Un documental revisa el legado del fundador de 'El Ciervo' a los 15 años de su muerte Lorenzo Gomis, poeta, periodista y hombre de fe
El setenta aniversario de la fundación de El Ciervo coincide con los quince años de la muerte de su primer director, Lorenzo Gomis Sanahuja (1924-2005)
Hombre de fe, Gomis, junto a otros intelectuales de raíz cristiana, contribuyó en los años cincuenta a la famosa “autocrítica” del catolicismo español
Un documental impulsado por la productora Highland Agency y co-dirigido por el periodista Jordi Pacheco pretende acercar ahora al público el legado de Gomis
Un documental impulsado por la productora Highland Agency y co-dirigido por el periodista Jordi Pacheco pretende acercar ahora al público el legado de Gomis
| Francisco Martínez Hoyos, doctor en Historia
Es un tópico, no por repetido menos cierto, que la revista El Ciervo la hacían catalanes que escribían en castellano y pensaban en francés. Buena parte de sus referentes culturales, como Jacques Maritain y Georges Bernanos, procedían del otro lado de los Pirineos. Pero, al contrario que en el país vecino, en España imperaba una dictadura. El Ciervo, para burlar la censura, tenía que recurrir a las artes de la sutileza y del buen humor. Se diría todo lo que se tenía que decir, pero siempre con unas formas exquisitas. “Atacáis sonriendo”, hizo notar una lectora.
El setenta aniversario de la fundación de la revista coincide con los quince años de la muerte de su primer director, Lorenzo Gomis Sanahuja (1924-2005). Hombre de fe, Gomis, junto a otros intelectuales —entre ellos sus hermanos Joaquín y Juan, además de amigos como Alfonso Carlos Comín—, contribuyó en los años cincuenta a la famosa “autocrítica” del catolicismo español. Tras el triunfalismo de la Iglesia que había ganado la Guerra Civil, los creyentes más abiertos a la modernidad soñaban con una religión menos identificada con el poder.
Como el cristiano progresista que era, Lorenzo no sentía una gran predilección por Pío XII aunque le reconocía algunos méritos. Tuvo que verse, sin embargo, en la tesitura de escribir un artículo necrológico sobre sobre su figura. ¿Sabría hacer compatible el tono elogioso, típico de estos textos, con su opinión sincera? Tuvo que esforzarse mucho, pero lo consiguió.
Como el cristiano progresista que era, Lorenzo no sentía una gran predilección por Pío XII aunque le reconocía algunos méritos
Como refleja Una temporada en la tierra (El Ciervo), su libro de memorias, sus reticencias hacia el pontífice difunto contrastan vivamente con el entusiasmo que sintió por su sucesor, Juan XXIII: “Gordo, bromista y santo, ¿qué más se podía desear?”. Su alegría se refleja en un artículo, publicado en Destino el 1 de noviembre de 1958, en el que califica su elección de “afortunada”. En una alusión trasparente, elogia a Roncalli por recibir arrodillado el capelo cardenalicio de manos del presidente de la República francesa. Lo que hubiera sido un gesto servil bajo una monarquía confesional, en este caso resultaba sencillo digno. De esta manera indirecta, Lorenzo criticaba el nacionalcatolicismo franquista y la intolerancia habitual de los católicos españoles hacia las instituciones laicas.
Roncalli, el único papa que le gustó a Lorenzo de todos los que vio en la Santa Sede, era un viejito carismático, lleno de espontaneidad y viveza, capaz de colocar a la Iglesia en una nueva senda. Tenía que ser un Papa de transición, pero dio inició a un huracán con forma de concilio Vaticano II. Con el denominado aggiornamento o puesta al día, El Ciervo vivió un momento de gloria. Roma venía a confirmar todas las intuiciones que se habían plasmado en la revista durante los años cincuenta, de forma que sus artífices accedían ipso facto a la honorable condición de precursores. Con ocasión de los vientos de cambio, en la revista escribirían grandes personajes del catolicismo progresista hispano como el padre Llanos o el canónigo González Ruiz, o figuras internacionales como los teólogos Yves Congar o Dominique Chenu.
En aquel ambiente de efervescencia e ilusión parecían abrirse nuevos e insospechados horizontes. Lorenzo, según confesión propia en uno de sus artículos de la época, no hacía más que hablar del buen papa Juan, tanto que en su casa le comentaron su tendencia monotemática.
Buena prosa, ponderación e ironía
Desde aquel clímax, El Ciervo ha sobrevivido hasta llegar a la actualidad mientras otras cabeceras, como la mítica Cuadernos para el Diálogo, se quedaban por el camino. No fue tarea fácil. Una cosa es crear un producto de alto nivel cultural y otra hacer que funcione la vertiente empresarial, siempre con la exigencia de que los números cuadren. Lorenzo cuenta, en su autobiografía, que en cierta ocasión propuso al propietario de Planeta, José Manuel Lara, que su editorial se hiciera cargo de la edición de la revista. Lara no tuvo que pensar mucho para responder que lo propondría al consejo… ¡Con su voto en contra!
El director de El Ciervo nunca tuvo vocación por la política activa: lo suyo era el periodismo. Los que le seguían en La Vanguardia no han olvidado su artículo de los lunes, modelo de buena prosa, ponderación y suave ironía. Así, a través de su oficio, intentaba hacer comprensible la realidad de una manera amena y a la vez antidogmática, siempre desde un saludable escepticismo. El mismo, por cierto, que aplicaba su propia persona. Nada más empezar Una temporada en la tierra encontramos esta definición de “Memorias” que invita a no tomar nada como verdad absoluta: “Novela histórica o costumbrista de la vida del autor, convencido de que dice la verdad”.
Con la poesía, en cambio, Lorenzo se proponía trasmitir lo que no se podía comunicar con los instrumentos habituales del lenguaje. De ahí que entendiera al arte de hacer versos como un “balbuceo de lo indecible”.
Como cristiano, poseía una fe profunda que le aportaba un sentido a su vida. Para él no tenía tanta importancia el Vaticano o el Papa como el hecho comunitario que se daba, cada domingo, alrededor de la celebración eucarística. El catolicismo, como en las además religiones, el gran secreto era la oración: “Permite llamar Padre a Dios. Darle gracias. Pedirle perdón, ayuda, pan. Intentar oírlo. Callar”.
Un documental para recordar a Gomis
Para recordar a este humanista que desprendía una bondad casi física, Jordi Pacheco, redactor de Religión Digital y director de Foc Nou, la revista hermana de El Ciervo, prepara un documental a partir de entrevistas con algunos testimonios, como el del prestigioso periodista Lluís Foix o el decano de la Facultad Blanquerna de Comunicación y Relaciones Internacionales.
Las buenas intenciones, sin embargo, no bastan. Se necesita dinero para completar el presupueto. Es por eso que este proyecto trata de financiase a partir de una campaña de crowdfunding que apela a la comunidad ciervista y al público en general. Los que aporten más de 100 euros tendrán derecho a un estreno privado en el que participarán en un coloquio junto a los autores y protagonistas. Una satisfacción que añadir, sin duda, a la de contribuir a iluminar una parte importante de nuestra “memoria histórica”. Si una vida, según Lorenzo, eran ochenta años que cabían en 400 páginas, en este caso el desafío consiste en que baste una hora de filmación.