello creíble esta convicción
Apostar por creer que, en esta tarea de ennoblecer y cuidar nuestra vida cotidiana, nuestro mundo, no estamos solos, sino que vivimos, respiramos, somos en una Presencia Amorosa que Jesús nombró como Abba (y que puede ser nombra de muy diversas maneras, o sin nombre) no sólo no disminuye el coraje, sino que hace de la terca esperanza un impulso imparable.
Sobre todo, nos invita a vivir ya aquí la vida nueva, la que no termina, la que nos puede convertir en testigos visibles de un Amor invisible, como le pasó a Jesús
¿Qué sería para nosotras hoy creer en que Dios resucitó a Jesús?
Cuando me hice esta pregunta pensé que podríamos recuperar lo que hizo la primera comunidad después de la experiencia de la resurrección, cuando al fin se les abrieron los ojos para reconocer quién era de verdad Jesús, qué imagen de Dios se les había desvelado en él y cuál era su proyecto vital.
¿Nos animamos tú y yo y quienes quieran hacerlo a hacer con ellos ese itinerario? Igual nos descoloca demasiado, pero puede merecer la pena.
Los textos evangélicos nos dicen que una vez pasada la incredulidad, sorpresa, sobresalto necesitaron reunirse cada vez más para recuperar las enseñanzas fundantes que aprendieron de Jesús, recordaron su modo de vivir, sus preferencias, sus valores, sus proyectos de una sociedad nueva.
Recordaron de modo un nuevo lo que le habían escuchado, lo que habían visto vivir a su maestro. Una y mil veces, entre todo el grupo, tratarían de recuperar todas sus enseñanzas y destacar que lo importante no era el culto, el templo, el complimiento de las muchas prescripciones, leyes y mandatos contenidos en la Torá, sino como les enseñó Jesús una y mil veces que sólo hay un mandamiento esencial el amor.
Pero ¿de qué amor hablaba Jesús?
Un amor real y operativo que sabe conjugar el amor a uno mismo y a los demás; que pasa por el cuerpo y lo sana; que libera de trabas y esclavitudes reales y mentales; que pasa por el corazón lo ensancha y lo llena de nombres; que hace de los pies lugares de encuentro y sanación, los hace samaritanos; que convierte las manos en “parteras” de vida; que estremece las entrañas y nos hace descubrir que nuestro “yo” no termina en las fronteras de nuestra piel sino que abarca a toda la humanidad, a toda la realidad formando una unidad relacional indisoluble. En ese amor sin separación alguna, están también amando a Dios, sin necesidad de verlo, ni contemplarlo.
Un amor que no se reducía a los seres humanos, Jesús era un místico y por tanto un contemplativo que percibía la presencia del Misterio en toda la realidad que amaba y cuidaba. Todo lo hablaba del Reino, todo le des-velaba la presencia de Dios: las semillas, el sol, los pájaros, los lirios, la sal, la luz…Nada escapaba a su mirada amorosa.
Necesitaron también poco a poco ir interiorizando la novedad de la Buena Noticia que el Maestro les había intentado transmitir.
Es verdad que mientras hacían este camino, reconocieron con gratitud y alegría, que el Espíritu de Jesús iluminaba sus mentes y sus corazones para poder ir albergando en ellos un nuevo universo mental. Éste a su vez les proporcionase un nuevo vocabulario para mirar y nombrar la realidad como lo había hecho él. Comprendieron entonces que no habían podido asimilar, mientras vivieron con el Maestro, el profundo trastrueque de valores que suponía seguir al Nazareno y continuar la realización de su sueño.
¿Estamos dispuestas a entrar en ese nuevo universo mental y dejarnos trastocar por el modo de entender la vida que propuso Jesús de Nazaret? ¿No será demasiado peligroso? ¿nos dejará en mal lugar nos daremos cuenta de lo lejos que aún estamos de él?
En comunidad empezaron a descubrir de un modo nuevo, para después poder vivir en coherencia con ello:
· Qué es lo realmente valioso y qué no lo es.
· Quiénes son los primeros y quiénes los últimos.
· Quiénes están cerca del Reino y quiénes lejos.
· Quiénes están dentro y quiénes fuera del Reino.
· Quiénes tienen fe y quiénes no la tienen.
· Quiénes son ricos y quiénes pobres.
· Quiénes son grandes y quiénes pequeños.
· Quiénes dan mucho y quiénes poco.
· Quiénes están ciegos y quiénes ven.
· Quiénes son los fuertes y quiénes los débiles.
· Quiénes son los justos y quiénes los pecadores.
· Quiénes aman mucho y quiénes poco.
· Quiénes son dichosos y quiénes desgraciados.
· Quiénes son sabios y quiénes son necios.
· Quiénes son fuertes y quiénes son débiles.
· Quiénes triunfan y quiénes fracasan.
· Quiénes ganan la vida y quiénes la pierden.
· Cómo contemplar la presencia del Misterio en toda la realidad y cómo mirar con unos ojos distraídos y superficiales
Nos invitamos a no quedarnos en estos enunciados sin más, pues nos servirá de poco, sino que elijamos alguno de los evangelios y vayamos haciendo por nosotras mismas este descubrimiento. Es muy impresionante darnos cuenta de lo lejos que estamos de haber asimilado esos criterios.
Pero no le bastó a la primera comunidad cambiar su mundo de referencia y valores, que ya era mucho, sino aprender a vivir desde esos referentes primero dentro de la comunidad, para poder contagiar a otras personas e ir ampliando el número de seguidoras y seguidores. Su sueño era ir haciendo verdad con sus palabras y hechos, un modo de vivir nuevo que anticipase ya lo que esperaban:
Una sociedad nueva donde:
· los últimos, todas las personas excluidas, empobrecidas, sufrientes tenían un lugar preferencial
· se hacía verdad la defensa de todas las personas excluidas y la denuncia de las causas de esas exclusiones
· se propiciaban relaciones liberadoras: de igualdad, sin discriminación alguna y por ello en justicia y aceptación respetuosa de las diferencias
· el cuidado, la misericordia, la honradez, la cooperación, la escucha empática guiaban sus acciones
· se ponían en común los bienes y los compartían para que nadie pasase necesidad
· se desenmascaraba la injusticia y el abuso de poder sin dar al miedo el poder de decidir sus conductas
· se trabajaba por una sociedad liberada de “los demonios” del egoísmo, el odio, la venganza, el orgullo, la injusticia, el sometimiento, la avaricia…
· se practicaba el extraño modo de ser felices haciendo felices a los demás, sanando, aliviando el sufrimiento, ejercitando la com-pasión
· se hacía verdad sencillamente, en la vida cotidiana, que la vida se gana cuando se entrega libremente por amor
· se oraba personal y comunitariamente afianzando la certeza de vivir en la seguridad de un Amor incondicional, que genera lazos indestructibles con toda la humanidad y toda la realidad
· el recuerdo-celebración de la cena de Jesús era un acicate para hacer verdad su testamento vital: amad como yo os he amado, y por ello tenía sentido una vida que se parte y se reparte, que sacia tantas hambres y alegra el corazón
· se respeta cada realidad de nuestro mundo por pequeña que sea reconociendo su valor en sí misma y su derecho a seguir siendo al margen de nuestra conveniencia
· se vive trabajando por hacer verdad que formamos una única familia la humana y hoy diríamos también biótica porque, como dijo Jesús todas las personas son hijas amadas de Dios al margen de sus méritos, religión, clase, raza y en toda la realidad se des-vela el Dios amigo de la vida
Eso vivieron e intentaron las primeras comunidades cristianas y después de 21 siglos y nos preguntamos ¿Qué sería hoy, para quienes nos consideramos cristianas y cristianos, volver a Jesús?
Yo comparto más que respuestas nuevas preguntas que me interpelan profundamente
· ¿Estamos convencidas de que no tenemos un tesoro mayor para ofrecer a nuestra sociedad que la verdad de la persona de Jesús, su camino y su sueño?
· ¿Nos creemos que no habrá una sociedad nueva, ni mundo nuevo fuera de los caminos de justicia, solidaridad, misericordia, cuidado, compasión, denuncia, perdón, amor operativo…por los que transitó Jesús y hoy nos sigue llamando a transitarlos?
· ¿Nos creemos que seguir callando y pactando ante las flagrantes desigualdades, injusticias, mentiras, maltratos, guerras, despilfarro…no sólo es cobardía sino traición al proyecto por el que Jesús dio su vida?
· ¿Qué cambios profundos tenemos que hacer en nuestro universo simbólico para ir asimilando los extraños modos con los que Jesús nombró la realidad y desde ellos vivió y por defenderlos entregó su vida?
· ¿En qué colabora o no, nuestro modo de vivir en hacer verdad una sociedad nueva que haga visible ese sueño de Dios que Jesús llamó Reino?
· ¿Qué cambios se producirían en nuestras comunidades, iglesias, familias, sociedades, naciones, culturas, estructuras si de verdad hiciésemos del camino de Jesús nuestro camino?
· ¿En qué y cómo podremos colaborar en hacer el profundo cambio estructural, social, cultural, antropológico, espiritual que nuestro mundo necesita con urgencia?
Desde la consciencia de la enorme distancia que esa comparación me/nos devuelva, no perdemos la esperanza de que tú y yo, toda la comunidad cristiana y tantas personas de buena voluntad que luchan por un mundo más justo, seamos alcanzadas por la fuerza de la Ruah, del Aliento de Vida, que alcanzó a ese grupo de mujeres y hombres seguidores de Jesús, para ir pudiendo hacer verdad una sociedad “resucitada y resucitadora”.
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